El Gobierno federal apostó por rescatar dos bancos de mediano tamaño: Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank. Aunque los accionistas salieron perdiendo, al decidir cubrir la totalidad de los depósitos, los federales les hicieron un enorme favor a quienes poseían cuentas gran- des (el seguro de depósitos solo cubre hasta US$ 250,000).
Las pérdidas, si las hay no está claro si alguno de esos bancos estaba insolvente, en lugar de simplemente carecer de la liquidez necesaria para afrontar una corrida de depositantes, no serán compensadas con un alza de impuestos, sino que el dinero provendrá de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, que recuperará los fondos, de ser necesario, imponiendo comisiones más altas a los bancos. Pero esas comisiones serán trasladadas al público, así que los contribuyentes terminarán pagándolas.
¿Fue una mala decisión? He escuchado cuatro tipos de críticas. Una es ridícula, dos son discutibles, pero la última me tiene algo preocupado, aunque probablemente sea errónea. Empecemos por la bobería. Muchos en la derecha se han alineado con la aseveración de que SVB cayó porque era excesivamente progresista, lo que es marginalmente menos disparatado que clamar que esa postura ocasiona descarrilamientos-.
SVB no destacaba entre otros bancos por su interés por la diversidad, el medio ambiente, etc. Además, ha habido colapsos de bancos durante siglos. Así que toda esa habladuría sobre progresismo no nos dice nada sobre fracasos bancarios, pero mucho sobre la bancarrota intelectual y moral de la derecha estadounidense.
Ahora, las críticas serias. Hay un argumento razonable, con el que estoy en gran medida de acuerdo: la caída de SVB no supuso una amenaza sistémica como síla causaron los desmoronamientos de instituciones financieras el 2008, empezando con Lehman Brothers. Entonces, ¿por qué rescatar a los depositantes?
Una respuesta es que, guste o no, SVB tenía un rol clave en lo que podría llamarse el ecosistema financiero del sector tecnológico. Si los depositantes hubiesen perdido acceso a su dinero, incluso temporalmente, muchas empresas tecnológicas se habrían quedado sin fondos para pagar sus planillas y demás obligaciones, lo cual habría provocado un perjuicio prolongado. Desaparecer al sector cripto sería un servicio público, pero hay otras cosas buenas que podrían sufrir daños.
En ese sentido, el rescate de SVB fue parecido al rescate de las automotrices General Electric y Chrysler, en 2009, que también se justificó en que preservaría una pieza crucial del ecosistema económico. Si bien el rescate automotor fue duramente criticado, en retrospectiva se ve como una decisión correcta, pese a que terminó costándoles miles de millones a los contribuyentes.
Una tercera crítica es que los federales han establecido el principio de que todos los depósitos están efectivamente asegurados sin que se haya impuesto una regulación más estricta a lo que los bancos pueden hacer con esos depósitos creando así un incentivo para la toma de riesgos irresponsable. Pero el Gobierno no ha garantizado todos los depósitos en todas las entidades y, al menos hasta ahora, estamos viendo un flujo de depósitos de bancos pequeños hacia bancos grandes y mejor regulados.
Podría no gustarlas grandes instituciones financieras no son adorables, pero en términos generales, parece que estamos viendo al sistema financiero moverse hacia una reducida toma de riesgos. Esto me lleva a la crítica que tomo seriamente, aunque pienso que sería errónea: que los colapsos bancarios socavarán los esfuerzos para controlar la inflación.
Es cierto que esos descalabros han hecho que los inversionistas repiensen el rumbo futuro de la política de la Reserva Federal (Fed): un alza de tasas de interés en su próxima sesión, que parecía asunto cerrado, ahora es incierta, y los mercados están definiendo precios en función de la posibilidad de un recorte de tasas y un desplome de las tasas a dos años (un buen indicador de la política de la Fed esperada para el futuro cercano).
Dada la manera en que el sistema bancario está reaccionando al caso SVB, hay buenos motivos para que la Fed limite sus alzas de tasas, al menos por un tiempo. La entidad ha estado tratando de enfriar la economía; pues bien, la creciente sensibilidad al riesgo de los bancos y el flujo de depósitos hacia bancos mejor regulados probablemente enfriará la economía incluso si la Fed no sube sus tasas. Algunos boletines financieros están prediciendo una recesión y las expectativas inflacionarias del mercado han disminuido.
Las repercusiones de los problemas bancarios han empeorado una sombría situación económica, y pasará tiempo, quizá una eternidad antes que sepamos si el Gobierno hizo lo correcto. Estoy oyendo mucha retórica apocalíptica, pero no parece estar justificada por la información disponible en estos momentos.
Autor: Paul Krugman, Gestión. 22 de marzo del 2023.