Por Eduardo Morón, economista*
El presidente Alan García se dio el gusto y el lunes entregó
a gobiernos regionales y locales millonarias sumas de dinero fresco, como
varias veces enfatizó. Frente a las continuas críticas a su tantas veces
mentado 'shock' de inversión pública, no se le ocurrió mejor idea que presentar
unos cheques gigantes, con lo que daba la imagen de que cada una de las
autoridades parecía estar cobrando el premio gordo de la lotería. La verdad es
que más pareció una forma exagerada de hacer notar que el problema de la
incapacidad de gastar la enorme cantidad de recursos hoy disponible es
responsabilidad también de otros actores de la escena política.
Sin duda el problema implica responsabilidades compartidas y
por ello se requiere de liderazgos compartidos. Se necesita que los líderes
locales asuman la responsabilidad de explicar los beneficios de cada opción, de
cada alternativa. Obviamente muchas autoridades y pueblos en general enfrentan
el problema de que es costoso generar esa información y, muchas veces, nadie
está dispuesto a gastar para obtenerla. Y otras veces ni siquiera existen
localmente los recursos para hacerlo. ¿Por qué es mejor destinar los recursos
del canon en una nueva posta médica en lugar de invertirlos en mejorar el
actual camino de herradura hacia la ciudad más próxima? ¿Cuánto más mejorarán
los indicadores socioeconómicos básicos de la población local con una u otra
alternativa? ¿Por qué tiene sentido priorizar aquellas cosas que beneficiarán a
los hijos de los actuales votantes? ¿Quién va a proveer de esa información? ¿O
vamos a decidir así, no más, por intuición?
Asimismo es tarea de estos líderes explicar que es
beneficioso que parte de este dinero se ahorre para cuando los abundantes
recursos del canon no lleguen. ¡En ningún pueblo llueve todos los días del año!
Parte de esos recursos debe ahorrarse para tener con qué mantener aquellas
inversiones que se hagan en caminos, redes de desagüe y electricidad, inclusive
en mantener las aulas o postas de salud existentes. El objetivo no puede ser
inaugurar obras, cortar cintas y descorchar botellas. El objetivo tiene que ser
mejorar la calidad de vida de esas poblaciones. El problema es que alcaldes
elegidos por tres años con poco menos del 20% de la votación no tienen ningún
incentivo para pensar en plazos largos.
Al Gobierno Central le corresponde la responsabilidad de
acompañar este proceso desbloqueando regulaciones que impidan ejecutar
proyectos consensuados y técnicamente perfilados. Le corresponde mostrar las
buenas prácticas para que otros copien lo bueno y enseñar los grandes errores
para que estos últimos no se multipliquen.
Al país le va a ir muy mal en el futuro si demostramos
incompetencia para gastar los abundantes recursos que hoy tenemos. Nuestra
historia está llena de errores similares. El presidente no puede limitar la
responsabilidad del Gobierno a entregar recursos. Es más, el Gobierno debería
haber propuesto una forma de evitar la tarea de tener que entregar de esta
manera tantos recursos a ciertas zonas. Las autoridades no pueden salir a
decir: "Lo hice porque la ley me obliga". Ellos sabían del problema
anticipadamente y no se ha hecho lo necesario para evitar caer en el problema.
Si el Gobierno Central no va a ser prudente y pensar en el futuro, ¿cómo puede
exigir lo mismo a los gobiernos locales? Hoy hay lluvia de millones de dinero
fresco para todos. ¿Y quién piensa en el mañana? ¿O usted se gastaría en una
noche el premio gordo de la lotería? Si lo hace, por lo menos, invite.
* UNIVERSIDAD DEL
PACÍFICO
Fuente
diario El comercio