AUTOR: Elmer Huerta
La semana pasada, el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que el Partido Republicano norteamericano es la única organización política de un país desarrollado que no cree que el cambio climático mundial sea un fenómeno real, por lo que teme que ese grupo político descarrile el reciente tratado climático global alcanzado en París este mes.
La razón de esa aseveración es que el Partido Republicano, al ser el grupo político que representa a las grandes industrias, ve un serio problema económico en cualquier intento de controlar la acitividad contaminante de esas industrias.
Ellos, y en general los conservadores, piensan que el cambio climático es un fenómeno natural producto del azar de los ciclos naturales del planeta y que no es consecuencia de la actividad industrial. Por lo tanto, indican que no hay nada que el ser humano pueda hacer para evitarlo.
Por otro lado, los grupos liberales están profundamente convencidos de que el cambio climático y el calentamiento global son una realidad indiscutible y tienen las pruebas para demostrarlo (glaciares, derritiéndose, huracanes, inundaciones catastróficas, etc).
Demás está decir que para los liberales, el gran culpable del calentamiento global y los cambios en el clima son las actividades contaminantes de las grandes industrias. Es más, ese ha sido el eje central de discusiones del trabajoso tratado de control climático de las Naciones Unidas alcanzado en París el 12 de diciembre pasado.
En pocas palabras, la interpretación de una realidad indiscutible (el cambio climático), depende del color político y la convicción filosófica del individuo.
Por incríble que le parezca, durante este 2015, se ha planteado también una visión conservadora y una visión liberal del cáncer. Veamos en qué lado se alinea usted amable lector.
El cáncer y la mala suerte
Una de las primeras noticias médicas de este año se dio en la primera semana de enero cuando un grupo de científicos del hospital Johns Hopkins de Baltimore llegó a la conclusión de que dos de cada tres casos de cáncer que afectan al ser humano es consecuencia de la mala suerte. Dicha conclusión fue alcanzada después de que los investigadores postularon que las mutaciones genéticas conducentes al cáncer se producian al azar.
Esto quiere decir que son inevitables y que hay muy poco que uno puede hacer para evitar la enfermedad. En otras palabras, que si a uno le va a dar cáncer, le va a dar y no hay nada que se pudiera hacer para evitarlo.
En su debido momento escribimos sobre el tema, haciendo eco de las críticas de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, que cuestionaba que tan grave conclusión se haya alcanzado sin incluir los tipos más comunes de cáncer que afectan al ser humano, y que dejaba además una terrible sensación de desesperanza al público diciéndole que si el cáncer es por mala suerte, pues entonces no hay nada que se pueda hacer para prevenirlo y hay que aceptar el destino y resignarse.
El cáncer y el medio ambiente
La semana pasado investigadores de la Universidad de Stony Brook en Nueva York contradijeron directamente el estudio en el que llegan a la conclusión de que solo 10% a 30% de los cánceres son causados por factores intrínsecos (léase factores genéticos innatos), y por lo tanto, 70% a 90% de los cánceres son más bien consecuencias de factores extrínsicos, es decir, la continua exposción del ser humano a elementos químicos contaminantes y radiación en el medio ambiente.
Ellos llegan a esa conclusión razonando de una manera muy simple, diciendo que al solamente analizar las mutaciones genéticas de células madre que conducen al cáncer, los investigadores de Hopkins ignoraron las causas que originaron esas mutaciones genéticas.
En otras palabras, sabiendo que la mutación genética es el evento final en la génesis del cáncer, concentrarse solo en la mutación y su ocurrencia al azar, no nos dice nada sobre las causas que lo originaron.
Es como si cuando el analizar los choques de vehículos que ocurren en el Perú nos limitáramos a describir los daños sobre los carros y no estudiáramos las causas que los provocaron; por ejemplo, causas intrínsecas del vehículo (fallas de frenos, dirección, llantas, etc).
En el caso del cáncer, por ejemplo, los autores neoyorquinos han enumerado una serie de evidencias de que esta enfermedad no es inevitable, sino consecuencia de elementos independientes del medio ambiente.
La más convincente es la que se refiere a la distribución del cáncer en el mundo, la cual sugiere la influencia de poderosos factores personales y ambientales.
Por ejemplo, el cáncer del seno es cinco veces más frecuente en los países europeos del este que en el Medio Oriente o en África. El de la próstata es 25 veces más frecuente en Australia y Nueva Zelanda que en Asia. Por otro lado, se ha demostrado que los inmigrantes pierden el riesgo de cierto tipo de cáncer que sufren en su país y adquieren el tipo más frecuente del país adoptivo.
Del mismo modo, se considera que el 75% de los casos de cáncer de colon son consecuencia de una mala alimentación, y que el 85% de los cánceres de la cabeza y del cuello son producto del alcohol y el tabaco.
Asimismo, se sabe también que el virus del papiloma humano es causante del 90% de casos de cáncer de cuello uterino y del ano, así como del 70% de la boca y la garganta; que el 80% de los cánceres del hígado son consecuencias de infecciones crónicas por el virus de la hepatitis B, y que el 65% a 85% de casos de cáncer del estómago son atribuciones a la infección por la bacteria "Helicobacter pylori".
Corolarlo
La contradicción del estudio neoyorquino al "estudio de la mala suerte" es frontal y está expuesta desde el primer párrafo del artículo, por lo que no hay ninguna duda de que, en realidad, los investigadores están planteando una nueva filosofía en la génesis del cáncer.
Por un lado queda entonces la teoría de la mala suerte, es decir que, el cáncer es inevitable, que tu destino ya está trazado y que la enfermedad no es más que una consecuencia de que estas vivo y que tus celulas se dividen diariamente. Por otro lado, se plantea la teoría de que el cáncer es una enfermedad causada por la actividad industrial que contamina el agua, el aire y la comida, y por tanto, prevenible a través del control de los factores que la causan.
¿Se da cuenta amable lector de la similitud que existe entre las teorías que tratan de explicar las causas del cambio climático y del cáncer? ¿En qué bando se sitúa usted?¿En el lado de los que dicen que el cambio climático, el calentamiento global y el cáncer son ocurrencias naturales inevitables sobre las cuales no tenemos nigún control, o en el lado que dice que ambos fenómenos son causados por elementos del medio ambiente o la actividad industrial del ser humano, y por tal motivo pueden controlarse?
Es increíble que, al final, el control de asuntos tan serios como lo son la enfermedad que más muertes causa en el ser humano y la amenaza a nuestro propio planeta dependan más de la orientación política o filosófica del individuo que de una ciencia que, hasta ahora, no puede zanjar la diferencia.
Publicado por Diario El Comercio ( 21 de Diciembre del 2015)