LA CIENCIA DESPUÉS DE LA PANDEMIA

 

 

El primer virus en ser secuenciado fue el MS2, en 1976, luego de diez años de arduo trabajo en un laboratorio belga. El genoma del SARS-CoV-2, casi nueve veces más largo, fue secuenciado pocas semanas después que médicos en Wuhan se inquietaron por un nuevo tipo de neumonía. La proeza se ha repetido con un millón de muestras distintas de ese virus, en la búsqueda de variantes como la que asola Brasil.

La secuencia del genoma original fue la base para las vacunas que hoy obstaculizan al virus allá donde lo permiten su disponibilidad, la política y la confianza del público. Asimismo, la abundancia de data, experimentos y percepciones ha tenido profundos efectos sobre la pandemia, y sobre el futuro de la medicina. También es inspirador.

Alrededor del mundo, científicos han puesto de lado sus proyectos para aportar frente a un enemigo común. El covid-19 ha provocado unas 350,000 investigaciones, muchas de ellas en repositorios que hacen que los hallazgos estén disponibles casi instantáneamente. La base de todo esto es la aplicación de la genética en la medicina, de manera sistemática y transformativa no solo para entender la patología sino en rastrear su propagación, curarla y prevenirla.

Este enfoque podría apuntarla la llamada "seguridad natural": hacer a las sociedades resilientes a los riesgos que surgen de su contacto con el mundo viviente, ya sea por enfermedad, inseguridad alimenticia, guerra biológica o degradación ambiental. La aplicación de la genética en la medicina refleja, en parte, rápidas mejoras en eficiencia. La secuenciación del ADN en un genoma humano costaba US$ 10 millones el 2007, hoy se hace por US$ 1,000 y en mucho menos tiempo.

Debido a la pandemia, las técnicas de secuenciación se han hecho conocidad. Es el caso de la tecnología de vacunación desarrollada por Moderna (Estados Unidos) y BioNTech (Alemania), basada en años de trabajo con el ARN, que es un almacén de información genética. Es destacable que se pueda instruir a las células del cuerpo a producir proteína viral y así preparar al sistema inmunológico. Con esta validación, las inversiones en compañías que han trabajado con el ARN rendirán frutas.

Una vacuna con esa tecnología contra cualquier enfermedad (como malaria o algún cáncer) es un mensaje escrito en código genético: puede se hecha de la misma manera y con el mismo equipo que la vacuna contra SARS-CoV-2. Si como la promete, provee una plataforma para que las células realicen acciones específicas y desistan de hacer otras, la medicina se volverá más poderosa y más personal. Se harán rutinarias las terapias hechas a medida para tratar anormalidades genéticas raras.

La pandemia también ha demostrado el valor de las tecnologías de secuencia de genes. Observar las mutaciones del SARS-CoV-2 es esencial si el mundo quiere entenderlo y defenderse de variantes peligrosas. Si como es probable, el covid-19 se vuelve endémico, la secuenciación será la base del desarrollo de vacunas periódicas.

Las compañías han producido potentes sistemas de secuenciación para técnicos capacitados. No obstante, el mundo ahora necesita sistemas ubicuos y confiables que puedan se usados en lugares como centros de salud rurales, enfermerías de cárceles o redes de alcantarillado, a fin de que actúen como alertas tempranas ante la propagación de patógenos.

Otra área de trabajo es donde la pandemia ha revelado brechas. Aún no hay antivirales de bajo peso molecular para combatir el SARS-CoV2. El enfoque debiera ser fármacos contra familias de virus más probables de causar problemas futuros. Dado que el mercado no lo financiará, se necesitarán mecanismos que involucren a los gobiernos, como fondos para I+D, ensayos clínicos y compra de medicinas en grandes volúmenes; algo similar debiera aplicarse ante la inminente amenaza de bacterias resistentes a antibioticos.

Estas innovaciones tendrán grandes consecuencias. La medicina con tecnología ARN necesitará acciones novedosas de empresas y reguladores al igual que otras plataformas, incluidas ciertas formas de terapia genética. Por ejemplo, dado que la vacuna contra la malaria será hecha en la misma plataforma que la del SARS- CoV-2, se podrá agilizar su aprobación.

Las farmacéuticas tendrán que adaptarse, pues algunas dolencias crónicas podrían ser curadas. Muchas se concentran en enfermedades del primer Mundi: cardíacas, cáncer, desórdenes metabólicos, etc.

También harán falta sistemas institucionales que la usen sabia y ampliamente. Sin ellos, una gran tecnología suele producir resultados mediocres, como ha ocurrido en muchos programas de testeo y rastreo de covid-19. No obstante, la pandemia ha mostrado que la biomedicina posee las herramientas y el entusiasmo para mejorar el mundo.

Hay que aprovecharlo.

 


 

Publicado en Gestión, 30 de Marzo del 2021.