Y LA REACCIÓN EMPRESARIAL: ¿PA' CUANDO?

Luego de conocerse que la economía peruana creció un 3.9% en el 2018, algunos economistas refieren la necesidad de cambios en la gestión macroeconómica con el objetivo de crecer a tasas mayores y sostenibles en el tiempo. Frente a ello, sin dejar de reconocer la relevancia de la política macro, casi nadie refiere que para el logro anterior una condición adicional es que las empresas tengan un rol proactivo frente a consumidores y mercados. Veamos brevemente estos asuntos.

En principio, es un error mirar triunfalistamente esta tasa de crecimiento del 3.9% comparándose con el 2.5% logrado en el 2017. Primero, porque dada la estructura productiva necesitamos crecer cuando menos al 5% para que el mercado absorba a los 260, 000 jóvenes que anualmente se incorporan al mercado laboral; en segundo lugar, no ha ocurrido aún una sostenida reversión de la estructura sectorial productiva, donde la dinámica del PBI esté principalmente determinada -por los sectores no primarios de la economía intensivos en mano de obra, factor que junto al salario son determinantes del consumo privado-, consumo que implica al 65% del PBI por el lado del gasto.

El punto es que no sobredimensionemos las expectativas sobre el consumo privado, en tanto que en el 2018 el ingreso promedio mensual creció solo 1.1% en la urbe, dato al que se suma que en las pequeñas empresas, que son mayoría en el total, el empleo formal cayó en 3.6%. En tercer lugar, el desborde de optimismo de algunos surge porque el 3.9% de crecimiento es mayor a las proyecciones que tenían varios bancos y medios especializados. ¡Existe también la probabilidad de equivocarse por si acaso! .

El libre mercado no revierte por sí solo estos modetos resultados de la dinámica del PBI de corto plazo y su estructura, siendo una limitante de la expansión de este PBI el PBI potencial. Al respecto, creo que la política macro puede hacer mucho, para que vía mayor inversión privada inducida crezca sostenidamente el capital físico y humano, así como la productividad factorial y expandir así el producto pontencial. ¿Eso es suficiente? Desafortunadamente, no. La política macro no actúa en una burbuja, sino se dan sus resultados agregados producto de las decisiones que toman distintos agentes económicos como consumidores y productores, que interactúan en diferentes mercados. Entonces, si para la macro la decisión de invertir a cargo de las empresas es una variable crítica: ¿contamos con una masa extendida de empresarios schumpeterianos; esto es proactivos, emprendedores y/o innovadores? ¿O al revés, una mayoría de estos son reactivos, riesgófobos y poco innovadores? A manera de ejemplo: en mi columna en Gestión del 13 de febrero, "¿Qué hacemos con las AFP?", señalaba que evidentemente hay un claro desalineamiento de incentivos, distorción graficada por el cobro de una comisión por parte de las AFP, independiente de la rentabilidad lograda de los fondos que administra; asimetría que no es de ayer, sino que existe desde inicios del Sistema Privado de Pensiones. ¿Alguna propuesta de las AFP al respecto? ¡Nada! Pero no todos los empresarios son reactivos. Opuestamente -aunque pocas aún- de modo aislado algunas cadenas de supermercados adelantándose a la ley que establecía reemplazar bolsas de plástico por otras biodegradables o reutilizables ya habían comenzado a hacerlo meses atrás, con efectos muy favorables sobre la capacidad de crear valor por parte de estas empresas... Y el resto ¿pa' cuando?

Publicado en Gestión, 27 de febrero del 2019.