Perú, ¿potencia pesquera?

 

Walter Martínez Moreno

 

Mientras que hay especies marinas que viven frente a nuestras costas dentro de las 200 millas, como la anchoveta, hay una que migra y conforma una biomasa transzonal: el atún. Es por ello que su explotación y conservación está normada y regulada a nivel mundial por organizaciones como la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), que asigna cuotas de captura a cada país, como recientemente ha sucedido con el Perú.

Ecuador, por su cercanía y su relevancia en este tema, merece especial atención, pues extrae casi el 7% de la pesca internacional de atún. Ello hace que la flota de nuestro vecino país capture en todo el Pacífico un volumen tal que lo coloca entre los cinco países con mayor desembarque en este tipo de pesquería.

Un dato más que resulta importante: el Perú registra un consumo interno de más de un millón de cajas de conserva de atún, con una demanda sostenida. Pero gran parte del atún que se vende en nuestro país se origina en barcos de bandera ecuatoriana, cuando podríamos pescarlo con una flota de bandera nacional, nosotros mismos, los empresarios peruanos, en nuestro mar.

¿Por qué Ecuador sí y nosotros no?

La historia empieza con el gobierno militar peruano en la década del setenta, cuando no se dieron las condiciones necesarias para el desarrollo de la industria atunera en nuestro país. Esto provocó que las principales empresas pesqueras se fueran a Manta, Ecuador, buscando un marco legal competitivo en aspectos tributarios y jurídicos.

Gracias a ese nuevo marco legal Ecuador fomentó la inversión extranjera en el atún y hoy ese negocio le representa más de US$ 1,200 millones. Es decir, una sola especie le genera 50% más divisas que todas las exportaciones de consumo humano directo (CHD) del Perú (incluyendo la acuicultura).

Pero no solo se trata de Ecuador. Chile también ha tenido claras políticas de promoción de las industrias pesqueras: gracias al fomento de su acuicultura, este 2015 producirá un millón de toneladas, que generará más de seis mil millones de dólares. Es decir, solo el cultivo de especies (salmón, conchas, algas, abalones, entro otros) produce casi la misma cantidad de toneladas que toda la industria extractiva de CHD en Perú. Si lo vemos en términos monetarios, solo las exportaciones acuícolas chilenas generan el doble de divisas que toda la industria pesquera del Perú (consumo humano indirecto -CHI-, consumo humano directo y acuicultura).

La cuestión que surge entonces es cómo hacer para que el Perú no solo sea una potencia mundial en CHI, sino en CHD -como Ecuador y Chile-.

Algunas preguntas caen de maduras: ¿Cómo fomentamos una industria acuícola de dos mil millones de dólares (solo un tercio de lo que produce Chile)?, o ¿cómo desarrollamos un marco legal que nos permita ser competitivos en la extracción del atún, como Ecuador? Un solo dato ilustra la limitante más importante: mientras que en el Perú el galón de diésel está en 3.5 dólares, en Ecuador está a un dólar.

Mientras no se hagan los ajustes en el marco regulatorio, seguiremos viendo cómo nuestros vecinos siguen creciendo en una actividad en la cual contamos con ventajas comparativas que no explotamos adecuadamente. Así de simple. La discusión está servida.

 

Publicado en Gestión el 20 de febrero del 2015