CON LA ECONOMÍA A LA DERIVA, ES INCIERTO EL 2021
Diariamente se advierten exigencias de correcciones en el Poder Judicial y en el Poder Legislativo, en gran parte promovidas por el Poder Ejecutivo y por el presidente Vizcarra en particular. Vizcarra ha sintonizado bien, por el momento, con la antipatía de la ciudadanía, cansada de los latrocinios de nuestras autoridades.
¿Pero qué se puede decir al propio Poder Ejecutivo? Más allá de estar sirviendo de látigo de los otros poderes, su ineficacia en casi todos los sectores que la constituyen resulta manifesta. Destacar por sus embestidas a terceros, no lo hace competente en el cumplimiento de sus funciones básicas.
Y eso lo sufre económicamente el país.
Ya se ha criticado lo apocados que son los ministros actuales. Uno se sorprende de tanto en tanto conocer que tal persona es un ministro de tal sector, así de herméticos son. Ningún ministro cumple su rol político, siendo la mayoría de ellos de perfil técnico.
Tal carencia de orientación expresa en cada sector del Ejecutivo es encubierta, actualmente, por esa permanente arremetida a las otras entidades del Estado. De esa manera alicaída gestión pasa algo inadvertida. Es difícil distinguir resultados económicos significativos en estos 30 meses de gobierno.
Vizcarra no puede excusar su limitada pericia para el cargo con el subterfugio de que solo tiene diez meses como presidente. Él fue también el jefe de campaña del partido liderado por el infausto expresidente Kuczynski, vicepresidente de la República, ministro de Transportes y Comunicaciones, en una controvertida gestión, y embajador del Perú en Canadá.
En suma, ya ha estado tres años en cargos relevantes durante este gobierno y no se distingue nada destacable en su administración. Hasta su bandera de lucha contra la corrupción, que le ha brindado buenos réditos políticos, en los asuntos que están bajo su autoridad se le nota alentando temas contra sus enemigos políticos y gran recato para tratar casos de otros personajes, y que tanto daño han generado al progreso del Perú.
Ya vamos acostumbrándonos a crecer mediocremente y eso nos condena a que la pobreza no se reduzca, a que la informalidad aumente y a que las reformas que podrían potenciar la economía se posterguen indefinidamente. Nuestra economía está hipotecada para el mediano plazo.
Vizcarra, ya sin bancada parlamentaria, con peleas intestinas con el partido que lo llevó al poder, con un gabinete muy débil, y con consejeros en la sombra que lo hacen trastabillar continuamente, viene fundando un ambiente complicado para el 2021.
Para entonces, la ciudadanía volverá a votar al tun tun y elegirá a un personaje desconocido a un radical, de derecha o de izquierda. En cualquier caso, si nuestra fatalidad prosigue, tendremos otros rostros, otros escándalos y una economía sofocada que pagaremos con la tuya y con la mía.
Publicado en Gestión, 8 de febrero del 2019.