¿Corto circuito en la política energética?
POR: CARLOS E. PAREDES
1. La semana pasada recibí al especialista en energía de un banco de inversión, quien me dijo: “Un país como el Perú, con una inmensa riqueza hídrica y gasífera, no tendría por qué enfrentar problemas de suministro eléctrico, jamás. Si los sufre, esto sólo puede deberse a que el Estado ha sido incapaz de generar un marco regulatorio y de promoción de inversiones adecuado ...”
2. Al terminar la reunión, mi secretaria me avisó que mi esposa estaba en mi oficina. Me acerqué y me dijo: “disculpa mi amor, pero se fue la luz en Miraflores y tengo que entregar un informe urgente…” Unos días después, en el medio del sermón de la Misa del domingo, y al revés de lo narrado en el Génesis, la luz se hizo oscuridad. Los ventiladores dejaron de aliviar el sofocante calor del medio día y me acordé del banquero de inversión ...
3. El sistema eléctrico peruano presenta actualmente una enorme fragilidad. Hace tres años que se vienen registrando cortes de luz tanto en el norte como el sur del país, y en estos días, debido al mantenimiento de la hidroeléctrica del Mantaro, entraron a trabajar todas las plantas existentes, aún aquellas viejas unidades a diesel que conforman la llamada “reserva”. Cualquier falla en estas unidades hubiera llevado a racionamiento eléctrico. Así estamos.
4. Usualmente, los problemas de racionamiento (oferta insuficiente para cubrir la demanda) se deben a intervenciones gubernamentales que llevan a precios artificialmente bajos. En el caso peruano, las autoridades introdujeron un costo marginal “idealizado” –en vez del real– para fijar un tope al precio de la energía en el mercado mayorista. Por otro lado, la remuneración relativamente baja que se otorgó a la potencia durante muchos años llevó a que no se incremente la reserva del sector. Ante el problema de falta de capacidad instalada, se optó por introducir una nueva distorsión: pagar un precio mayor por potencia sólo a los nuevos proyectos que resultasen ganadores en los concursos convocados por Proinversión, generando así regímenes diferenciados para un mismo servicio.
5. Como si esto no fuese suficiente, el Osinergmin acaba de anunciar la reducción de la tarifa por potencia, la cual disminuirá aproximadamente en 10% en los próximos quince meses, afectando a los futuros proyectos de generación que tanto necesitamos. Así, en plena escasez, la señal de precios del regulador reflejaría, más bien, abundancia.
6. Adicionalmente, el precio artificialmente bajo fijado para el gas de Camisea ha llevado a que los proyectos hidroeléctricos no puedan competir con los de gas. Pero en vez de subir el precio de este combustible para la generación eléctrica, se optó por introducir una nueva distorsión: un premio del 15% en las subastas para los proyectos hidroeléctricos frente a las demás tecnologías. Y para terminar, preguntémonos: ¿cuánto estamos pagando para darle mayor seguridad al actual gasoducto o para que los generadores térmicos puedan funcionar con gas o con diesel en caso de emergencia? Casi nada. No estamos pagando el costo requerido para gozar de seguridad energética.
7. Sí, es verdad: las tarifas eléctricas en el Perú son bajas; de hecho, son las más bajas de las economías de mercado de América Latina. Pero, ¿acaso es esto deseable? ¿Sostenible? No olvidemos que la energía más cara es aquella con que no se cuenta, y que la seguridad energética cuesta, no viene gratis.
Fuente: Diario Gestión (07 de Marzo de 2013)