¿LO GASTARÁN?
Los controles implementados durante la Segunda Guerra Mundial hacen que las restricciones de hoy se vean laxas. En Estados Unidos, el Gobierno racionó todo, desde café hasta zapatos, y prohibió la producción de refrigeradoras y bicicletas. Dos años después de la guerra, sobrevino un boom de consumo, pues los estadounidenses dieron uso a los ahorros que acumularon en el periodo bélico.
Hoy, los gobiernos están relajando lentamente los confinamientos, a medida que las vacunas reducen las hospitalizaciones y muertes.
La atención está virando hacia la recuperación económica. La gran pregunta es si el mundo avanzado podrá repetir la reacción de posguerra: que sus ahorros impulsen un rápido rebote. The Economist ha recogido data del ahorro personal, ingresos después de impuestos menos gastos de consumo, en 21 países ricos. Los hogares guardaron US$ 6 millones de millones, el doble de lo usual.
Eso implica "exceso de ahorro" por alrededor de US$ 3 millones de millones, el 10% del gasto de consumo anual en esos países.
Los hogares no ahorran a tal escala en recesiones, pues sus ingresos suelen caer debido a recortes de salarios o pérdida de empleo. Pero esta vez, los gobiernos pudientes han gastado 5% de sus PBI en subsidios al desempleo, licencias pagadas y cheques de estímulo, lo que ha elevado los ingresos de los hogares. En paralelo, los confinamientos redujeron las oportunidades de gasto.
¿Qué harán los consumidores con ese dinero? Si lo gastan de golpe, el PBI del mundo avanzado crecería más de 10% este año probablemente también generaría mayor inflación. Pero podrían no gastar nada, quizás si piensan que sus impuestos subirán para compensar los enormes paquetes de estímulo. La realidad estará entre esos extremos.
JMPorgan Chase señala que en muchos países ricos el consumo rebotará a cerca de su nivel prepandemia, lo que impulsará una fuerte recuperación global. El 9 de marzo, la OCDE elevó a 6.2% su proyección de crecimiento del PBI del G20 para este año, bajo el argumento de que los ahorros de los hogares representan una "demanda acumulada". Sin embargo, tales cálculos son altamente inciertos porque hay pocos precedentes, aparte de lo ocurrido tras la Segunda Guerra Mundial.
Hay dos factores relevantes: la distribución de ese ahorro y si las personas lo consideran ingreso o patrimonio. Hay pocas dudas de que la gente acomodada ha acumulado la mayor porción del exceso, una gran parte de su gasto es discrecional, vacaciones, restaurantes y muchos de estos servicios estuvieron cerrados. Eso limita una potencial bonanza de consumo porque la evidencia indica que esa gente baja propensión a gastar lo que gana. Pero ese sesgo varía entre países.
El 25% más pobre de hogares europeos ha tenido la mitad de probabilidad de aumentar sus ahorros que los más pudientes. En Reino Unido, el 20% más pobre de ahorro menos en la pandemia que antes, y los canadienses menos favorecidos no han podido juntar anda. En estados Unidos es diferente, su estímulo fiscal ha sido inusualmente generoso. Una tercera ronda de cheques, esta vez por US$ 1,400, será enviada pronto a la mayoría de adultos. Los subsidios al desempleo han sido, para muchos, superiores a lo que percibían cuando tenían trabajo.
El resultado es que los estadounidenses de bajos ingresos habrían ahorrado más que los ricos, en términos relativos. Un estudio del Instituto JPMorgan Chase halló que a fines de diciembre, el saldo en cuentas bancarias de los pobres en dicho país era 40% mayor que el año previo, mientras que el de los ricos era 25%. Quienes obtienen ingresos bajos y moderados tienen mayor probabilidad de gastar sus ahorros cuando la economía reabra, lo que impulsará la recuperación.
Con respecto al segundo factor, existe más incertidumbre. No es una distinción meramente semántica. Según muchos estudios, los hogares tienen mayor probabilidad de gastar más en respuesta a un aumento de sus ingresos, como un alza de sus salarios que a un incremento en su patrimonio como una subida en el valor de su casa. Asimismo, los ahorros en exceso han sido acumulados de manera distinta.
En Reino Unido y la eurozona, fue debido a que se gastó menos. Es poco probable que las personas lo vean como "ingreso adicional", sostuvo en una reciente ponencia Gertjan Vlieghe, miembro del comité de Política Monetaria del banco central británico. En cambio, en Estados Unidos y Japón, son resultados de mayores ingresos debido a los estímulos. En esa situación, señaló Vlighe, el exceso "puede ser más razonablemente interpretado como "ingreso adicional", que los consumidores se sentirán más contentos de gastar.
Eso apunta a un fuerte contraste con el boom de posguerra. La recuperación estadounidense fue impresionante, pero la europea lo fue más: su PBI se expandió 50% más en los años 50. Esta vez es distinta, pues a medida que la pandemia decline en Estados Unidos, donde hay más estímulo y los consumidores tienen más probabilidad de gastarlo, el resto del mundo rico quedará rezagado.
Publicado en Gestión, 18 de marzo del 2021.