NO AHUYENTEMOS LA INVERSIÓN

 

Diversos análisis sobre el desempeño del Perú en las últimas tres décadas concluyen que gran parte de las mejoras logradas en bienestar se deben al dinamismo de la actividad económica, que generó empleos e ingresos para los hogares, así como para el Estado. Penosamente, acabamos de tener dos trimestres de crecimiento negativo, lo cual implica que estamos en recesión técnica. Ojalá ello se remonte en lo que resta del año y el crecimiento al menos supere el 1%. Queda claro que será insuficiente para llevar más bienestar a los peruanos, para sacar a hogares de la pobreza.

A inicios de los noventa, nadie creía en el Perú. Y, por tanto, ningún inversionista arriesgaba su capital ni deuda en sacar adelante un emprendimiento en nuestro país. En ese escenario, Perú tuvo que apoyarse en diversos instrumentos que le permitieran "comprar" credibilidad, de tal manera que, a pesar de que no se creía en nuestras instituciones, hubiese empresas e inversionistas que apostaran por el país.

Entre esos instrumentos están los convenios de estabilidad tributaria (por determinado plazo), los arbitrajes internacionales y, posteriormente, vinieron los acuerdos de comercio e inversión.

Tres décadas después, si bien nuestra institucionali- dad económica se ha fortalecido y es reconocida a nivel internacional, nuestra institucionalidad política, de gestión pública y de justicia siguen siendo deficientes. Muy deficientes.

La inversión está cayendo. Atraerla de manera decidida requerirá enfrentar, ante todo, los problemas políticos, sobre lo cual me he extendido en otras columnas. Mantener la inversión que tenemos y atraer algo de inversión nueva requiere que no retrocedamos en lo que teníamos bien: solidez macroeconómica y estabilidad fiscal, apertura comercial y de inversiones, así como seguridad jurídica con mecanismos de protección que tengan credibilidad.

Para ello, un instrumento clave es el arbitraje internacional. Se trata de un instrumento que da un mínimo de seguridad jurídica a los inversionistas para apostar por el Perú, que consiste en poder recurrir a un tribunal internacional neutral cuando tienen controversias con el Estado. Como es de esperar en un tribunal neutral, la historia muestra varios casos importantes ganados por el Estado y otros perdidos frente a los inversionistas.

Cabe mencionar que los principales centros de arbitraje internacional son el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial, los Centros de Arbitraje de Cámaras de Comercio Internacionales, la Corte Permanente de Arbitraje, entre otros. Muchos se rigen por el Reglamento de Arbitraje de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI).

Cabe resaltar también que lo usual es que cada parte nombre un árbitro y luego los dos nombrados determi- nen al presidente del tribunal. Una vez designados, los árbitros tienen autonomía en sus decisiones; es decir, no necesariamente los árbitros opinarán como lo hace la parte que lo nombró. La debida diligencia y la lealtad técnica así lo exigen en aras de mantener su reputación como profesional y en particular como árbitro.

El instrumento de arbitraje internacional es relevante para los principales proyectos de construcción y gestión de infraestructura del país, así como también para la inversión en industrias reguladas, como son la minería, las finanzas y la pesca.

 

Autor: Elena Conterno. Publicado en Gestión - pag.16, 3 de agosto del 2023.