Aunque muchos políticos nunca lo admitirán, la economía estadounidense está mucho mejor de lo que la mayoría de analistas esperaba. Los empleos siguen aumentando y si bien la inflación continúa inaceptablemente alta, es probable que esté disminuyendo. Hay múltiples motivos, pero quizás ustedes no hayan oído acerca de este: un súbito y saludable rebote de la inmigración neta, que alcanzó más de un millón de personas el 2022, su mayor nivel desde el 2017. Es una exageración, pero con algo de verdad decir que los inmigrantes están salvando la economía del país.
A pesar de la fuerte subida de las tasas de interés, el mercado laboral permanece robusto se crearon 236,00 empleos en marzo. El empleo ha rebotado con asombrosa rapidez de la recesión inducida por el covid, y también ha superado las proyecciones prepandemia. La Oficina Congresal del Presupuesto predijo, justo antes de la llegada del covid, que la economía estadounidense generaría dos millones de empleos en tres años, pero en realidad ha generado más de tres millones. En el actual entorno confuso de la política económica, las buenas noticias suelen ser consideradas malas. La Reserva Federal (Fed) intenta desacelerar la economía, tal vez provocar una recesión, para ralentizar la inflación. Así que cifras de empleo sólidas debieran preocupar, pues serían un presagio de mayor inflación. Pero no parece que eso esté ocurriendo. El debate entre economistas que buscan augurios en las entrañas de la data de salarios y precios es tedioso. No obstante, lo que se ve es que la inflación está menguando a pesar de la elevada creación de empleos. ¿Cómo así?
Veamos qué pasó los últimos tres años. Ante una pandemia que cerró temporalmente gran parte de la economía, el Gobierno federal respondió con enormes programas de asistencia para trabajadores despedidos, empresas atribuladas, entre otras medidas. Estos programas aliviaron en gran magnitud lo que pudo haber sido una severa estrechez económica, pero también mantuvieron o potenciaron la capacidad del público para comprar bienes y servicios en momentos en que la capacidad de la economía para suministrarlos se había reducido por alteraciones de suministro causadas por la pandemia. El resultado fue una mayor inflación.
Muchas de esas alteraciones se han corregido y los paquetes de ayuda están llegando al final de su vigencia. Pero hasta hace muy poco, muchos argumentaban de que la pandemia había infligido un daño de largo plazo a la capacidad productiva del país, principalmente porque redujo la potencial oferta laboral. Por ejemplo, en noviembre, el presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo que todavía había millones de "trabajadores faltantes", respecto de las expectativas prepandemia.
El covid redujo directamente la oferta laboral, pues mató a alrededor de 400,000 potenciales trabajadores, y los síntomas del covid prolongado mantendría alejados del trabajo a muchos más. Powell también argumentó que la pandemia provocó millones de jubilaciones anticipadas de trabajadores mayores sin probabilidades de retornar. Por último, enfatizó una pronunciada caída en la inmigración neta. Pocos meses después, muchas de las inquietudes de Powell parecen erróneas.
Los relatos de jubilaciones anticipadas no están respaldados por la data: la participación en la fuerza laboral de estadounidenses entre 55 y 64 años está en niveles prepandemia.
Así que el repunte de la inmigración ha contribuido significativamente a la capacidad de la economía para seguir generando empleos sin que la inflación se descontrole. Portanto, ha ayudado a limitar los efectos adversos de corto plazo del fuerte gasto en la pandemia. ¿Y para el largo plazo? En ese caso, el argumento a favor de la inmigración es mucho más potente.
La preocupación sobre las finanzas del país a largo plazo está motivada principalmente por el aumento del ratio de dependencia de la tercera edad, que mide el por- centaje de adultos mayores respecto de la población en edad de trabajar. Si definimos dicha edad entre 18a64 años, el ratio es 17.5%, pero para residentes que llegaron al país después del 2010, apenas es 5.8%.
Básicamente, los nuevos inmigrantes retribuyen al sistema, pero no extraerán mucho en beneficios sociales durante los próximos años. Desde un punto de vista económico, el repunte de la inmigración es positivo. Y un sistema político racional, que no sea engañado por falsas aseveraciones sobre inmigración y delincuencia, acogería un resurgimiento sostenido del arribo de nuevos residentes.
Un apunte personal: a pesar de lo que ustedes puedan haber oído en Fox News, la ciudad del Nueva York, donde el 36% de habitantes ha nacido en el exterior en Queens, es el 47% no es un infierno.
Autor: Paul Krugman. Fuente: Gestión, 19 de abril del 2023.