DE GRAN INTERÉS

 

El 26 de julio, la Reserva Federal (Fed) cumplió las expectativas del mercado y elevó su tasa de interés, la décimo primer alza desde marzo de 2022, continuando así con el ajuste más fuerte de la política monetaria estadounidense en cuatro décadas. pero los siguientes pasos de la entidad están bajo la sombra de la incertidumbre.

Hay economistas convencidos de que será el último incremento de este ciclo. La inflación ha disminuido respecto de sus picos del 2022; la tasa anualizada solo aumentó 3% en junio. La inflación subyacente que excluye los volátiles precios de alimentos y energía, ha estado un poco tozuda, aunque ha comenzado a ablandarse, señal de que las presiones so- bre los precios están mitigándose. Esto abre un camino para que la Fed afloje su política, con la esperanza de que guíe al país al tan debatido "aterrizaje suave".

Otros no están tan seguros. La inflación ha decepcionado a los optimistas durante los dos últimos años. Por ejemplo, si los precios de la energía suben, consumidores y empresas podrían revisar al alza sus expectativas inflacionarias y empujar a la Fed a volvera elevar la tasa de interés. Si un incipiente rebote de los precios de las viviendas adquiere tracción, también generaría inquietud. El vigor del mercado laboral se suma a las preocupaciones, pues el alza de los salarios alimenta la inflación.

Cabe destacar que hasta ahora, las agresivas acciones de la Fed apenas han afectado a los trabajadores del país: el desempleo está en 3.6%, idéntico al de marzo del 2022, cuando lo normal hubiese sido un incremento. La recuperación desde la pandemia, incluido un aumento de personas dispuestas a trabajar, habría servido como un colchón para la economía estadounidense.

Las opiniones opuestas entre economistas reflejan lo que ocurre dentro de la Fed. Durante los últimos dos años, sus funcionarios han hablado en terminos similares sobre el peligro de la inflación, y han estado casi unánimes respecto de las tasas. Pero han surgido divisiones. Christopher Waller, miembro de la junta de gobernadores de la entidad, representa a la línea dura.

El mes pasado alertó de que la Fed podría continuar subiendo su tasa hasta que haya una mejora sosteni- da en la inflación, desestimando el exceso de optimismo generado por las cifras de junio. "Un punto en la data no genera una tendencia", precisó. Al otro lado está Raphael Bostic, presidente de la oficina de la Fed en Atlanta, quien antes de la última subida de la tasa señaló que la entidad podría dejar de elevarla. "La desinflación gradual continuará", aseguró a fines de junio.

Incluso si el alza de julio termina marcando el pico para la Fed, su presidente, Jerome Powell, ha mantenido una inclinación de línea dura en sus declaraciones. "Lo que nuestros ojos nos dicen es que la política [monetaria] no ha sido suficientemente restrictiva por suficiente tiempo", dijo en conferencia de prensa tras dicha alza.

Las condiciones financieras se han relajado en meses recientes. El índice S&P 500 ha subido casi 20% desde marzo, cuando colapsó un puñado de bancos regionales estadounidenses. Con ese tono severo, quizás Powell busque que los inversionistas no se apresuren, pues esa conducta podría impulsar la inflación. Los banqueros centrales que deseen preservar sus reputaciones como combatientes contra la inflación, preferirían pecar por exceso de rudeza. Steven Englander, jefe de Investigación Global del banco Standard Chartered, compara la Fed con un pronosticador del tiempo que piensa que hay un 30% de posibilidad de lluvia. Todavía tiene sentido resaltar el potencial de clima húmedo, porque predecir uno soleado pero que luego llueva es percibido como algo peor que pronosticar precipitaciones y que salga el sol.

En la práctica, es seguro que la Fed será flexible y que reaccionará ala data económica. Para tener un ejemplo de la imposibilidad de mantener una posición fija, podría mirar a Canadá, cuyo banco central dejó de subir su tasa de interés en enero, creyendo que la inflación había alcanzado su techo, pero en junio tuvo que retomar el ajuste porque el crecimiento de la economía canadiense seguía sobrecalentado y la inflación, demasiado obstinada.

Sin embargo, no existen opciones libres de riesgo para la Fed. La que parece más moderada mantener estables las tasas de interés por el resto de este año, tendrá que asumir un tono crecientemente agresivo si la inflación continúa retrocediendo. Es que las tasas de interés nominales serían cada vez más restrictivas en términos reales (asumiendo que las expectativas inflacionarias disminuyan junto con las menguantes presiones sobre los precios).

En dicho escenario, los banqueros centrales que deseen mantener su actual política monetaria deberán pensar en bajar las tasas. Cuando la inflación estaba por las nubes, el trabajo de la Fed era difícil, pero sus decisiones, bastante obvias: no tenía más remedio que elevar la tasa de interés. A partir de ahora, su trabajo se ve más fácil, pero sus decisiones, más complicadas.

 

 

Autor: The Economist. Publicado por: Gestión - pag. 23, 01 de agosto del 2023.