LA CONDONACIÓN DE LA DEUDA ESTUDIANTIL

 

Estoy viendo la miniserie "She-Hulk", pues aunque no soy fan del género de superhéroes, después de "Orphan Black", veré cualquier cosa protagonizada por Tatiana Maslany. Su personaje es renuente a revelar sus superpoderes porque le preocupa (correctamente) que una vez que se sepa qué puede hacer, tendrá dificultades para pagar su deuda estudiantes.

No creo que los guionistas intentaran hacer una declaración política. Solo han reconocido la ubicuidad de la deuda estudiantil, y la ansiedad que provoca, en el país. Y esa omnipresencia es el motivo de que los ataques republicanos contra la política del presidente Biden de alivio de deuda, que ellos retratan como un dádiva para élites privilegiadas o para holgazanes despilfarradores, probablemente fracasen.

El Gobierno de Biden dice que su plan es brindar alivio a 43 millones de estadounidenses. Esa es mucha gente y no una pequeña y mimada élite. La oficina de la Reserva Federal (Fed) en Nueva York señala que más de 12 millones de estadounidenses treintañeros, más del 25% de ese grupo etario, aún mantiene impaga su deuda estudiantil.

Esto significa que incluso si uno está de acuerdo con la teoría sobre política de Trump, los únicos votantes que cuentan son los trabajadores que usan gorras de béisbol, habría que saber que algunos de ellos probablemente se endeudaron para asistir a institutos o universidades comunitarias, y que muy a menudo no obtuvieron nada a cambio, excepto deudas. Incluso entre quienes no se endeudaron, probablemente muchos tengan hijos, hermanos, primos o amigos que sí. Por eso, el plan de Biden impactará en muchos.

En suma, la condonación de la deuda estudiantil no es elitista, sino un asunto de amplio alcance, hasta se podría decir que es populista. Las encuestas iniciales muestran que la mayoría aprueba el plan, y que hay menos oposición entre blancos que no fueron a la universidad de lo que se podría esperar, dado que ese grupo desaprueba cualquier medida de Biden.

El otro vértice de la respuesta de la responsabilidad personal, retrasar a los beneficiarios como reinas de la beneficencia. Pero los esfuerzos republicanos en ese frente han sido muy desatinados. Teniendo en cuenta principios políticos generales, no parece inteligente decirles a decenas de millones de estadounidenses que son ociosos e irresponsables, según el senador Ted Cruz, son "baristas flojos" que desperdiciaron años "estudiando cosas completamente inútiles".

Siendo brutalmente honesto, ese tipo de caricaturización podría haberles funcionado a los republicanos cuando los insultos iban dirigidos a dos personas negras urbanas, pero es probable que fracase cuando estamos hablando de un amplio espectro de estadounidenses que solo intentaban avanzar. Es más, muchos de los más prominentes críticos de los alivios de deuda están cómicamente desconectados de la realidad o son hipócritas (o ambos).

Por ejemplo, el senador Marco Rubio ha declarado con orgullo que él pagó toda su deuda estudiantil luego de haber sido elegido senador y obtener un contrato para publicar un libro. ¿Por qué todos los demás no pueden hacer lo mismo?

Respecto a la hipocresía, la Casa Blanca está de plácemes mofándose de congresistas republicanos cuyas empresas recibieron condonación de deudas bajo un programa implementado el 2020.

Es verdad que ese alivio para empleadores que mantuvieron sus planillas en la pandemia formaba parte de dicho programa, pero también es cierto que investigaciones posteriores indican que solo alrededor del 25% de los fondos respaldaron sus empleos que de otro modo hubiesen desaparecido. El resto fue, en efecto, una dádiva para dueños de empresas.

En líneas más generales, es difícil escuchar sermones sobre responsabilidad personal cuando vienen de un movimiento lleno de gente que por mucho tiempo se rehusó a pagar lo que debía, desde Donald Trump, famoso por embaucar a sus contratistas, para abajo. Es difícil superar el espectáculo de Stephen Moore, a quien Trump intentó nombrar en la Fed llamando "muertos de cansancio" a quienes no pagan sus deudas. Es que la nominación de Moore fracasó en parte porque se había negado a pagarle a su exesposa US$ 300,000 de pensión alimenticia.

Nada de esto significa que el plan de Biden debería estar exento de críticas, aunque la vehemencia con que algunos centristas lo han atacado sigue siendo desconcertante. El plan ofrece algo de alivio, pero no resuelve el problema subyacente que generó a toda esa deuda estudiantil, que no es la proliferación de baristas flojos, sino una sociedad que exige credenciales educativas para muchos empleos sin hacer que la educación sea asequible.

El asunto es que Biden intentó abordar este problema subyacente, la gratuidad de las universidades comunitarias fue parte de su propuesta "Reconstruir Mejor", pero no pudo hacer que el Congreso la apruebe. Sin embargo, está ofreciendo algo de ayuda verdadera para millones de estadounidenses. Y es claro que los republicanos no saben cómo reaccionar.

 

Autor: Paul Krugman, Fuente : Gestión, 31 de agosto del 2022.