Nace el Senace


 

Por: JOSÉ CARLOS ORIHUELA

Pasaron veinte años y seguimos más o menos por donde empezamos. La Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1192, anunció una nueva era para el desarrollo del Sur Global, relanzando el paradigma del desarrollo sostenible. En el Perú, Río potenció un proceso que venía de atrás. Mucho se avanzó desde entonces, de la creación del Conam, en 1994, a la creación del Minam, en el 2008.

Con Río +20, en el 2012, nuevo episodio de escrutinio global, surge la propuesta del Senace.

Apreciamos un recorrido, un camino lleno de siglas que denotan nuevas reglas y organizaciones para la gestión del ambiente. Pese a ello, la demanda por calidad ambiental sigue sobrepasando ampliamente la oferta institucional.

Estudiando en el extranjero, escuché a muchos profesores recurrir a los marcianos para exponer problemas y posibilidades del desarrollo económico. "Imaginen que unos marcianos aterrizaran en un platillo volador", más o menos decían, "¿qué diagnosticarían los visitantes?".

Esto porque muchas veces se necesita de un observador externo para dar importancia a un hecho factual que, conocido por amplios sectores, no merece la atención del poder oficial, o no es apreciado por la lógica convencional de los tomadores de decisiones. ¿Necesitamos de un marciano para discernir si el sistema de regulación ambiental en el Perú es un fracaso?

Que la economía nacional tenía que volverse verde, o por lo menos aparentarlo, si es que quería seguir compitiendo en el mercado global, era claro para cualquier observador medianamente informado hace veinte años. Lo era ya hace treinta. Así que el puro pragmatismo económico debía llevar al país a enverdecer su economía.

Es difícil comprender entonces la desidia de los formadores de opinión y de la clase política con el medio ambiente en la vuelta del siglo veintiuno.

Detrás del desinterés por el ambiente están sin duda muchos intereses económicos.

No todos ganan con el ambiente. Pero los intereses particulares no pueden explicarlo todo. Existen muchas empresas que interesadas en hacer buenos negocios construyen una práctica de responsabilidad social y ambiental. Más aún, países con una estructura productiva similar a la del Perú cuentan con regulación ambiental en desarrollo continuo. La comparación obvia es Chile. Y claro que el cuidado del ambiente en Chile tiene sus bemoles; pero la existencia de un desarrollo institucional significativo permite un abanico mayor de soluciones.

El ambiente terminó de emerger en la agenda de política pública con la protesta en la base, no con el activismo de las élites. Fallaron todos. Los partidos y los gremios empresariales en primera línea. Cada intento por implementar un sistema regulatorio con mayor poder efectivo fue demonizado en el sistema político. No pudo construirse un debate constructivo, sino un juego de "todo-o-nada". Hoy es el escenario es cualitativamente distinto, amplios sectores parecen convencidos de que es posible construir un juego "ganar-ganar". La campaña del Ministerio del Ambiente por aprobar un sistema de evaluación ambiental con mayor capacidad técnica y mayor soporte político en una noticia bien recibida por quienes creyendo que la economía y el ambiente pueden ser compatibles, apuestan por la construcción de instituciones autónomas en el aparato público. Esperamos que su nacimiento se materialice en autonomía y capacidades.

 

Publicado por Diario Gestión (11 de Octubre del 2012)