MITOS DE LA AUTOMATIZACIÓN

 

 

A medida que las economías reabren, la escasez laboral empeora. En Estados Unidos, el número de vacantes no cubiertas nunca fue tan alto (9.3 millones).

En Europa, un creciente número de empleadores se queja de lo difícil que es encontrar personal. Los debates sobre el tema se han centrado en la política del bienestar y la disrupción económica, pero el fenómeno tiene una lección más profunda: nos dice algo sobre los mitos de la automatización.

Muchos economistas han asegurado que una ola de robots mata empleos está arrasando el mercado laboral. El FMI señala que la pandemia "está acelerando un desplazamiento de empleo desde sectores más vulnerables a la automatización". ¿Pero puede estarse creando un ejército de trabajadores excedentarios pese a que los empleadores se quejan de que enfrentan un déficit laboral?

Los economistas tienen motivos para creer que la automatización aumentará.

Las recesiones suelen inducir a las empresas a adoptar más robots, en parte porque el empleo se encarece las ventas caen pero no los salarios. En una pandemia, los CEO tienen un incentivo extra para automatizar tareas, como muestra un estudio del FMI. Las máquinas no requieren distanciamiento social ni se enferman. Además, gracias a los estímulos de los gobiernos, las empresas han acumulado efectivo que ahora podrían usar en robótica o software de inteligencia artificial.

El debate tiene mucho de especulación y anécdotas, pero poco de evidencia. Según algunas investigaciones, el año pasado los empleos automatizables desaparecieron en grandes cantidades, pero es difícil separar el efecto del cambio tecnológico y el de los confinamientos. El PBI de Estados Unidos está cerca de su nivel prepandemia, aunque emplea a 7 millones de personas menos. Algunos dicen que esto muestra que la economía puede funcionar con menos personas.

Pero simplemente podría significar que la productividad per cápita ha aumentado, quizás debido a aspectos no muy bien entendidos como el teletrabajo. Muchos que se mantienen al margen obtendrán empleo a medida que el temor al virus se desvanezca, lo que elevará la producción por encima de sus niveles prepandemia.

La escasez laboral no es lo único que debilita el argumento de la ola de robots mata empleo. En Estados Unidos, los salarios de los trabajadores peores pagados de quienes se piensa son muy vulnerables a la automatización, son los que más crecen, en contraste con lo ocurrido tras la crisis financiera. A partir de una metodología de la oficina de la Reserva Federal en San Luis (Misuri), The Economist dividió el mercado laboral estadounidense en empleos "rutinarios" (pueden ser desempeñadas por robots) y "no rutinarios".

Durante cuatro décadas, los rutinarios disminuyeron como porcentaje del total y en mayo último habrían representado el 40.9%. Sin embargo, la recesión inducida por el covid-19 está revirtiendo la tendencia y ahora representan el 41.4%. Eso significa que este país tiene un millón de empleos rutinarios "adicionales". Quizás la incertidumbre frente a las variantes del virus esté aplazando inversiones en robótica: la importación de robots industriales cayó 3% el 2020.

Australia podría ser un mejor lugar para buscar señales de la ola mata empleos. Luego de estrictos confinamientos, ha estado bajo restricciones bastante flexibles por más de un año, lo que permite vislumbrar cómo ocurrirá en otros países.

Adaptamos un estudio del Gobierno realizado el 2015 y asignamos a 355 ocupaciones, desde "gerentes de hotel y motel" hasta "terapistas de salud complementaria" puntaje de 0 a 100, según cuán automatizables parecen ser.

Antes de la pandemia, los empleos automatizables disminuían (57% de la fuerza laboral el 2019).

La tendencia ha continuado, con evidencia de una aceleración inducida por el covid-19: el 55% de australianos trabaja en ocupaciones vulnerables, hallamos tendencias similares en Nueva Zelanda, pero la tasa de desempleo es casi tan baja como antes de la pandemia y los quejidos de los empleadores por la escasez laboral son más fuertes que en Estados Unidos. Al parecer, la automatización no está enviando gente al depósito de desechos.

A la larga, los pesimistas podrían tener razón, pero incluso si no, las predicciones de un mundo sin trabajadores continuarán. Ello debido a que el perdurable miedo a las máquinas no es el resultado de un análisis imparcial d ela evidencia. Siglos de mejoras tecnológicas nunca generaron desempleo estructural masivo y los países con más robots tienden a tener menos desempleo. El nerviosismo es la expresión de otra cosa: refleja una fascinación y un miedo a las máquinas muy arraigados.

También reflejan la preocupación de muchos economistas por hacer que los gobiernos presten más atención a las perspectivas laborales de personas con las aptitudes menos redituables, que siempre son las más vulnerables a cambios y shocks económicos. Estas son motivaciones perfectamente entendibles, pero cuando vuelva a oír una alerta sobre robots mata empleos, piénselo dos veces.

 

 

Publicado en Gestión, 11 de Mayo del 2021.