Ecología y ecologismo
Por Javier Cuquerella
Ecología es a ecologista como sociología
es a socialista. En un caso hablamos de algo que quiere ser una ciencia, un
conocimiento de unos hechos o tendencias, y en otro de unas ideologías que
pretender dar soluciones muy concretas a los problemas de la humanidad".
Resulta que, sin proponérmelo, casi sin quererlo, he terminado siendo lo que
vulgarmente se conoce como "experto" en "economía ambiental" o en técnicas de
desarrollo sostenible ... ¡Pobre sociedad nuestra que a los que llevamos unos
pocos años intentando estudiar un tema se nos llama expertos...! Será por
aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey ... No lo sé, pero
lo cierto es que a lo largo de mi vida profesional me he encontrado con algunas
personas de un altísimo nivel y valía personal y con otros muchos que, a pesar
de su renombre y hasta prestigio, no son más que unos pobres "cantamañanas" que
se saben de memoria una determinada lección - no siempre veraz - y la repiten
con una convicción digna de mejor causa ... ¡Me da terror pertenecer a estos
últimos y mucho me temo que pueda ser así!
Me gusta hablar del "ambiente", o del "medio", pero me cuesta decir esa
redundancia tan extendida de "medio ambiente", pero creo que ya no tiene
solución, ya tenemos un Ministerio con ese nombre y me temo que en próximas
ediciones del Diccionario de la Real Academia aparecerá esta acepción ...
Quiero pensar que soy un analista del medio, o mejor, de la conservación y
protección del medio frente a las inevitables consecuencias negativas que para
el ambiente tiene cualquier actividad humana.
¿Un ecólogo? ¡Que bien suena! No, aún no, quizás dentro de algunos años - si
puedo seguir por esta vía- pueda llegar a ser un conocedor de una parte
pequeñísima de esta amplísima y multidisciplinar ciencia que empieza a ser la
ecología... Pero mucho me temo, la experiencia de más de 30 años de vida
profesional así me lo dice, que no podré seguir en este tema mucho tiempo más.
Comencé mi vida profesional teniendo que discutir de Centrales Térmicas de
carbón (sin más idea que lo aprendido en la carrera, un poco de sentido común y
el miedo audaz de los pocos años) con superexpertos venidos de Alemania. Fue un
buen augurio de lo que me esperaba ... Después pasé por los ferrocarriles, las
centrales hortofrutícolas, las nucleares, las refinerías de petróleo, las
centrales lecheras, la red de frío, la industria de la madera, la siderurgia, el
acero inoxidable, la trefilería, las industrias de la defensa, la minería, y
tantas y tantas otras especialidades de la industria.
Todo ello pasando por la política fiscal, el fomento a la exportación, las
primeras negociaciones con la CE, el instituto de estudios estratégicos de
CESEDEN, la economía industrial, el IVA, las relaciones con los sindicatos, la
normalización y certificación técnica, las relaciones con la Comisión Europea,
el Mercado Único, etc. Todo ello tuve que estudiarlo y de todo ello tuve que
discutir con auténticos ex-pertos. Todo sin cambiar de sitio de trabajo... ¡Dios
mío, se me presentaba como experto! ... Experto de todo, conocedor de nada ...
Aún me quedan unos cuantos años de vida profesional y ¡que difícil es que pueda
seguir en un tema único! ... Con estos antecedentes se comprenderá mi miedo a
ser un "cantamañanas" de esos que he comentado.
Pero volvamos al tema que nos ocupa, toda actividad humana - se me ocurrió decir
distinta del mero pensar, pero para pensar hay que respirar... - tiene
incidencia en el medio o está condicionada por él. La interacción hombre-medio
es total. El hombre siempre ha luchado por modificar el medio cuando lo ha
considerado hostil o se ha aprovechado de él cuando no.
La naturaleza siempre ha sabido y podido neutralizar la acción del hombre,
mediante sus propios mecanismos naturales de compensación, sin que se planteasen
problemas irresolubles, no compen-sables por ella misma, a medio o largo plazo.
Los problemas reales comienzan a surgir con la masificación de las actividades
destructivas o mo-dificadoras, consecuencia de la irracional "civilización"
dominante del consumismo y del despilfarro ... Es entonces cuando el equilibrio
acción del hombre-reacción de la naturaleza puede romperse y cuando el hombre
debe reaccionar en defensa del medio.
Entiendo que la ecología es la ciencia que estudia ese equilibrio. El
conocimiento del cual nos permitirá establecer los límites a la acción humana, o
introducir los mecanismos de corrección necesarios en aquellos casos en que esta
acción no pueda ser suficientemente limitada y sea tan enérgica o masiva que
impida la restauración por medios naturales.
Una anécdota puede ayudarme a centrar el planteamiento del tema en los términos
que considero justos. Acababa de dar una "charleta" sobre "industria y medio
ambiente" y en el coloquio un conocido ecologista se me dirigió diciendo:
- "Respecto al desarrollo sostenible creo que nuestra postura como ecologistas
debe ser ..."( y continuó con una acalorada defensa de su ideas)
Cuando hubo terminado le indiqué
-"Perdóneme pero, rogándole que no vea en ello ningún intento de descalificación
de las ideologías, deseo hacerle una aclaración.
Ecología es a ecologista como sociología es a socialista. En un caso hablamos de
algo que quie-re ser una ciencia, un conocimiento de unos hechos o tendencias, y
en otro de unas ideologías que pretender dar soluciones muy concretas a los
problemas de la humanidad. Espero, con el paso del tiempo, poder llegar a ser
ecólogo y me preocupan mucho los problemas de nuestra sociedad con-sumista de
finales del siglo XX y principios del XXI, pero le aseguro que, hoy por hoy, no
soy ni ecologista ni socialista.
Entre su forma de pensar y la mía hay una diferencia notable. Vd. propugna que
el hombre debe ponerse al servicio del medio y yo mantengo que el medio debe
estar para el servicio del hombre y que, por tanto este debe cuidarlo para poder
usarlo, disfrutarlo y trasmitirlo en perfectas condiciones a las generaciones
futuras, ya que es usufructuario del medio y no su propietario.
Y que conste que, a pesar de lo que muchos consideramos que son excesos por
parte de los ecologistas, reconozco que Vds. han prestado un gran servicio a la
sociedad, ya que han logrado - con esos excesos - que todos tomemos conciencia
del problema."
Esta es, a mi juicio, la clave, la diferencia entre los ecologistas y los
preocupados por el medio ambiente.
Por otra parte en el mundo del ecologismo hay que ser muy prudente. Está lleno
de axiomas, existe alguna que otra tesis más o menos razonada y casi ningún
teorema. En un lenguaje más de moda se puede decir que está lleno de
apriorismos, de dogmas, bendecidos por la simple afirmación reiterativa, y los
dogmas solo son aceptables en la Religión y pocos.
En cuanto se entra en el ecologismo con un cierto sentido crítico los
interrogantes aparecen uno tras otro:
- "Hay que restaurar el medio a sus orígenes" Pero... ¿Cuáles son estos? ¿Los
comienzos del siglo pasado, antes de la revolución industrial o el jurásico con
sus dinosaurios?.
La capa de ozono y su celebre agujero ¿Que historia tenemos de su evolución?
¿desde cuando se analiza su estado? ¿10, 15, 25 años, ...? Y ¿que supone eso
para los millones de años de vida de nuestra pequeña madre tierra? ¿Como eran la
capa de ozono y su agujero en 1950 o en 1900? ¿Y en 1850? ¿O el año 2.000 antes
de N. S. Jesucristo? ¡¡No se tiene ni idea!! Y quien diga lo contrario miente.
¿Desde cuando un científico saca conclusiones definitivas con unos datos tan
pobres como los disponibles? Lo más que pueden establecerse son hipótesis
intuitivas, y muy endebles por cierto. Los modelos matemáticos utilizados para
su estudio vienen viciados por las hipótesis de origen...
¿Que pasaría si el agujero de la capa de ozono se redujera? Un buen número de
auténticos científicos dicen - donde las dejan hablar o escribir - que si fuera
así la vida en la tierra sería imposible, pues entonces sí que el efecto
invernadero sería asfixiante de todo conato de vida. ¿No es este agujero el
"respirador" por donde abandonan nuestra atmósfera los gases nocivos y por el
que se com-plementa el efecto termoregulador de los mares? ¿Es su variación un
peligroso efecto irreversible de la acción destructiva incontrolada del hombre,
como dicen algunos, o es la reacción del sistema natural de autoregulación para
compensar dicha actividad, como dicen otros?
Sin duda hay que seguirlo y estidiarlo cuidadosamente, con atención, y tratar de
eliminar las causas violentas de su evolución, pero sin los alarmismos
apocalípticos tan en uso.
El calentamiento de la tierra. La mayoría de los datos que se aportan proceden
de observatorios si-tuados en grandes ciudades. Que duda cabe que en ellas el
microclima ha tenido fortísimas modifica-ciones consecuencia de las
calefacciones, la generalización del aire acondicionado, los vehículos, etc.,
pero su área de influencia ambiental es muy reducida y su peso relativo respecto
a la superficie terrestre mínimo. (Por cierto, en los últimos meses parece que
se insiste menos en este tema, quizás porque hemos vivido los dos inviernos más
frios de los últimos cien años)
Los estudios que se están realizando en la antartida demuestran que en el siglo
XVII la tierra vivió lo que podría llamarse una miniglaciación y que en los tres
siglos siguientes hemos tenido calenta-mientos y enfriamientos sucesivos de
cierta importancia...
Las emisiones a la atmósfera de compuestos cloro-fluorados del carbono, de SO2,
de CO2, la contaminación de las aguas y de los suelos, la desertización, etc.,
todo ello son problemas reales, que exigen solución, pero que generalmente son
presentados por el ecologismo desde unos planteamientos esencialmente alarmistas
y poco científicos.
¿Por qué si la naturaleza viene desde hace millones de siglos neutralizando
catástrofes como la del Nevado del Riz, por citar una próxima en el tiempo, no
puede neutralizar la acción nociva del hombre? La erupción del Nevado del Riz
supuso más emisiones a la atmósfera de compuestos clorofluorados del carbono que
todos los CFC que ha fabricado el hombre desde que descubrió su produc-ción
industrial.
El CO2. ¿Es lógico pedir que se reduzcan sus emisiones porcentualmente por igual
en todas partes, desde su valor de hoy, sea cual sea este?... No olvidemos que a
más industrialización y más nivel de vida, necesariamente se derivan más
emisiones de CO2 ¿Es lógico exigir que las emisiones de CO2 por habitante y año
se reduzcan al mismo ritmo y desde su valor de hoy en las cuencas del Rhur o del
Sarre que en el Algarbe o en la Mancha, o en la sabana colombiana? Así no se
podrán nivelar nunca las situaciones ...
La reducción de 5 puntos porcentuales más de los primeros, permitiría
multiplicar por 100 las de los últimos, con la consiguiente mejora de su nivel
de vida y con un notable beneficio para el conjunto del planeta en cuento a
reducción del CO2 total.
¿Se ha estudiado acaso la activísima acción de los océanos en la regulación de
sus efectos nocivos? ¡No! Al menos oficialmente. Oceanólogos de altísima
cualificación, con los que he hablado, están seguros de que sí se ha hecho, otra
cosa sería estúpida, pero no interesa publicar los resultados porque no están de
acuerdo con las tesis "de moda"
¿Por qué las fundaciones de nombres resonantes, el Banco Mundial, organismos de
la ONU y tan-tas otras instituciones teóricamente desinteresadas y benéficas no
financian estudios en estas materias, si piensan que sus ejecutores no siguen
las tendencias "científicas" de moda? Y esto es un he-cho cierto y contrastado.
Las organizaciones ecologistas. ¿Quién paga sus barcos y sus aviones? ¿Quién a
su amplísimo "estado mayor" que se dedica - día a día y a jornada completa - a
trabajar en sus puestos de decisión y en los de dirección de sus actuaciones? No
me refiero a los numerosos voluntarios que desinteresadamente actúan en ellas en
temporadas de su vida o a tiempo parcial, me refiero a los que viven en ellas y
de ellas.
Todo el mundo sabe hoy, pues es público y notorio, lo que se ha callado durante
años. Las genero-sas aportaciones del KGB durante años a determinadas
organizaciones ecologistas, eran un grano en las posaderas de su enemigo. Pero
se calla y se ridiculiza (como antes hacían los "progres" con los que querían
citar los fondos del KGB) al que pretende airear lo que es cierto: Una fuente
importante de sus ingresos proviene de gobiernos occidentales, a través de las
fundaciones que he mencionado antes y de otras mas misteriosas y relacionadas
con determinadas agencias estatales.
Tradicionalmente los movimientos ecologistas han estado vinculados, al menos
ideológicamente, con las diferentes manifestaciones del pensamiento socialista,
pero en los últimos años ha aparecido algo que podría llamarse el
"eco-capitalismo" o capitalismo ecologista, que utiliza las lógicas y naturales
inquietudes de la sociedad por la conservación del medio, como arma para la
defensa de intereses meramente económicos. Así se explica la actitud de
exigencia radical, en esta materia, de los países post-industriales frente a los
que están en vías de desarrollo.
Es cierto que hay que poner coto a la degradación progresiva de la naturaleza,
que debemos con-servar lo poco que queda de bosques y sabanas, ya que son los
pulmones de la tierra, y que la biodi-versidad es un tesoro que hay que procurar
cuidar. Pero, si todo ello es un bien general, su coste lo deberemos soportar
todos y de modo más intenso deberá recaer sobre los que más "rompen" o
"manchan", no sobre las poblaciones de los países subdesarrollados, como tantas
veces se pretende im-poner en la práctica.
¿Por qué y para qué?
Occidente (léase USA, Canadá, Japón, y nuestra flamante Unión Europea, no
nuestra vieja y querida Europa ) les dice a estos países:
-"No talen sus bosques, no roturen y cultiven sus maravillosas sabanas, no
perjudiquen su vida salvaje, su maravillosa biodiversidad, que son un tesoro de
la naturaleza, con una industrialización desordenada ¡Son los pulmones y la
reserva de la Tierra!
-"Y que hago, pues así no puedo comer". Dicen estos
-"Sencillo - les contestamos - no crezcan tanto en población, que es un riesgo,
limítense a ser los que puedan vivir en las superficies ahora cultivadas, a
cambio nosotros les mandaremos nuestro turismo selecto, nuestras máquinas y
nuestro grano. Y si las cosas se les ponen muy mal les daremos unos "generosos"
préstamos para que puedan seguir comprándonos esas cosas, siempre que sean
buenos y hagan caso a nuestros sabios consejos"
Traducción a román paladino:
-"Yo he sustituido mis bosques, mis sabanas y mis animales salvajes por
cultivos, animales de granja industrial y fábricas, para vivir bien. Ahora me
sobran grano, animales y máquinas, pero no puedo disminuir mi ritmo de
producción sin que disminuya mi maravilloso nivel de vida. Mis excedentes te los
tengo que vender a ti para mantener ese ritmo.
Si aumentas tus cultivos y tu industria no solo dejarás de comprarme, sino que
me harás la com-petencia en mi casa pues eres más barato y a la larga me
hundirás.
Además yo - por mi forma egoísta de entender la vida - cada vez soy menos gente
y tu estas creciendo a un ritmo tal que muy pronto serás muchos más que yo y
puedes llegar a invadirme, pacíficamente casi seguro, pero invadirme y dominarme
¡Contrólate!
Suena durísimo, cínico y terrible, hasta casi caricaturesco, pero en una gran
medida es cierto.
La urgencia de unas fotos en unos casos, la corrupción en otros y la falta de
principios y la inepcia en casi todos, se encargan de que cosas tan irracionales
prosperen.
¡En fin! Un tema realmente complejo, porque es verdaderamente cierto que debemos
reaccionar en defensa del medio, que - como decía antes - es obligación de la
humanidad estar vigilantes y cuidar y recuperar el ambiente, luchar contra la
contaminación de las aguas y suelos y la desertización, utilizar los recursos
naturales de un modo racional, vigilar las emisiones a la atmósfera de gases
perjudi-ciales, etc.
Pero entre estos dos tipos de ecologismos que hemos contemplado, solo cabe la
postura del hombre que sabe que el medio es un bien que está a su servicio y
que, por tanto, debe cuidarlo para poder usarlo, disfrutarlo y trasmitirlo en
iguales o mejores condiciones que lo recibió, ya que es usufructuario del medio
y no su propietario.
El ecologismo que mueve a usar el medio y los recursos naturales renovables de
una forma racional, que permita un desarrollo sostenible y equilibrado, con
criterios de auténtica solidaridad humana, solidaridad entre las personas que
hoy habitamos la tierra y con las generaciones futuras.
El ecologismo del hombre que, siguiendo los dictámenes de la razón, sabe valorar
lo que es la esencia del hombre, su ser, y deja en segundo plano lo contingente,
su tener, su poseer. El ecologismo racional, el ecologismo humanista que
entiende esa relación hombre-medio como algo consecuencia directa de la propia
naturaleza del hombre.
En el campo del respeto al medio, como en tantos y tantos otros, la solución
está en la vía de la ra-cionalidad y de la solidaridad humana, del auténtico
progreso del hombre como tal.
El hombre que es consciente de su esencia, de su ser, valora las cosas
materiales, su tener, en su verdadera dimensión de medios y no como un fin. Al
considerarlos en su calidad de medios para alcanzar un fin, los utiliza
racionalmente, como elementos necesarios para el fin, pero de los que se sabe
administrador que debe dar cuenta de su utilización, no su dueño y señor que
puede usar y abusar de ellos a su capricho.
Por eso, las personas que se plantean el problema desde este punto de vista
humanista, chocan necesariamente con los dos polos del materialismo dominante en
la sociedad actual. Sus soluciones no pueden ser admitidas por un capitalismo
individualista y egoísta, ni por unas ideas socializantes que pretenden poner a
la persona al servicio del estado o del medio.
Por eso, también, en este campo - como en tantos otros - en la sociedad
superficial actual de los titulares de prensa, la única solución posible es
fomentar en los que nos rodean la educación del uso de su libertad y la
formación intelectual e integral del hombre, hacer que piense más y que mire con
sentido crítico a aquellos que pretenden ahormar su opinión con eslóganes de un
sentido u otro.
De este modo podrá hacerse su propia opinión, no la que le quieren imponer por
intereses espurios. Así sabrá valorar el espíritu sobre la materia y actuar
racionalmente, utilizando su razón.