Consumimos más de 30,000 productos con algún derivado transgénico
Por Carmela Loayza Arenas
En el Perú, ya hay 70 proyectos sobre productos transgénicos casi listos para ser desarrollados, pero está pendiente de aprobación la Ley de Promoción de Biotecnología.
El Centro Nacional de Biotecnología ya cuenta con fondos para su creación.
Aunque para muchos de nosotros las palabras “biotecnología” o “transgénicos” no signifiquen mucho, debemos empezar a incluirlas en nuestro vocabulario, pues aun sin saberlo ya están formando parte de nuestro entorno.
Biotecnología es la apropiación de componentes científicos para desarrollar productos útiles para el hombre. En su desarrollo moderno tiene en uso 25 años, pero su uso masivo tiene escasamente 12 años.
En tanto, se llama transgénicos a un organismo al cual se le ha introducido un segmento de ADN de otro organismo de la misma especie o de una especie distinta, o la modificación de un gen para que no produzca su efecto. En resumen, se puede decir que los transgénicos son un desarrollo de la biotecnología.
Alexander Grobman, presidente de la Asociación Perú Bistec, dice que hace 12 años empresas multinacionales de EE.UU. y Canadá empezaron a cultivar productos transgénicos y apuntaron a cultivos masivos donde podían recuperar rápidamente su inversión, como maíz, soya, colsa (canola) y algodón.
La inversión – explica – es fuerte, pues además del trabajo en genética hay que pasar por un proceso regulatorio de pruebas que puede tomar hasta seis años para asegurar que no tengan alergenos, productos tóxicos y no hagan daño a la salud, procedimiento que se sigue en el caso de las medicinas.
La mayoría de estos productos – indica – han sido modificados para hacerlos más resistentes a inclemencias del clima o a plagas de insectos.
En diálogo con Gestión, Grobman afirma que en el Perú hay más de 30 mil productos de los que consumimos que tienen algún derivado transgénico, productos que derivan del maíz o la soya como hojuelas de maíz, colorantes, almidones, cerveza, salsas, hamburguesas, harinas, bebidas, gaseosas, pollo, endulzantes, etc. <además, también recibimos maíz transgénico de Argentina y soya transgénica de Argentina y Paraguay que se usa para hacer aceites.
“Son productos que venimos consumiendo desde el año 1996 y no ha pasado nada ni aquí ni en Argentina, ni en Canadá ni en EE.UU. ni en ningún país del mundo. Hay que quitarse el miedo de encima de que estas cosas hacen daño”, señala.
En Colombia, en Argentina y en Brasil, ya se cultiva algodón transgñenico. Para hacerlo resistente a los insectos – explica – se les ha puesto una toxina sacada de un microorganismo del suelo, que ya se venía usando como insecticida orgánico, “ahora la diferencia es que está dentro de la planta”.
“Perú, Venezuela, Ecuador y Bolivia son los únicos países en Sudamérica que no cuentan con cultivos transgénicos. En Centroamérica, Honduras, y México ya las producen, Cuba desarrolla hace muchos años transgénicos, al igual que EE.UU. y Canadá”, según Grobman.
Aunque aclara que en nuestro país aún no hay ningún cultivo transgénico, Grobman se apresura a indicar que sí existen 70 proyectos en camino, como el preparado por el Centro Internacional de la Papa que está desarrollando una papa resistente a la polilla de los andes, insecto que produce una larva que barrena los tubérculos y produce pérdidas de entre 10% y 15% de la cosecha.
Asimismo, informó que el INIA esta trabajando en una papaya resistente al virus del anillado que está matando todas las papayas de la selva.
Aprobarán norma sobre bioseguridad frente a los cultivos transgénicos
Hace poco se realizó en Alemania una reunión en relación al Protocolo de Bioseguridad de Cartagena, en la cual Alexander Grobman llevó la posición peruana.
Lo que se busca con este Protocolo es que cuando una plantación de productos transgénicos afecte a un sembrío, quien causó el daño asuma la reparación.
Grobman explica que la Cancellería y los ministerios de Agricultura, Salud, Producción y Comercio Exterior llegaron a un consenso, acerca de que lo mejor para el país, es tener una legislación propia, a fin de resolver los problemas de acuerdo a nuestras leyes.
“La delegación peruana propuso que se establezcan guías voluntarias que cada país adopte de acuerdo a sus propias necesidades, y no hemos sido los únicos, Japón, EE.UU., Colombia, Chile, Filipinas, Honduras están en el mismo sentido”, declara.
“El Gobierno no quiere meterse más en normas supranacionales, esto ya es una cuestión de decisión política, nosotros vamos a ser soberanos, y a cumplir nuestras obligaciones. Esa fue la directiva que me dieron”.
A fin de mes – agrega –, saldrá una norma administrativa a través del INIA, la cual fija la responsabilidad del que hace el daño y una compensación para el que sufra el daño.
“El agricultor que sufra un daño adverso, visible y significativo tendrá que acudir al INIA que mandarán a sus técnicos investigadores para estudiar la naturaleza del daño y asignarle la causa. Si la causa se atribuye al transgénico entonces el agricultor será compensado por el daño causado”.
Criticas de ASPEC
Para Jaime Delgado, presidente de ASPEC, lo ocurrido en Alemania merece una explicación por parte del Ejecutivo, pues al sector civil se le informó que la posición del Perú era defender la posición del Protocolo de Cartagena, y les sorprendió que el Perú terminara bloqueando y boicoteando esa decisión.
En opinión de Delgado, la decisión llevada por el Perú es contraria a nuestros intereses sobre todo porque somos un centro de origen de diversas especies que debemos proteger y preservar frente a la contaminación genética que pueda generar el ingreso de semillas transgénicas.
Considera necesaria una normativa de rango internacional porque no todos los países tienen los mismos niveles de protección y un instrumento internacional homogeniza y le da fuerza al tema.
Otro punto de desacuerdo en el tema de los transgénicos es el relativo a la información.
Para Delgado, la posición internacional de los consumidores es que se respete el derecho a la información, para lo cual en la etiqueta, así como se dice cuál es el contenido de azúcar o de grasas, se tendría que indicar si es natural o es modificado.
Sin embargo, para Grobman, eso solo sería necesario cuando se cambie la composición química o nutricional del producto y no en todos los casos.
Luis Alonso García Muñoz (Ex ministro de Comercio Exterior):
“Los transgénicos son manipulaciones genéticas para derivar hacia nuevas variedades de plantas e inclusive de animales. Se trata de temas de tecnología, de nuevos escenarios donde la evolución de la innovación y la tecnología tiene que tener un correlato de bienestar social. Uno de los temas que se está viviendo es el de la escasez de alimentos y el tema de los transgénicos podría resolver grandes problemas en torno a ello, porque de alguna manera se pueden generar productos que se adecuen a ser sembrados en zonas donde antes no podían ser cultivados.
No estoy en contra de los transgénicos, pero soy de la opinión de que debería haber algún mecanismo de información al consumidor, respecto a los productos que sean transgénicos o que tienen algún componente transgénico a efectos de poder elegir. Se debe respetar el tema de la información y la libre elección.
Otro problema a tener en cuenta es el de la trasabilidad es decir cómo determinar que una semilla de un transgénico no se mezcle con otra. Allí hay un problema importante porque puede darse que las semillas de plantas obtenidas en laboratorios se mezclen con plantas naturales y deriven en otros productos.
El tema biotecnológico es el escenario del futuro, si nosotros decidimos ser un país orgánico es cerrar las puertas a nuevos desarrollos que podrían ser beneficiosos para muchas actividades.”