AUTOR: Justin Gillis
¿Qué sucede con el clima?
Con temperaturas en Navidad que hicieron florecer los árboles en Central Park en Nueva York, que causaron sequías en partes de África y desataron inundaciones históricas que anegaron a viejas ciudades industriales de Inglaterra, el 2015 cerró con una serie de anomalías climáticas por todo el mundo.
El año, que se espera que quede registrado como el más caluroso de la historia, podrá haber terminado, pero no así los problemas. Las lluvias en el centro de EU han sido tan fuertes que han ocurrido inundaciones considerables a lo largo del Río Mississippi, mucho antes de la primavera. California se tambalea de la sequía a la inundación.
De manera más seria, millones de personas podrían verse amenazadas por una escasez alimentaria en desarrollo en el sur de África.
Los científicos señalan que el sospechoso más obvio en el caos es el patrón climático llamado El Niño, en el que el Océano Pacífico ha estado despidiendo cantidades inmensas de calor a la atmósfera en los últimos meses. Ya que las ondas atmosféricas pueden desplazarse miles de kilómetros, el calor adicional y la humedad que lo acompaña han causado estragos climáticos en muchas partes del mundo.
Sin embargo, ese patrón natural de variabilidad no es la historia completa. Este El Niño, uno de los más intensos que jamás se haya registrado, llega encima de un calentamiento a largo plazo del planeta causado por las emisiones humanas de gases invernadero. Una gran cantidad de evidencia científica arroja que esas emisiones están haciendo que ciertos tipos de extremos, tales como tormentas torrenciales y olas de calor intensas, sean más frecuentes.
Así sea coincidencia o no, todo tipo de problemas sobre los que han advertido los expertos desde hace años parece estar ocurriendo al mismo tiempo.
“Como científicos, es un poco aleccionador que tengamos 20 años diciendo esto y no es hasta que la gente nota que brotan narcisos en diciembre que empiezan a decir, ‘tal vez tengan razón’”, declaró Myles R. Allen, de la Universidad de Oxford, en Gran Bretaña.
El grupo de Allen, en colaboración con investigadores estadounidenses y holandeses, acaba de concluir un reporte que calcula que las tormentas extremas en las islas británicas, en diciembre, se habían vuelto alrededor de un 40 por ciento más probables como consecuencia de las emisiones humanas.
Allen no cree que El Niño tuvo mucho que ver con las inundaciones británicas, con base en evidencia histórica de que la influencia de la anomalía del Océano Pacífico es relativamente débil en esa parte del mundo. En el Hemisferio Occidental, el intenso El Niño quizás explica mejor el extraño clima invernal.
Matthew Rosencrans, del Centro de Predicciones Climáticas, en Maryland, aseguró que El Niño no era el único factor natural en acción. Este invierno, un patrón climático llamado Oscilación Ártica también mantiene embotellado el aire frío en el extremo norte, permitiendo que se acumulen el calor y la humedad en las latitudes medias.
Los científicos no entienden del todo la relación, si es que la hay, entre El Niño y las variaciones en la Oscilación Ártica. Tampoco entienden enteramente cómo los efectos combinados de El Niño y el calentamiento global se darán en el curso de las próximas décadas.
Aunque los fenómenos del El Niño ocurren cada tres a siete años, la mayoría de ellos es de intensidad moderada.
El Niño actual es apenas el tercero más intenso que ha ocurrido en la era de satélites y otras observaciones meteorológicas sofisticadas. Es un conjunto de datos demasiado pequeño para sacar amplias conclusiones y los expertos indicaron que probablemente trabajarán durante meses o años para entender el papel que El Niño y otros factores jugaron en los extremos climáticos del 2015.
Sin embargo, ya está claro que ese año será el más caluroso jamás registrado. Eso es en función del calor a corto plazo de El Niño y el calentamiento a largo plazo de las emisiones humanas. Tanto en el Atlántico como en el Pacífico, la superficie oceánica inusualmente cálida despide humedad adicional al aire, dijo Kevin Trenberth, del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica, en Colorado.
Las tormentas en tierra pueden tomar humedad de hasta 3 mil 200 kilómetros de distancia, aseveró, por lo que el mar cálido probablemente influye en sucesos como las fuertes lluvias en el sureste de EU, así como la cifra récord de huracanes y tifones que ocurrieron el año pasado en la cuenca del Pacífico, con consecuencias devastadoras para naciones isleñas como Vanuatu.
“El calor significa que hay más combustible para alimentar estos sistemas climáticos”, apuntó Trenberth. “Éste es el tipo de cosas que veremos más en las próximas décadas”.
Fuente: Diario Correo ( 11 de Enero de 2016)