La cuarta parte de las tierras está degradada
Una extensa degradación y la
escasez cada vez más aguda de recursos de tierras y agua pone en peligro
a varios sistemas clave de producción de alimentos en todo el mundo,
planteando un profundo desafío a la tarea de alimentar a una población
mundial que para 2050 habrá llegado a los 9.000 millones de personas,
indica un nuevo informe de la FAO.
El Estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la
alimentación y la agricultura señala que si bien en los últimos 50 años
se verificó un aumento notable en la producción de alimentos, en
demasiados lugares, los logros se han asociado a prácticas de gestión
que han degradado las tierras y los sistemas hídricos de los que depende
la producción de alimentos.
Hoy en día -prosigue el informe- muchos de esos sistemas corren el
riesgo de pérdida progresiva de su capacidad productiva por una mezcla
de excesiva presión demográfica y prácticas y usos agrícolas
insostenibles.
No hay región inmune, en todo el planeta hay sistemas en peligro, desde
las tierras altas de los Andes hasta las estepas del Asia central, desde
la cuenca hidrográfica del Murray-Darling de Australia hasta el centro
de los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, mientras se perciben cada vez más cuellos de botella en
materia de recursos naturales, la competencia por las tierras y el agua
se volverá "omnipresente", indica el informe. Esto incluye la
competencia entre los usuarios urbanos e industriales, así como dentro
del sector agrícola, entre la producción pecuaria, la de cultivos
básicos, la de cultivos no alimentarios y la producción de
biocombustibles. Y se prevé que el cambio climático modifique las pautas
de las temperaturas, las lluvias y el caudal de los ríos, de los que
dependen los sistemas de producción de alimentos del mundo.
En consecuencia, nunca ha sido mayor el reto de proporcionar alimentos
suficientes para un planeta que cada vez tiene más hambre -se explica en
el Informe- especialmente en los países en desarrollo, donde son menos
abundantes las tierras de buena calidad, los nutrientes del suelo y el
agua.
Señales de advertencia
Entre 1961 y 2009, la superficie agrícola mundial creció un 12%, pero la
producción agrícola aumentó un 150%, gracias a un incremento
significativo de los rendimientos de los principales cultivos.
Pero una de las "señales de advertencia" que hace notar el informe es
que las tasas de crecimiento de la producción agrícola han disminuido en
muchas zonas y hoy apenas llegan a la mitad de lo que eran en el apogeo
de la Revolución verde.
En general, el informe pinta la imagen de un mundo que experimenta un
creciente desequilibrio entre disponibilidad y demanda de tierras y
recursos hídricos en los planos local y nacional. El número de zonas que
están llegando a los límites de su capacidad productiva aumenta
rápidamente, advierte el informe.
El 25% de las tierras del planeta están degradados
El informe proporciona la primera evaluación mundial del estado de los
recursos de tierras del mundo. Una cuarta parte de las tierras presenta
un elevado estado de degradación. Otro 8% presenta una degradación
moderada, el 36% está en condiciones de estabilidad o con una
degradación ligera y el 10% se clasifica como tierras que están
"mejorando". La superficie restante del planeta está desnuda (alrededor
de un 18%) o cubierta por masas de agua continentales (alrededor del
2%).
La definición de la FAO de degradación va más allá del deterioro de las
tierras y las aguas en sí mismas, e incluye una evaluación de otros
aspectos de los ecosistemas afectados, como la pérdida de biodiversidad.
Grandes extensiones de todos los continentes experimentan degradación de
las tierras, con incidencias especialmente altas en la costa occidental
de América, en toda la región mediterránea de la Europa meridional y, en
África del Norte, en todo el Sahel y el Cuerno de África, así como en
toda Asia. La mayor amenaza es la pérdida de calidad del suelo, seguida
por el agotamiento de los recursos hídricos y la pérdida de
biodiversidad.
Actualmente se destinan unos 1.600 millones de hectáreas de las mejores
tierras y más productivas del mundo a la agricultura. Algunas partes de
estas zonas se están degradando por las prácticas agrícolas que producen
erosión hídrica y eólica, pérdida de materia orgánica, compactación de
los suelos, salinización, contaminación de suelos y pérdida de
nutrientes.
Aumentan la escasez de agua y la contaminación
La escasez de agua está aumentando, así como la salinización, la
contaminación de las aguas subterráneas y la degradación de las masas de
agua y los ecosistemas relacionados con ésta, añade el informe. Reciben
presión las grandes masas continentales de agua por la reducción de los
caudales que los alimentan y la carga mayor de nutrientes, el aumento
excesivo de éstos, como el nitrógeno y el fósforo. Muchos ríos no llegan
a su desembocadura natural y los pantanos están desapareciendo.
En las principales zonas productoras de cereales de todo el mundo, la
extracción intensiva de agua de los acuíferos los está mermando y
eliminando los recursos accesibles de protección de los que dependen las
comunidades rurales.
Como muchos de los principales sistemas de producción de alimentos
dependen del agua del subsuelo, la disminución de los acuíferos y la
extracción constante de agua subterránea no renovable representan un
riesgo cada vez mayor para la producción local y mundial de alimentos,
advierte el informe.
Perspectivas futuras
La FAO estima que para 2050, el crecimiento demográfico y el aumento de
los ingresos exigirán un incremento del 70% de la producción mundial de
alimentos. Esto equivale a una producción anual de otros 1.000 millones
de toneladas de cereales y 200 millones de toneladas de productos
pecuarios.
Para que mejore la nutrición y retrocedan la inseguridad alimentaria y
la subnutrición, la producción agrícola futura tendrá que crecer más
rápidamente que la población y las pautas de consumo tendrán que
adaptarse, indica el informe.
Más de cuatro quintas partes de las ganancias en materia de producción
deberán producirse en gran parte en las tierras agrícolas de hoy a
través de una intensificación sostenible que haga un uso eficaz de los
recursos de tierras y aguas, pero que no produzca daños.
Recomendaciones
Será decisivo hacer un uso del agua más eficaz -precisa el informe-.
Casi todos los sistemas de irrigación del mundo funcionan por debajo de
su capacidad. Una mezcla de mejor gestión de los sistemas de regadío,
inversión en conocimiento local y tecnología moderna, creación de
conocimientos y capacitación, pueden hacer más eficaz el uso del agua.
Y prácticas agrícolas innovadoras, como la agricultura de conservación,
la agrosilvicultura, sistemas integrados agropecuarios y sistemas
integrados de irrigación y acuicultura, encierran la promesa de
incrementar la producción con eficacia para responder a la necesidad de
seguridad alimentaria y reducir la pobreza, a la vez que se limitan las
repercusiones en los ecosistemas.
La FAO destacó recientemente su perspectiva de la intensificación
sostenible de la producción agrícola en su publicación, Ahorrar para
crecer, presentada a principios de este año.
Otro aspecto en el que se requiere mejorar es en aumentar las
inversiones en desarrollo agrícola. Se estiman las necesidades brutas de
inversión entre 2007 y 2050 para gestión del agua para irrigación en los
países en desarrollo en casi 1 billón de USD. La protección y fomento de
las tierras, la conservación del suelo y control de las inundaciones
necesitarán en torno a los 160.000 millones de USD de inversiones en el
mismo período, documenta el informe.
Por último, deberá darse más atención no sólo a las opciones técnicas
para incrementar la eficacia y promover la intensificación sostenible,
sino también para asegurar que se modernicen las políticas y las
instituciones nacionales, que colaboren unidas para hacer frente a los
retos de hoy en materia de gestión de los recursos de tierras y aguas.
Publicado por Web Noticiasambientales.com (19/11/2011).