EMPRESAS Y VACUNAS

 

 

La pandemia está produciendo un nuevo conjunto de asuntos éticos para los negocios. La premisa del "capitalismo del stakeholder" no es solo que la las empresas deben considerar los intereses de accionistas, empleados y clientes, sino que al hacerlo, todos salen beneficiados: los accionistas prosperarán si trabajadores y clientes son tratados decentemente. Pero la pandemia podría generar conflictos entre esos grupos.

Por ejemplo, los clientes podrían querer que las empresas insistan en que todos sus empleados sean vacunados, aunque no quisieran que esa misma regla se aplique a ellos mismos. Podría parecer que los accionistas deseen que regrese a las oficinas la mayor cantidad posibles de empleados, excluir a algunos clientes potenciales y que las interacciones en tiendas y restaurantes sean lo más libres de restricciones posibles.

Pero si una empresa se gana la reputación de ser un lugar inseguro para trabajar o para que sus clientes visiten, el efecto en los retornos de largo plazo podría ser significativo. También es esencial la percepción de rectitud y honestidad. Pobre del ejecutivo que se salte la cola, como ocurrió con Mark Machin, que tuvo que renunciar como CEO de un fondo de pensiones en Canadá porque viajó a Emiratos Árabes Unidos para recibir la vacuna.

Las empresas no solo enfrentan la disyuntiva entre seguridad y libertad personal, sino que también corren el riesgo de discriminar en contra de quienes todavía no acceden a la inoculación o quienes, por motivos médicos o religiosos, no pueden o no quieren recibirla.

Tampoco tienen completa libertad de acción. La situación legal varía de país a país, pero parece probable que en muchas jurisdicciones las empresas solo podrán insistir en la obligatoriedad de vacunación para empleados nuevos.

El tema es particularmente acuciante en el sector salud. Se podría esperar que el personal médico sea receptivo a la necesidad de inmunizarse, pero algunos trabajadores de salud podrían sentir que al haber tenido covid-19, como les ha sucedido a muchos, ya no es necesario.

Laura Boundreau, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia (Nueva York) observa que, en este tipo de sector, hay una obligación del empleador de tratar de identificar roles seguros o, de lo contrario, informar a los clientes sobre personal no vacunado en esos roles.

En otras palabras, los trabajadores no inmunizados deberían mantenerse alejados de pacientes vulnerables. En otros sectores, las reglas de seguridad suelen carecer de consistencia. A inicios de la pandemia, los buques cruceros contribuyeron con la propagación de la enfermedad. La línea de cruceros Saga, que atiende a viajeros adultos mayores, ahora insiste en que los pasajeros presenten prueba de haberse vacunado, pero no exige lo mismo a su tripulación.

Tiene sentido. Los pasajeros son principalmente captados de países ricos, donde los adultos mayores han estado entre los primeros en ser inoculados. La tripulación es joven y suele provenir de países pobres, lo que en ambos casos significa que la dosis son difíciles de obtener. Sin embargo, el sector no está adoptando un enfoque consistente. La línea Swan Hellenic insiste en vacunas para la tripulación y no para los pasajeros; Victory Cruise lo ha hecho obligatorio para ambos grupos.

Ninguna vacuna es 100% eficaz.

Todavía no está claro si las personas que han sido inoculadas pueden transmitir la enfermedad, de modo que en actividades donde el personal esté en contacto con clientes, las empresas deben insistir en el distanciamiento social o el suso de mascarilla hasta que los niveles de contagio caigan sustancialmente. Pero incluso entonces, los empleados podrían contraer el virus entre ellos.

Más adelante, las empresas tendrán que considerar qué hacer cuando las vacunas estén ampliamente disponibles. Parte del personal podría no haberla recibido por alguna condición médica (como embarazo). ¿Las empresas tienen el deber de preocuparse por proteger a esos empleados de colegas que se rehusaron a recibir la inyección?

Boundreau señala que para la mayoría de empresas, les es de mucho interés que "para reducir las barreras de elegibilidad de inmunización entre sus trabajadores, dialoguen con ellos a fin de entender si y por qué se sienten indecisos, y proporcionar información que pueda ayudar a los renuentes".

Pero eso es probablemente todos los que podrán hacer. Podría haber otra fase de la pandemia con nuevas variantes resistentes a las actuales vacunas. Por ello, el tipo de dosis que las personas han recibido se torna más significativo.

En resumen, los gerentes enfrentarán una serie de disyuntivas y su mejor opción podría ser aceptar las incertidumbres, permanecer flexibles, garantizar los mejores estándares de higiene posibles para su personal, y tener la esperanza de que la inmunidad adquirida, vacunas y terapias hagan que el covid-19 no sea más amenazador para la vida que la gripe estacional.

 


 

Publicado en Gestión, 09 de Marzo del 2021.