Exploración de la Amazonía del siglo XIX: la base de la conservación

 

AUTOR: Ruby Russell


 


Muchas de nuestras ideas sobre el mundo natural y el medio ambiente nos vienen de exploradores del siglo XIX que continúan inspirando a científicos que acuden al Amazonas para identificar nuevas especies.


Aves con espectaculares plumajes, reptiles extraños, sorprendente mamíferos como el ocelote o el tapir… Las tupidas selvas de la Cuenca del Amazonas son el hogar de una de cada diez especies animales en el mundo, así como de una impresionante variedad de plantas: en una sola hectárea de terreno se pueden encontrar hasta 100 especies diferentes de árboles.
No es de extrañar, pues, que al llegar aquí en 1799, el explorador y naturalista prusiano Alexander von Humboldt se quedara anonadado por la abundancia natural con la que se encontró. En pleno estupor, escribió: “me voy a volver loco si todas estas maravillas no dejan pronto de sucederse”.
Por fortuna, el experto logró mantener su cordura, y hoy día es a menudo considerado como el primer explorador científico moderno del Amazonas. Desde que volvió de la selva con extraordinarias historias sobre Sudamérica, generaciones de científicos inspirados por la increíble riqueza biológica de la región han hecho grandes contribuciones en la medición de la biodiversidad y el papel del ser humano en la naturaleza.


DirK Embert, experto en reptiles de la organización medioambiental World Wildlife Fund (WWF), dice que la emoción de explorar los rincones más remotos del Amazonas no se ha disipado en lo más mínimo en los últimos 200 años, desde que Humboldt estuvo allí. Embert regresó recientemente de una expedición en áreas de la Amazonía colombiana en las que podría haber descubierto tres especies desconocidas hasta ahora: una rana y dos peces. “Adentrarse en áreas virtualmente vírgenes es una sensación increíble. Uno se siente realmente como Humboldt, como alguien que está pisando una tierra a la que nunca antes había llegado nadie”, dice.

Reconocimiento de la sabiduría indígena


Embert se apresura a señalar que, al igual que en la época de Humboldt, las regiones “no descubiertas” son generalmente conocidas entre la población indígena. Su expedición más reciente incluyó una reunión con los líderes de ocho comunidades locales.
“Nos ayudarom mucho a entender la zona para no perdernos, ¡lo que es muy importante! Pero también nos ayudaron a encontrar las especies”, cuenta Embert. “Tienen una visión completamente diferente, y son capaces de distinguir especies a 20 metros de distancia, aunque estén bajo una hoja. Se puede aprender mucho hablando con ellos sobre las especies, porque ellos saben muchas cosas sobre sus comportamientos”.


Aunque esto puede sonar lógico hoy en día cuando hablamos de conservación, no lo era tanto en la época de Humboldt, en el siglo XIX, cuando el científico destacó el valor del conocimiento de los indígenas. En aquellos tiempos, la idea de que los “salvajes” que vivían en la selva podían tener algo que enseñar al científico europeo podía sembrar la controversia.
“Humboldt entendió que, si quería aprender sobre un lugar o un ecosistema concreto, tendría que hablar con la gente que vive en él durante largo tiempo”, dice Mascha N. Gemein, que ha escrito sobre Humboldt en su tesis doctoral sobre Estudios Indio-Americanos en la Universidad de Arizona. “Asimismo, intuyó que su idioma reflejaría conocimiento empírico sobre el lugar, que es una de las razones por las que recopiló vocabulario indígena”.

Enfoques interdisciplinares


Hoy día, esto va relacionado con el desarrollo de etnobiología y diversidad biocultural, que establece vínculos entre áreas ricas en biodiversidad y la diversidad de tradiciones culturales y lingüísticas en estas mismas zonas, así como la idea de que una estrategia conservación efectiva debería contar con todos estos elementos.
Estos enfoques interdisciplinares se han vuelvo más y más importantes en las últimas décadas, pero Humboldt realizó su trabajo en un momento de especialización en el que las ciencias individuales intentaban marcar su territorio.


Petra Gentz-Werner, del Instituto Científico Alexander von Humboldt en la Academia de Ciencia Berlin-Brandenburg, ha escrito dos libros sobre Humboldt, y afirma que el naturalista prusiano era conservador y a la vez un adelantado a su tiempo a la hora de difuminar estas fronteras.
“Fue la primera persona que definió las leyes comunes de geografía vegetal, que descubrió que dependía de la fisiología de las plantas, la meteorología, geología, zoología e incluso la historia cultural del ser humano, que interactúa con el entorno natural”, explica Gentz-Werner.

Formulando una teoría evolutiva


El trabajo de Humboldt en geografía botánica fue la base de la biogeografía moderna, que examina la expansión geográfica de especies y ecosistemas y cómo cambia esta distribución con el tiempo. No obstante, es el naturalista británico Alfred Russel Wallace quien es considerado el padre de esta ciencia.
Wallace fue a la Amazonía en 1848 en busca de una prueba definitiva de transmutación, la idea del siglo XIX de que una especie se transformaba en otra, así como de un mecanismo para explicarla, que más tarde encontró en la teoría de la selección natural.
George Beccaloni, curador de la Colección Wallace en el Museo de Historia Natural de Londres, dice que las observaciones de Wallace en el Amazonas dieron a conocer las ideas del explorador británico sobre cómo se desarrollaban las diferentes especies: “Wallace notó que especies cercanas de monos se encontraban en las diferentes orillas del río Amazonas. Esto pasó a conocerse como la ‘hipótesis de barrera fluvial’, que todavía hoy se sigue investigando. Para él, era obvio que el río era una barrera involucrada de alguna forma en el proceso de evolución de especies”, dice.


Wallace no formuló su teoría de selección natural al completo hasta 1855, cuando le escribió a Charles Darwin desde el archipiélago malayo exponiendo su idea, sin saber que Darwin había estado estudiando la misma teoría en paralelo. Hoy, Darwin es el científico recordado por este descubrimiento, y su nombre se ha convertido en algo habitual en cualquier conversación, mientras que Alfred Russel Wallace ha permanecido mayoritariamente bajo su sombra.
A pesar de ello, Beccaloni dice que, en lo referente a los factores geográficos como causa de la evolución en lugar de la divergencia causada por la adaptación de las diferentes poblaciones a sus entornos dentro del mismo hábitat, las ideas de Wallace estaban “más próximas a la visión moderna de cómo funciona la evolución”.

Semillas de activismo medioambiental


Al igual que Humboldt, Wallace tenía un profundo respeto por el conocimiento y cultura de las poblaciones amazónicas, que comparó favorablemente con el “barbarismo” y la desigualdad de la sociedad inglesa victoriana, así como con la destrucción de la naturaleza a causa del capitalismo a favor de la “ambición personal y la avaricia”.
En 1910, Wallace escribió: “Contaminar un arroyo o un río, exterminar un ave o una bestia, estas acciones deberían ser considerado ofensas morales y crímenes sociales”. Esta conciencia medioambiental era muy inusual en aquel entonces, y refleja la sensibilidad de Humboldt ante las relaciones entre las diferentes especies, incluyendo a los humanos.
Prueba del punto de vista claramente científico de Humboldt fue su idea de que la única forma de entender el mundo era verlo como un todo, usando todas las ciencias físicas juntas, en lugar de dividirlo todo en partes y disciplinas aisladas. “El mayor legado de Humboldt es su entendimiento no solo de los elementos particulares, sino de las conexiones entre ellos: la interacción entre organismos, y las relaciones de causa y efecto en entornos naturales”, dice Mascha Gemein. “Fue capaz de anticipar lo que hoy conocemos como ecología, que es fundamental para el activismo medioambiental.”

“Un pensador global”


Esto también se podía aplicar a la interconexión entre sociedades humanas y sus recursos, tema sobre el cual Humboldt tenía una perspectiva visionaria: “El Amazonas era el área que conocía en detalle, pero él era un pensador global y tenía el mundo entero en mente”, dice Getz-Werner. “Era consciente de que la riqueza de Europa estaba basada en el Nuevo Mundo, una relación que creo que él consideraba explotadora”.


Muchas cosas han cambiado desde los tiempos de las expediciones amazónicas del siglo XIX, así como las ideas resultantes y teorías que surgieron de ellas. Embert apunta que, mientras que Wallace fue el primer explorador en facilitar información detallada sobre la localización de los especímenes que recopilaba, hoy día esta información geográfica siempre se registra, y las descripciones observacionales de especies se complementan actualmente con análisis genéticos.
Sin duda, Humbolt y Wallace quedarían fascinados por estos desarrollos, pero probablemente también se horrorizarían ante retos actuales tales como el cambio climático. Aún así, seguramente reconocerían el factor humano detrás de todas las amenazas medioambientales actuales, y los seguidores de sus escuelas afirman que sus ideas son hoy más relevantes que nunca.


“Humboldt era un hombre del siglo XIX, pero con ideas muy modernas que debemos tener en cuenta a día de hoy”, dice Gentz-Werner. “Debemos darnos cuenta de que lo que hacemos tiene consecuencias en áreas que no nos esperamos: es un gran y fino equilibrio”.

 

Publicado por Eco - Sitio ( 06 de Octubre del 2014)