VIDA CITADINA Y GUERRAS CULTURALES

 

Tengo un departamento en el Upper West Side de Manhattan. Es un barrio con alta densidad poblacional y sus pudientes residentes dinamizan una amplia variedad de negocios: restaurantes, bodegas, ferreterías y tiendas especializadas de todo tipo. Casi todo lo que uno quiere hacer o comprar está a corta distancia, a pie. Vivo en lo que algunos europeos llaman "una ciudad de 15 minutos".

Es un nombre atractivo pero un tanto confuso para un concepto que los urbanistas llevan tiempo promoviendo: urbes peatonales que aprovechen las posibilidades de la densidad poblacional. Lamentablemente, también es un concepto que ha sido atrapado por las guerras culturales y se ha convertido en objeto de disparatadas teorías conspirativas. Y como de costumbre, quienes más vociferan "libertad" son quienes quieren evitar que otros estadounidenses tengan un estilo de vida que ellos desaprueban.

Las personas que no han experimentado la verda- dera vida urbana, generalmente no comprenden lo fácil que es. Las compras cotidianas se hacen al toque; pues en vista de que se camina, no hay que preocuparse por embotellamientos o estacionamientos. Se podría pensar que el precio a pagar por esta comodidad es soportar ruido constante o multitudes de extraños. Si bien las vías principales son bastante ruidosas, las calles secundarias son mucho más tranquilas de lo que uno podría imaginarse.

¿Y la delincuencia? Hay una generalizada percepción de que Nueva York es un lugar peligroso. En su discurso ante Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), Donald Trump aseveró que "los asesinatos están ocurriendo en números que nadie ha visto jamás, en Manhattan". Pero en realidad, Nueva York es uno de los lugares más seguros del país. Durante la pandemia, hubo un incremento de la tasa de delincuencia en la ciudad, pero ya estaría menguando. En particular, los asesinatos se han reducido a su nivel más bajo desde el 2019.

Yla seguridad acreditada por las estadísticas también es la experiencia en muchas áreas de la ciudad donde los neoyorquinos no actúan como si estuviesen aterrorizados por la delincuencia. Hace unas noches, regresé a casa caminando a las 12:30 am; había gente paseando y ninguna sensación de peligro. ¿Estoy haciendo proselitismo? Pues sí.

La mayoría de estadounidenses hasta quienes han visitado Nueva York pero han visto poco, aparte de las multitudes en Times Square tienen una idea distorsionada de la vida urbana. Sin embargo, pocos promotores del concepto de "ciudad de 15 minutos" estarían de acuerdo con que se imponga a la población ese estilo de vida. Más bien, se trata de hacer posible que la gente viva de esa manera si así lo desea."

Aquí es donde entran a tallar las guerras culturales y las teorías conspirativas. En la política estadounidense existe una regla no escrita de que está bien que los políticos denigren a las grandes urbes y a sus residentes de una manera que sería considerada imperdonable si alguien hiciera lo mismo con las zonas rurales. Las falsedades de Trump no son inusuales, pues parece haber una extendida sensación de que solo quienes viven dependiendo de su auto o camioneta son estadounidenses de verdad.

Yeso alimenta teorías conspirativas. Hacer que las ciudades peatonales sean posibles requiere tanto la flexibilización como el endurecimiento de restricciones al desarrollo urbano: las localidades tendrían que permitir la construcción de más complejos multifamiliares al tiempo de restringir el tráfico automotor en ciertas áreas. Lo curioso es que la derecha ve como complots de la izquierda el ajuste y también la relajación de la regulación.

Un documento presupuestario, popular entre los republicanos de la Cámara Baja, respalda prohibiciones municipales para edificar complejos multifamiliares pues ayudan a preservar nuestros "hermosos suburbios" (hoy en día, hasta los documentos fiscales suenan como discursos de Trump). En cuanto a las restricciones al tráfico, algunos en la derecha se han convencido de que es un complot para encerrar a los residentes en sus vecindarios y no permitirles salir. Comentaristas ligeramente menos lunático, como el filósofo pop Jordan Peterson, llaman a esas restricciones un plan de "burócratas tiránicos para dictar dónde se puede manejar.

Claro que todos coinciden en que hay muchos sitios donde no se puede manjear, por ejemplo, campos de cultivo, porque hacerlo impondría costos a otras personas. Pero los costos que uno impone a otros por manejar en un área urbana y, en consecuencia, empeorar la congestión vehicular, son muy reales, aunque para ciertos derechistas es tiránico aplicar límites al desplazamiento de vehículos en las urbes.

Lógicamente, nada de esto es argumentación racional. Ignoro cuántos estadounidenses elegirían el estilo de vida de las ciudades peatonales si estuviesen disponibles de manera extensa, pero seguramente serían mpas de los que hoy viven en las existentes. Desafortunadamente, la planificación urbana es otra víctima de la política del agravio y la paranoia.

 

Autor: Paul Krugman. Publicado en Gestión, 08 de marzo del 2023.