¿LO CONSEGUIRÁ?

 

América Latina estaría ad portas de un 'boom' de materias primas. Tres fuerzas lo convertirían en la superpotencia de esos bienes este siglo. En primer lugar, la transición hacia energías verdes está elevando la demanda por metales y minerales que la región posee en grnades volúmenes, así como la energía renovable para procesarlos. Ya produce más del tercio del cobre mundial, usado en cableado y turbinas eólicas, y la mitad de la plata, insumo para paneles solares.

Segundo, su fértil suelo produce suficientes granos, ganado, café y azúcar para ayudar a alimentar una creciente población global. Tercero, las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China están causando que otros países busquen invertir en zonas relativamente neutrales.

Pero la experiencia de América Latina con las materias primas es accidentada: las riquezas de sus países provocaron golpes de Estado, delincuencia y corrupción, en tanto que la inequidad es alta y su PBI per cápita es la cuarta parte del estadounidense. Más del 60% de las divisas por exportaciones de los doce países sudamericanos proviene de los comodities. Depender tanto de estos bienes suele ser un problema, pero ahora podría ser una oportunidad.

Es probable que la demanda generada por la transición verde sea más duradera que el 'boom' de petróleo, carbón y acero de la década del 2000, que fue impulsado por la industralización de China. La transición energética es global y requerirá inversiones durante décadas. Por ejemplo, un auto eléctrico contiene tres a cuatro veces más cobre que uno a gasolina, e instalar un megavatio de capacidad en un parque eólico demanda sis veces más metal escaso que una planta termoeléctrica.

América Latina sobresale en la carrera para cubrir esas brechas, pues posee vastos depósitos de minerales y metales críticos, como litio (60% del mundo). Chile y Perú poseen el 30% de las reservas aprovechables de cobre, Bolivia tiene estaño, usando en componentes eléctricos, y Brasil, grafito, otro componente eléctrico.

Y es más fácil extraer metales en la región que en otros lugares y si bien necesita mejores caminos y puertos, su infraestructura no es tan mala como en África y partes de Asia.

También es probable que sea duradera la creciente demanda por alimentos. Para el 2050, se proyecta que la población global llegue a 9,700 millones y que la clase media se duplique hasta 6,000 millones de personas. América Latina es el mayor exportador neto de alimentos del mundo, gracias a sus grandes exptensiones de tierra cultivable y su relativa baja población. La región suministra el 60% de la soya y más del 30% de maíz, carne de vacuno y de ave, y azúcar.

La tercera fuerza es geopolítica. A medida que se intensifica la rivalidad entre Estados Unidos y China, otros países diversifican sus importaciones e inversiones. La región es relativamente neutral, abierta a la inversión y cerca a centros industriales en Norteamérica. Una nueva ley estadounidense ordena que, a partir del 2027, el 80% del valor de mercado de minerales críticos usados en baterías para vehículos eléctricos deberá ser extraído o procesado en dicho país o en los que tiene acuerdos comerciales, que es el caso de Chile, México y Perú.

Todo esto representa una inmensa oportunidad pero América Latina necesita actuar para realizar su potencial. Un ingrediente es el dinero. La firma de data Wood Mackenzie estima que hasta el 2040, harán falta al menos US$ 575,000 millones para cubrir la demanda global por cobre, y US$ 40,000 millones litio hasta el 2030. Aunque su cartera de proyectos es aceptable, los agentes del mercado se quejan de que las minas siempre están a cinco años de empezar operaciones.

Y abundan otros obstáculos. El cambio climático está poniendo ansiosos a los inversionistas: a inicios de año, las inundaciones forzaron el cierre temporal de minas en Chile y Perú. Asimismo, los proyectos pueden poner en peligro el medio ambiente, lo que ha provocado que activistas y reguladores intervengan. Los inversionistas necesitan seguridad jurídica porque el capital tarde años en recuperarse, aunque el nerviosismo no es ocasionado únicamente por la retórica de izquierdistas y nacionalistas, ya que los Gobiernos están imponiendo nuevas reglas a fin de obtener más valor de sus commodities.

Si América Latina consigue aprovechar el 'boom', podría tener dificultades para manejar los riesgos que genere un repetina influjo de dinero. Sus divisas se apreciarían, reduciendo la competitividad de sus exportaciones no primarias, habría menos trabajo y capital para otros sectores, lo que haría que sus economías sean más dependientes de un sector volátil. No obstante, existen herramientas para mitigar tales amenazas.

Los bancos centrales podrían intervenir en los mercados de divisas y los exportadores, acudir a mercados de derivados para adquirir futuros y opciones que los cubran contra fluctuaciones de precios. La política fiscal podría ordenar que cuando los precios estén altos, parte de los ingresos se reserve. Sin embargo, los Gobiernos de la región no están enfocados en planificar para afrontar riesgos y muchos carecen del criterio tecnocrático para implementar correctivos.

La historia aconseja prudencia. América Latina tendrá que actuar con inteligencia si quiere aprovechar al máximo los ingresos del 'boom0. Las perspectivas son mejores para un trío probado y comprobado (Brasil, Chile y Perú). No será fácil, pero con el enfoque correcto, se trata de una oportunidad histórica para transformar la región.

 

Autor: The Economist. Publicado por: Gestión - pag. 23, 17 de agosto del 2023.