EL ALZA DE PRECIOS NO CEDE

 

 

Se siente un poco injusto. En julio del 2021, mientras los bancos centrales de Estados Unidos y Europa desestimaban el riesgo de que la inflación se atrinchere, el Banco Central de Chile hizo lo que debía hacerse. Ante la preocupación de que la inflación aumente y permanezca elevada, subió su tasa de interés de 0.5% a 0.75%.

Desde entonces, la ha subido una y otra vez, hasta 11.25%, superando las expectativas de los inversionistas. Quizá ningún otro banco central haya buscado la estabilidad de precios con tanta dedicación.

No obstante, en setiembre, la inflación anualizada chilena subió a 14%, mientras que la inflación "sub yacente", que excluye precios volátiles como energía y alimentos, saltó a 11%. Este ejemplo ilustra un problema más vasto. Muchos expertos dicen que si la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo y otros hubiesen subido sus tasas el año pasado, hoy el mundo no estaría luchando contra una inflación alta. Pero la experiencia de Chile y otros países que ajustaron temprana y agresivamente sus políticas monetarias arroja dudas sobre tal argumento.

En todo el mundo, está siendo extraordinariamente difícil detener el alza de precios. The   Economist ha recopilado data de Chile y otros siete países cuyos bancos centrales iniciaron ciclos de ajuste hace al menos un año, tras haber recortado sus tasas de interés a mínimos históricos a principios de la pandemia: Brasil, Corea del Sur, Hungría, Noruega, Nueva Zelanda, Perú y Polonia.

En el periodo anual finalizado en octubre, la me diana de la subida de tasas en este grupo fue seis puntos porcentuales-el aumento acumulado realizado por la Fed no se le acerca. Previsiblemente, los ajustes ralentizaron las economías del grupo. Sus mercados inmobiliarios se han enfriado ante el en carecimiento de las hipotecas. Goldman Sachs elabora un indicador de actividad económica en tiempo real y usando esa data, la economía del grupo se está debilitando respecto del promedio global.

Sin embargo, la inflación no cede. Los bancos centrales suelen enfocarse en la inflación subyacente, que refleja mejor las presiones inflacionarias domésticas. En setiembre, ese indicador fue 9.5% anualizado en el grupo (3.5 puntos porcentuales más que en marzo) y lo peor es que la brecha con la inflación subyacente global parece estar ensanchándose. Y al analizar estadísticas nacionales, las tendencias son más inquietantes.

El aumento de salarios en Chile continúa acelerándose y en setiembre, la inflación anualizada en el sector servicios de Corea del Sur fue la más alta desde la década del 2000. En todo el grupo, la inflación está afectando un rango más amplio de bienes y servicios. En setiembre, los precios del 89% de componentes de la canasta básica en Noruega crecieron más de 2%, anualizado, frente a 53% hace seis meses.

Las dificultades de este grupo plantean tres posibilidades. La primera es que hoy no es realista esperar que la inflación baje. La investigación señala que hay desfases, a veces prolongados, entre ajustes monetarios y baja inflación. Además, casi todas las di visas se están depreciando frente al dólar, lo que encarece las importaciones.

Todo esto puede ser cierto, pero tras ser sorprendidos por la inflación una y otra vez, sería valiente apostar que la inflación en estos países pronto estará cerca de las metas de sus bancos centrales, incluso si las condiciones comienzan a mejorar.

La segunda posibilidad es que los bancos centrales, incluidos los del grupo analizado, no han sido suficientemente audaces. Tal vez debieron subir sus tasas de interés con mayor agresividad. Este argumento es esgrimido con vehemencia por los "Chicago boys"! que aún quedan en Chile-economistas libertarios que implementaron las reformas de libre mercado en el país en los años 70.

Los gobiernos, por su par te, podrían colaborar más. Tras el estímulo del gasto durante la pandemia, la mediana del déficit presupuestario en el grupo ha caído, aunque aún está en 3% del PBI. Alzas de impuestos o recortes del gasto público ayudarían a reducir la demanda, pero esta estrategia supone riesgos, pues implementar austeridad en medio de una esta crisis del costo de vida sería muy impopular. Y Chile, que ha ajustado su gasto y proyecta tener superávit fiscal este año, aún no ve resultados en reducir la inflación.

Esto conduce a una tercera posibilidad la más preocupante. Quizás la inflación es más difícil de detener de lo que todos habían predicho hace un año. Un reporte publicado en el verano (boreal) por el Banco de Pagos Internacionales insinuó esta posibilidad. En un "entorno de baja inflación", que era la norma antes de la pandemia, nadie prestaba mucha atención a los precios, lo que garantizaba que no subiesen rápidamente.

Pero en un "entorno de alta inflación", como en los años 70, hogares y empresas comienzan a seguir la pista de la inflación, lo que con el tiempo genera "cambios de conducta que podrían atrincherarla". Si eso ha ocurrido, quizás se necesiten otras herramientas para enfriar los precios.

 

Autor: The Economist. Publicado en Gestión, 03 de noviembre del 2022.