Sólo el sol nos salvará

Sólo el sol nos salvará

AUTOR: EDUARDO PÉREZ ALBELA

Del sol se originó y se sostiene la vida que conocemos en nuestro planeta. Su potente energía, aunada a la inteligencia humana, podrían ser la clave para sobreponernos a la crisis ambiental que nosotros mismos hemos generado. A continuación el profesor de física y matemáticas, Eduardo Pérez Albela, reflexiona sobre la necesidad de cambiar nuestra percepción sobre el medio ambiente y replantear el aprovechamiento gigantesco que podemos obtener dese la estrella más cercana.

Hablar del medio ambiente en la actualidad, implica subrayar términos negativos: contaminación de las cuencas hidrográficas, efecto invernadero, calentamiento global, polución etc., es decir hay una alarma general por el descuido del entorno, que puede acarrear graves consecuencias si no se controlan de mejor manera los estragos que el desarrollo humano ocasiona.

sol1Tendemos a encender alarmas y solemos olvidar un enfoque positivo, como podría ser el enriquecimiento de nuestro ambiente como la mejor manera de prevenir los desastres.

Pensemos el inicio de la vida, en el útero primigenio que se formó alrededor del globo para recibir a la especie humana. Regresemos 3,500 millones de años, cuando las cianobacterias desarrollaron la fotosintesis, que luego copiaron las especies vegetales que cubrieron de verde el planeta. Era el sol, que desde lejos creaba la vida alrededor de un planeta rico en mantos acuíferos y con un circuito del carbono que provenía de las emisiones de los volcanes. La luz del sol, la energía de nuestra estrella realizaba un milagro químico sobre el desolado planeta. Al descomponer las moléculas del dióxido de carbono en oxígeno, que a través de los milenios fueron formando la atmósfera propicia para la respiración de las especies animales, y carbono, que los vegetales convirtieron en su alimento. Era el sol que nos estaba inventando. Es el sol que nos salvará ahora.

El científico británico James Lovelock escribió en su obra Gaia que la tierra es una totalidad orgánica, como un ser viviente en el que todas las especies están conectadas con su entorno. La tierra es un ecosistema en el cual el todo es mayor que la suma de sus partes, y éstas no pueden desarrollarse independientemente de las demás, en el que todos somos el entorno de los demás.

En la actualidad el desarrollo del cerebro está provocando un desorden en el reino del sol, sobre todo por el afán de permanecer ligado a fuentes energéticas alternativas a la energía de nuestra estrella, pero que son abiertamente nocivas para el desarrollo de la biosfera como son las que obtiene de los fósiles (el reciente descubrimiento de las luctitas en Estados Unidos, es más de lo mismo).

La Segunda Ley de la Termodinámica establece que toda transformación de energía en trabajo produce un desorden o pérdida de energía que en física se denomina entropía. Todo sistema termodinámico, y la tierra lo es, va aumentando inexorablemente su entropía conforme avanza y la cual se manifiesta en forma de calor, calentamiento global, hasta llegar a un límite en el que el sistema colapsa y se produce su muerte térmica.

Nuestro maravilloso y formidable planeta, lleva a cuestas millares de especies que se alimentan para vivir, que consumen energía, que se metabolizan y al transformase en trabajo, en fuerza para los músculos, producen calentamiento en el globo. Pero si a esto añadimos el impacto que está sufriendo la biosfera con el desarrollo espectacular del cerebro que ha plagado en estos últimos siglos el entorno con máquinas y artefactos por doquier, desde los trasatlánticos que se deslizan por los mares hasta los smartphones que se deslizan entre nuestros dedos. Todos ellos necesitan transformar la energía en trabajo, pero de acuerdo a la Segunda Ley están aumentando considerablemente el calentamiento global, y peor aún, si la energía que usan no es la más apropiada como ocurre hoy con las fuentes fósiles que elevan dramáticamente la temperatura del planeta y lo colocan en la flecha de una alta entropía.

El sol, nuestra fulgurante estrella con plasma para irradiar a sus planetas por otros cinco mil millones de años más, calienta la Tierra que se ha enfriado durante la noche, provocando también entropía. La tierra se protege, reflejando sus rayos al espacio exterior para no recalentarse, pero es el mismo sol que hace 3,500 millones de años produjo la vida a través de la fotosintesis para salvarla de la entropía que amenazaba a todo el universo. Fueron las cianobacterias las que la iniciaron, luego las plantas sobre la superficie terrestre y las algas en el mar. En ellas la clorofila transformada en la energía lumínica del sol no en trabajo como las máquinas sino en energía química, o ATP, la cual aliada con una molécula de agua ( por eso las plantas necesitan que las rieguen ) desdobla el dióxido de carbono de la atmósfera, que contamina nuestro entorno ,en dos átomos de oxígeno que los envía al aire para la respiración de especies superiores que vendrán después y un átomo de carbono que lo convierte en clorhidrato de carbono o glucosa para su alimentación.

Hoy prácticamente toda la energía que consume la biosfera (plantas y animales) procede de la fotosintesis, procede de los rayos del sol. Las plantas guardan en su interior la energía que proviene del sol.

sol 3Con la fotosintesis la vida hace su aparición sobre un planeta desolado como un portentoso e irrepetible milagro que lo cubrió de verde. El sol salvó un universo que marchaba hacia su entropía, que iba del orden hacia el desorden para terminar en su muerte térmica como todo sistema termodinámico. La vida emerge como una paradoja, yendo del desorden hacia el orden, de lo simple a lo complejo, enfrentándose a la entropía mediante la replicación del ADN, en la dirección de la inmortalidad. (En laboratorio se ha comprobado que las células se reproducen sin límite alguno)

A partir de la vida, ya no serán las leyes ciegas de la termodinámica del universo que lo condenan a su entropía, sino las leyes descubiertas por el cerebro para evitarla, las que regirán sobre la tierra. El homo faber con los pies hundidos en el limo de la tierra, se convierte en el homo creator al descubrir las estrellas. Con su obra creadora el hombre se salvará sí mismo, y salvándose, habrá salvado al universo. Los individuos perecerán, son parte de la entropía, no así la Vida, cuyas células apuntan a la eternidad. En la reproducción celular el hombre encontrará el camino para perpetuar su obra y ponerla a salvo de la entropía.

sol3Hoy, más que nunca es urgente la investigación de nuestros científicos en la física y en la biología quánticas para descubrir cómo se estremece la intimidad física o química de una partícula elemental impactada por un fotón que ha viajado sobre un rayo proveniente de las dantescas fusiones nucleares del sol. Esto abrirá las puertas a la humanidad para crear la fotosintesis artificial, y proveernos de energía limpia, a la mano y sin límite alguno. En eso estaremos siguiendo las reglas del juego que el sol inventó, y estaremos escapando de la entropía.

Las plantas no producen calor, al contrario, refrescan el planeta y lo cubren de oxígeno. No producen la entropía que producen los animales. Ellas son el camino inmediato a seguir hasta que los científicos encuentren un atajo. La salud de la biosfera y su entorno está en proporción directa a los mantos verdes que cubran el planeta.

Hoy cuando se viaja por las autopistas de Europa, se pueden ver a diestra y siniestra centenares de paneles solares. En Brasil se están produciendo grandes cantidades de biocombustibles como el etanol para mover los automóviles. Son las pequeñas respuestas que el hombre inteligente está dando en su búsqueda de fuentes energéticas dirigiendo su mirada hacia el sol, pero que en absoluto, ni paneles solares ni biocombustibles serán la solución definitiva, y mientras tanto la energía solar cae a raudales sobre el planeta, pero la tierra la pierde reflejándola hacia el espacio exterior de la misma manera que pierde el agua dulce devolviéndola al mar en los deltas.

No podremos detener la proliferación de automóviles, pero sí grabar con altos impuestos a los de alto octanaje, premiando a los ecológicos, eléctricos y ahorradores de gasolina, pero sobre todo hay que abrir un nuevo frente, un frente positivo para curar en salud al medio ambiente. La sociedad puede exigir a las ensambladoras que por cada auto fabricado se siembre un árbol. A su vez la mercadotecnia también puede hacer su trabajo amarrando astutamente la ecología al automóvil.

La siembra de árboles debe ser de ahora en adelante una obsesión de los gobiernos para grabarla no sólo a las ensambladoras sino a todos los grandes fabricantes como un impuesto al medio ambiente.

Una y otra vez, la ciencia debe tornar hacia las fuentes de la vida, pero también el hombre con sus organismos internacionales debe tornar hacia ellas, y este es el aspecto positivo, en el que insistimos que se debe considerar el medio ambiente. Hay que expandir con nuestra tecnología actual el juego del sol sobre el planeta: millares de robots expandiendo la simiente alrededor del globo para se produzca una nueva y vigorosa explosión de fotosíntesis como la que se produjo en el Cámbrico con las especies, pero esta vez comandada por el cerebro. Hay que llenar de árboles el planeta. Hay que teñirlo de verde. Hay que seguir la ruta del sol. Este es el enfoque positivo que necesitamos.

Publicado en Revista Mundo Verde (17 de Abril del 2014)