CAMBIO RADICAL

Facebook promete que, de ahora en adelante, se portará mejor.

La escena se está volviendo habitual: un ejecutivo de Facebook es citado por el Congreso estadounidense para ser sometido a un minucioso interrogatorio público. Los pasados 16 y 17 de julio, los legisladores parecían mejor preparados que hace un año -cuando mostraron que tenían escasa idea del negocio de la compañía- durante la audiencia en torno a su incapacidad de impedir que una deshonesta firma consultora recolectase data de 50 millones de usuarios sin su autorización.

Pero esta vez, David Marcus, cocreador y encargado del desarrollo de la criptomoneda de Facebook (libra), respondió preguntas en su mayoría sensatas sobre el reciente producto de la red social. ¿Los datos de transacción serán explorados para identificar patrones de gasto? ¿Cómo hará dinero Facebook con libra, que será administrada por un órgano independiente basado en Suiza?.

Marcus ofreció respuestas razonables. Se requerirá el consentimiento de los usuarios para explorar los datos de transacción; los ingresos para la compañía provendrán de los anunciantes, que estarán felices con pagar para obtener acceso a los consumidores dispuestos a desembolsar su dinero gracias a que habrá alternativas más sencillas para pagos online.

Sin embargo, la gran pregunta en la mente de todos era distinta: ¿Por qué diablos Facebook, una compañía plagada de escándalos, quiere lanzar un instrumento financiero global? La interrogante es mucho más relevante a la luz de la decisión tomada días antes por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, de multar a la compañía con US$ 5,000 millones por su reciente uso indebido de data.

Si el Departamento de Justicia aprueba esa penalidad lo cual parece probable, será la mayor jamás impuesta por el Gobierno estadounidense a una empresa tecnológica-aunque la Unión Europea (UE) ha aplicado multas más severas-.

Facebook parece ansiosa por convencer a los gobiernos que, a pesar del cúmulo de evidencias en su contra, se puede confiar en ella. Mark Zuckerberg, presidente del directorio y CEO de Facebook, ha pedido más regulación para las grandes compañías tecnológicas, incluida la suya. En el Congreso, Marcus prometió que libra y la división de Facebook que se encargará de monetizarla, Calibra, no serán lanzadas hasta que las inquietudes de los legisladores hayan sido despejadas.

Marcus pareció decir que ahora la compañía solicita permiso en lugar de pedir perdón y no al revés, como ocurría cuando era una firma joven. El nuevo y maduro rostro de Facebook funciona bien con los inversionistas: tras un año de escándalos y mala prensa, el precio de su acción está muy cerca de su máximo nivel récord.

Su cotización subió más de 1% luego de conocerse la más reciente multa, la cual ya había sido incorporada al precio gracias a una astuta estrategia de comunicación, que anticipó la decisión, implementada a inicios de año -tal vez una señal de las buenas relaciones de trabajo entre la compañía y la reguladora estadounidense-. Una Facebook que trabaja con los gobiernos y no alrededor de ellos, es atractiva para sus accionistas.

También lo es la habilidad de la compañía para cosechar dinero. El crecimiento de su principal red social se está desacelerando, pero los ingresos de Instagram, su popular app para compartir fotos, están incrementándose rápidamente. Todavía tiene pendiente hacer realidad el potencial de negocio de su servicio de mensajes, WhatsApp.

Los analistas esperan que los resultados de Facebook del segundo trimestre muestren ingresos por US$ 16,300 millones, superiores en 25% a los obtenidos el mismo periodo del año pasado. A diferencia de las utilidades generadas por otras empresas tecnológicas, se espera que sus ingresos netos hayan crecido, alrededor de 6% alcanzando los US$ 5,400 millones- monto más que suficiente para pagar la multa-.

No obstante, la compañía no está fuera de peligro.

Otras reguladoras y políticos están haciendo cola para arremeter contra las grandes tecnológicas, y no solo en Estados Unidos. Las autoridades financieras desconfían de libra, preocupadas porque podría convertirse en un vehículo para el fraude y el lavado de dinero, como ha ocurrido con otras criptomonedas.

Los banqueros centrales temen que si libra llega a ser adoptada de forma suficientemente amplia, podría amenzar la estabilidad financiera. El 16 de julio, Ursula von der Leyen, presidenta electa de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, manifestó su deseo de que las gigantes tecnológicas paguen más impuestos. Al día siguiente, la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, anunció una investigación sobre el uso que Amazon ha hecho de la data recogida por los comercios minoristas que utilizan su plataforma.

En algunos países, los reguladores de protección de datos quieren ordenar que las empresas que no se ajusten a las normas dejen de procesar data. Esto causaría un daño más considerable que una multa.

Publicado en Gestión, 25 de julio del 2019.