Los océanos juegan un papel central en la regulación del clima de la Tierra, ya que absorben más del 90% del calor del cambio climático. Son el sumidero de aproximadamente el 30% de las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero (GEI) causadas por el hombre. Sin los océanos como amortiguador, el calentamiento global por el cambio climático sería intolerable para gran parte de la vida en la Tierra.
Los océanos, las costas y las comunidades costeras se ven afectadas de manera desproporcionada por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, que generan cambios en la temperatura del agua del mar, acidificación y desoxigenación, lo que lleva a su vez a cambios en la circulación oceánica, las propiedades químicas de los océanos, el aumento del nivel del mar, la intensidad de las tormentas y en la diversidad y abundancia de especies marinas.
El cambio climático debilita la capacidad de los océanos y las costas para proporcionar servicios ecosistémicos claves como almacenamiento de carbono, generación de oxígeno, alimentos e ingresos. Los ecosistemas costeros como manglares, marismas y pastos marinos juegan un papel central en el almacenamiento y secuestro de carbono: por unidad de área secuestran carbono más rápido y mucho más eficientemente que los bosques terrestres.
La Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas 25, que se lleva a cabo en Madrid, España, del 2 al 13 de diciembre, se ha definido como la COP azul por la urgencia de proteger y cuidar a los océanos, no solo como recurso sino también por su alto valor global ecosistémico y social, mientras que el más reciente informe especial del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre el Océano y la Criósfera en un Clima Cambiante indica que la protección y la restauración de los ecosistemas, junto con las soluciones basadas en la naturaleza, deberían ser los principios fundamentales de la acción que tomamos para que sea realmente sostenible.
Hay al menos cinco áreas de acción climática basadas en el océano que pueden ayudar en la lucha contra el cambio climático: (i) desarrollar energías renovables basadas en el océano; (ii) apoyar el desarrollo de combustibles para el transporte con bajas emisiones de carbono; (iii) conservar los ecosistemas marinos y costeros existentes; (iv) reducir la intensidad de las emisiones de la pesca y las operaciones de acuicultura y (v) minimizar los impactos ambientales del almacenamiento a largo plazo de carbono en el fondo marino.
Todas estas medidas, y muchas más, deben ser impulsadas con urgencia por la comunidad internacional para salvaguardar la valiosa vida que habita los océanos, así como toda la de la Tierra.
Publicado por: El Peruano, 08 de diciembre del 2019.
La lucha contra el cambio climático costará a las empresas de todo el mundo casi US$2,5 billones durante los próximos 10 años, según una estimación de Allianz SE.
La aseguradora alemana analizó las medidas más importantes que se están introduciendo o debatiendo en la actualidad para frenar el calentamiento global y concluyó que, solo para el sector energético, el coste adicional será de US$900.000 millones. Nuevas reducciones en el límite de emisiones o regulaciones industriales podrían elevar esa cantidad.
El informe sale a la luz conforme los representantes de casi 200 países mantienen conversaciones sobre el clima en Madrid para hacer cumplir el Acuerdo de París 2015 a fin de limitar la contaminación de los combustibles fósiles. La Organización de las Naciones Unidas advirtió que la perspectiva climática mundial es “sombría”, y las protestas de que los Gobiernos mundiales no están haciendo lo suficiente para evitar el calentamiento mundial se están intensificando.
“La transformación que se necesita con urgencia a un sistema económico neutral respecto al clima futuro requiere una estrecha cooperación entre el Estado y las empresas en vista de los altos costes de transformación”, dijo Ludovic Subran, economista jefe de Allianz. “La transición a economías climáticamente neutrales solo podrá tener éxito si las empresas no están sobrecargadas y ambas partes gestionan activamente el cambio estructural”.
Allianz argumentó que la mayoría de las empresas están “insuficientemente preparadas” para la ola reguladora que se aproxima, y les instó a evaluar sus emisiones y abordar los efectos indirectos, incluida la transmisión de la cadena de suministro y los riesgos financieros.
“El mayor riesgo es la pérdida total de valor de ciertos activos o negocios enteros”, decía el informe.
Publicado por: Gestión, 05 de diciembre del 2019.