AUTOR: JOHN PAUL RATHBONE
En el 2013, el presidente Enrique Peña Nieto empujó los cambios necesarios para romper el monopolio de la energía de Pemex. Pero la legislación secundaria, necesaria para que la reforma entre en vigor, debe todavía ser sancionada por el Congreso.
Las reyertas políticas, leyes mal redactadas y una carga de trabajo intensa han retrasado la revolucionaria revisión de las leyes relativas con la energía en México, abollando potencialmente las esperanzas de los inversionistas con respecto al ambicioso programa de reformas del país que hasta ahora ha prometido más de lo que ha entregado.
El año pasado, el presidente Enrique Peña Nieto empujó los cambios constitucionales necesarios para romper el monopolio de la energía de 76 años de Pemex. Pero la llamada legislación secundaria, necesaria para que la reforma entre en vigor, debe todavía ser sancionada por el Congreso. Lo mismo puede decirse de otras iniciativas que cubren las telecomunicaciones y la reforma electoral.
“Si la aprobación se retrasa por un par de meses, los inversionistas extranjeros... podrían hacerle caso omiso a la demora”, dijo Benito Berber, analista de México para Nomura. Pero si la aprobación de las leyes se “pospone hasta septiembre, algunos inversionistas con dinero real podrían comenzar a impacientarse”.
Peña Nieto había planeado que la reforma energética, la cual podría atraer miles de millones de dólares de inversión privada de las grandes petroleras como ExxonMobil y Royal Dutch Shell, debía aprobarse antes del miércoles 30 de abril, cuando el Congreso entra en receso. Esa agenda podría haber visto el inicio de la inversión extranjera en el sector tan pronto como el 2015.
Sin embargo, la ley referente a la energía todavía no se ha presentado ante el Congreso, lo que significa que su aprobación tendrá que esperar hasta septiembre, cuando el Congreso vuelva a reunirse, o pasar por múltiples sesiones legislativas especiales programadas para mayo y junio conjuntamente con las atrasadas leyes electorales y de telecomunicaciones.
“Soy muy optimista, no tardará hasta septiembre”, dijo Javier Treviño, un legislador de alto rango del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el secretario de los comités de finanzas y energía del Congreso. “Sabemos que tenemos que prepararnos para las sesiones extraordinarias. Confío en que las leyes serán aprobadas a finales de junio”.
No todo el mundo está tan seguro. En primer lugar figuran la gran cantidad de leyes que necesitan pasar por el proceso legislativo, que en conjunto prometen reformar a México y su economía en las próximas décadas.
En segundo lugar, se han reportado desacuerdos dentro del Pacto por México, una coalición de varios partidos que Peña Nieto formó para crear consensos para las reformas. El partido de centro derecha de oposición, el PAN, ha peleado últimamente con el PRI sobre el contenido de la reforma electoral, insistiendo en que debe aprobarse antes de los otros proyectos de ley.
En tercer lugar, se ha producido una reacción pública en contra de algunas de las reformas, sobre todo el proyecto de ley de las telecomunicaciones que preocupaba a los críticos porque podría permitir el monitoreo del tráfico del Internet por parte de la policía, restringir el acceso al Internet en puntos de desorden público, y permitir que los proveedores de servicios censuren contenidos. Una nueva versión del proyecto de ley, actualmente en el Senado, ha tomado en cuenta muchas de las preocupaciones acerca de la privacidad del Internet.
“El retraso en las leyes secundarias de la reforma de las telecomunicaciones no es ninguna sorpresa para nosotros”, escribió HSBC el lunes en una nota a sus clientes. “Sin embargo, el posible retraso hasta septiembre de la reforma energética... podría causar preocupación entre los inversionistas”.
El ambicioso paquete de reformas estructurales de Peña Nieto continúa atrayendo elogios de inversionistas extranjeros y de instituciones multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial, pero su popularidad nacional se ha visto socavada por un crecimiento económico más lento de lo esperado, que los críticos dicen se debe al aumento de los impuestos y la lentitud de su gobierno con respecto al desembolso de los gastos públicos.
Una complicación adicional para Peña Nieto son las elecciones del congreso del año próximo, haciendo imperativa la aprobación de sus reformas lo antes posible, porque su partido, el PRI, junto con sus aliados, ahora pueden aprobar la legislación secundaria con sólo un apoyo marginal de la oposición.
“El año que viene va a ser un año muy político”, dijo Treviño. “Todo el mundo ya ha comenzado a prepararse para las elecciones”.
Publicado por Diario El Financiero (28 de Abril del 2014)