Después de una intensa jornada marítima, los navegantes que parten del puerto de Huarmey, en Áncash descubren una colonia de lobos marinos. Esta experiencia le da un matiz distinto al verano.
El clima y el mar no tienen por qué confabular en contra de los veraneantes que buscan sobredosis de adrenalina en el norte. Eso es lo que dicen sabiamente los pescadores de Huarmey (Áncash), donde el sol siempre brilla, dándoles una cordial bienvenida a los viajeros dispuestos a avistar fascinantes criaturas en el Pacífico, además de enfrentar el caprichoso oleaje del mar.
Y es que no hay pierde en esa travesía que comienza en el puerto de Huarmey, donde el verano se vuelve eterno y las aguas turquesas del océano son seductoras. Lo sabe el Génesis, el bote que reta a las olas, alimentando las expectativas de la tripulación, decidida a superar a las aguas movidas, soportando los mareos de altamar y las altas temperaturas del mediodía.
Todo vale cuando el final de ese viaje –más allá de los arrecifes, islotes y puntas rocosas que bordean el acantilado– será el prometedor refugio marino del que tanto hablaba, recomendaban e invitaban a ver los pescadores. ¡Ya casi llegamos!, levantan los ánimos. ¡A la vueltita nomás están Las Loberas!, insisten para que nadie baje los brazos.
Lo mejor tarda en aparecer, lo anuncian las avanzadas de plumíferos que vuelan sobre el deslizador que rompe las olas. Lo mejor está volteando a la izquierda, 'allacito' de los despeñaderos costeros, donde regocijados y amigables, se divisa una colonia de lobos marinos que arman el show con certeros clavados, enfrentamientos territoriales y sendos aullidos.
Así son en su hábitat. Cientos de ‘lobos chuscos’ (otaria flavescens) que quieren divertirse y estar en contacto con los pasajeros que no dudan en tomarse selfies con los amos de Las Loberas, antes de dejarlos reposar sobre los peñascos. A este refugio de fauna marina se puede llegar en bote o descendiendo de los acantilados con un buen equipo de rapel.
Pero esa será otra aventura, otra hazaña que usted deberá concluir cuando retorne a este antológico escenario de la biodiversidad, en vez de recorrer las típicas rutas playeras. Después de todo, navegando en el norte la vida se hace más sabrosa y aventurera.
Ruta: Desde Lima por la Panamericana Norte hasta la provincia de Huarmey (Áncash). Partir desde el Terminal Plaza Norte. Distancia: 297 km. Tiempo: cuatro horas. De Huarmey al puerto en transporte público.
Destinos: Visite Punta Patillos y Pan de Azúcar, dos playas vírgenes de la provincia de Huarmey.
Fuente: Larepublica.pe