TELETRABAJO VERSUS PRODUCTIVIDAD

Está en marcha una migración: de Zoom a la sala de reuniones. Las firmas de Wall Street han sido las más expeditas en hacerlo, pero en meses recientes, muchas gigantes tecnológicas Apple, Google, Metayotras-han exigido que su personal asista a la oficina al menos tres días a la semana. Para los creyentes en el teletrabajo, parece la venganza de gruñones corporativos. Pero recientes investigaciones muestran que las oficinas, a pesar de todos sus defectos, siguen siendo esenciales.

Un documento de trabajo publicado el 2020 por Natalia Emanuely Emma Harrington, entonces estudiantes doctorales de la Universidad de Harvard, halló un incremento de 8% en el número de llamadas por hora atendidas por empleados de una minorista online que habían pasado de la oficina al teletrabajo. No obstante, en mayo pasado, la agencia de la Reserva Federal en Nueva York publicó una versión revisada de ese estudio que muestra un retroceso de 4% en la eficiencia.

Es que las investigadoras recibieron data más precisa, incluidos horarios de trabajo detallados: los empleados respondieron menos llamadas cuando hacían teletrabajo y la calidad de sus interacciones decayó. Otros estudios han llegado a conclusiones similares. David Atkiny Antoinette Schoar, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y Sumit Shinde, de la Universidad de California en Los Ángeles, asignaron aleatoriamente, a la casa o la oficina, a trabajadores que ingresan data en India. Los que hicieron teletrabajo fueron 18% me- nos productivos.

Por su parte, Michael Gibbs, de la Universidad de Chicago, y Friederike Mengely Christoph Siemroth, de la Universidad de Essex, hallaron un déficit de productividad de hasta 19% en empleados remotos de una gran empresa asiática de tecnología de la información, respecto del desempeño previo en la oficina. Otro estudio usó un experimento de laboratorio para probar que las videoconferencias inhiben el pensamiento creativo.

Es probable que los motivos no sorprendan a quienes hayan pasado estos años trabajando desde casa. Es más difícil colaborar. Investigadores que analiza- ron los registros de comunicación de cerca de 62,000 empleados de Microsoft notaron que las redes profesionales en la compañía se volvieron más estáticas y aisladas. Usando la terminología de Ronald Coase, economista experto en estructura corporativa, estos problemas representan un aumento en los costos de coordinación y dificultan el manejo del esfuerzo colectivo.

Podría esperarse que algunos costos de coordinación del teletrabajo se reduzcan a medida que la gente se acostumbre. Desde el 2020, muchos se han vuelto adeptos a Zoom, Teams o Slack. Pero otro costo podría emerger: el subdesarrollo del capital humano. En un estudio a ingenieros de software publicado en abril, Emanuel y Harrington, junto con Amanda Pallais, también de Harvard, encontraron que el feedback entre colegas disminuyó drásticamente cuando adoptaron el teletrabajo. En tanto, Atkin, Schoary Shinde documentaron un declive relativo del aprendizaje en trabajadores remotos.

Los orígenes de la opinión de que el teletrabajo impulsa la productividad pueden remontarse al 2013, cuando Nicholas Bloom, de la Universidad de Stanford, y colegas, presentaron los resultados de un experimento con empleados de call center de una agencia online china de viajes (hoy Trip.com). El desempeño creció 13% con trabajo remoto, número que continúa apareciendo en los medios. Pero se suele obviar dos detalles.

Primero, más de dos tercios de la mejora provino de empleados que trabajaban más tiempo y no más eficientemente; segundo, la firma eliminó el teletrabajo porque los empleados remotos tenían dificultades para ser ascendidos.

Claro que hay cosas más importantes en el trabajo (y la vida) que la productividad. Quizás la mayor virtud del teletrabajo sea que genera empleados más contentos, puesto que pasan menos tiempo transportándose, lo que desde su punto de vista podría ser una mejora de su productividad. También les facilita recoger a sus hijos del colegio o coordinar citas médicas, sin mencionar el poder quedarse en la cama más tiempo, de vez en cuando. Y ciertas tareas en especial las que requieren de concentración ininterrumpida, suelen ejecutarse con mayor eficacia desde casa.

Todo esto explica por qué tantos se han vuelto reacios a la oficina. Según varias encuestas, hay empleados dispuestos a aceptar una reducción de sueldo a cambio de trabajar desde casa. Contar con empleados satisfechos, pagándoles algo menos, podría ser bueno para los gerentes corporativos. Así que para muchos, el futuro del trabajo seguirá siendo híbrido. No obstante, es probable que la semana laboral se incline hacia la oficina, no porque los jefes sean sadomasoquistas con un gusto por el tráfico en hora punta, sino porque la mejora de la productividad va en esa dirección.

 

Autor: The Economist. Publicado en Gestión, 06 de julio del 2022.