RECESIÓN, ¿REALMENTE ES UN EVENTO INEVITABLE?


El segundo semestre del 2022 inició en un escenario caracterizado por los temores de una posible recesión global, los cuales han invadido el sentimiento de los inversionistas y se ha convertido en un nuevo reto para los principales organismos en un cargados de la conducción de la política monetaria. La persistencia en torno al avance sostenido de la inflación debido a los desbalances de oferta que dejó su paso la pandemia del coronavirus, el aumento exacerbado de los precios de la energía y materias primas ante las tensiones bélicas no resueltas en Ucrania y las restricciones de movilidad impuestas por China con el fin de contener el avance del covid-19, son el común denominador que explican uno de los desempeños más negativos, no vistos en los mercados bursátiles en las últimas cinco décadas.

¿Qué está pasando con la inflación?

El crecimiento generalizado de los precios persiste en la mayoría de los países desarrollados y emergentes, incidiendo en el desempeño de los activos a nivel global. En el caso concreto de Estados Unidos, el incremento de los precios de los commodities y la energía, sumado a la fortaleza de su mercado laboral, han llegado al punto de fomentar mayores presiones inflacionarias, indicador que alcanzó el umbral de 8.5% interanual en julio, superando largamente la meta de 2% establecida por la Reserva Federal. Si bien la FED ha adoptado una postura mayoritariamente restrictiva, subiendo las tasas de interés en 2.25% desde marzo y, al mismo tiempo, está dejando vencer los bonos que tiene acumulado en su hoja de balance, queda claro que hasta el momento no ha logrado controlar la inflación, cayendo en cuenta que este es un tema estructural y no transitorio.

Por otro lado, si bien el nivel de consumo aún se mantiene resiliente, pues generalmente los primeros efectos sobre esta variable tardan un tiempo para verse reflejado, estas medidas contractivas terminan por debilitar al consumidor americano al disminuir su capacidad de poder adquisitivo, lo que a su vez contribuye en aliviar las presiones alcistas sobre los precios, ya que la demanda se ve negativamente impactada. Asimismo, este escenario genera presiones en los mercados, pues el tener correción de doble dígito tiene un impacto directo sobre la riquesa de los consumidores, el cual se traslada más allá de las desvalorizaciones vistas en los portafolios de inversión, deteriorando las expectativas, lo que a su vez provoca una caída general de la economía. Esta dinámica se ve claramente reflejada en el nivel de confianza empresarial de las pequeñas empresas, pues pese a que estos negocios todavía mantienen una alta demanda por amno de obra, el indicador se encuentra en su nivel más bajo en casi nueve años y medio. En tal sentido, la incertidumbre por no saber hasta qué punto la FED podría enfriar la economía norteamericana, en definitiva, deteriora el optimismo del sector emrpesarial, provocando ajustes en su nivel de producción.

En cuanto a la asignación de los activos en este entorno de bajo de crecimiento, podemos decir que esta se dirige principalmente hacia posiciones más defensivas.

En tiempo de crisis, como las que estamos viviendo hoy en día, todo lo que es cíclico, como lo es el consumo discrecional, en escenarios de elevada inflación y de bajo crecimiento económico, le va relativamente mal, debido a que son en estos episodios cuando el consumidor está perdiendo poder adquisitivo de compra, siendo más sensibles a los vaivenes del mercado.

Por lo tanto, incorporar a un portafolio sectores como energía, servicios de salud, consumo básico, materias primas, junto con un porcentaje de activos alternativos, seguirán añadiendo una cuota de estabilidad y buen desempeño en el corto y mediano plazo, pues en general hay más oportunidades en sectores de valor que de crecimiento porque las tasas reales van a seguir subiendo.

Principales factores a los que debemos prestar atención

A pesar que estamos viendo que las condiciones financieras se están endureciendo tras los últimos incrementos en las tasas de interés, es difícil y poco probable pensar que una recesión en Estados Unidos va a ocurrir cuando la generación de nuevos puestos de trabajo está a razón de 528 mil mensual y mantiene una tasa de desempleo en un nivel casi récord de solo 3.5%. En ese sentido, aún es necesario evaluar otras variables más allá de solo la definición técnica de crecimiento negativo de dos trimestres consecutivos; es decir, para proclamar formalmente una recesión, las autoridades esperarían ver una tasa de desempleo mayor, así como encontrar que las compañías presentan dificultades para comercializar sus productos debido a la poca demanda, y ello lleve a una disminución abrupta de las utilidades de las emrpesas.

En concreto, los altos niveles de inflación constituyen aún el mayor riesgo que existe en la actualidad, y resulta complicado pensar en cómo las economías podrían evitar una recesión en los próximos meses de continuar realizando ajustes monetarios agresivos. Si bien actualmente no nos encontramos en este punto, el riesgo claramente aumenta si los bancos centrales deciden subir la tasa de interés muy fuerte y rápido. Ante de ello, la gran incógnita sigue siendo ¿cuándo ocurrirá? Es complicado saberlo; sin embargo, todo hace indicar que es probable que la desaceleración económica tome más fuerza durante los próximos 12 meses conforme la inflación no muestre signos de una disminución convincente.

 

Autor: Miguel Ángel Saldaña Munive. Publicado en Gestión, 26 de agosto del 2022.