2011 , Año Internacional de los Bosques
Por Alex Fernández Muerza
Los bosques tendrán en 2011 su Año Internacional. La Asamblea General de las Naciones Unidas organizará diversas actividades para concienciar a la sociedad de los problemas que sufren los recursos forestales de todo el planeta y frenar su deterioro. Cada año desaparecen más de 13 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo, una superficie equivalente a la cuarta parte de la península Ibérica. Los consumidores pueden asumir varias medidas para combatir esta deforestación, que afecta a la biodiversidad y al bienestar de miles de millones de personas.
El Año Internacional de los Bosques pretende llamar la
atención de todos los ciudadanos del mundo durante 2011. Su objetivo es aumentar
los esfuerzos de recuperación y conservación de las masas arbóreas mundiales y
recordar que son parte esencial del desarrollo sostenible del planeta, gracias a
los beneficios económicos, socioculturales y ambientales que proporcionan.
Sus responsables realizarán a lo largo de todo el año diversas actividades para
implicar a instituciones, empresas y ciudadanos y llamar la atención sobre las
mayores amenazas que sufren los recursos forestales. Se promoverán iniciativas
para aumentar la ordenación sostenible, la conservación y el desarrollo de todo
tipo de bosques, incluidos los árboles fuera de ellos. Además, se intercambiarán
conocimientos sobre estrategias que han frenado la deforestación y la
degradación forestal.
Con esta edición, será ya la segunda que los bosques son protagonistas de un Año
Internacional: en 1985 el Consejo de la Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación (FAO) pidió a sus Estados Miembros que tomaran
conciencia de la necesidad de proteger esta parte esencial de la naturaleza.
Por qué hay que proteger los bosques
Según estimaciones de la FAO, cada año desaparecen más de 13 millones de
hectáreas de bosques en todo el mundo, una superficie equivalente a la cuarta
parte de la península Ibérica. Los expertos señalan diversas causas, todas ellas
provocadas por los seres humanos: la sobreexplotación y la tala ilegal, la
conversión a tierras agrícolas y ganaderas, la recolección insostenible de la
madera, la gestión inadecuada de la tierra, la creación de asentamientos
humanos, las explotaciones mineras y petrolíferas, la construcción de embalses y
carreteras, las especies invasoras, los incendios forestales, los cultivos para
agrocombustibles, la fragmentación de los ecosistemas o la contaminación
atmosférica.
Mención aparte merecen los bosques vírgenes conservados en su estado original,
que desaparecen a gran velocidad en todo el mundo. Conocidos como bosques
primarios, cubren un 10% de la superficie terrestre, aunque se estima que cada
año se pierden o modifican unos seis millones de hectáreas. La organización
ecologista Greenpeace asegura que solo se conservan el 20% de los bosques
primarios originarios, que el 80% ya se ha destruido o alterado y que el 20%
restante está en peligro. Por su parte, los árboles singulares, algunos con más
de mil años de edad o del tamaño de un rascacielos, tampoco disfrutan de una
mejor situación.
En España, la mitad de la superficie forestal está desarbolada y la actividad
humana amenaza la calidad biológica de los bosques que perviven. Así lo señala
el informe "Los bosques que nos quedan. Propuestas para su restauración",
elaborado por expertos de la organización conservacionista WWF y de la
Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Los bosques son mucho más que madera. Más de 1.600 millones de personas en los
países más pobres del mundo sobreviven por los alimentos, los materiales, el
agua o las medicinas que consiguen gracias a ellos. Algunos son pueblos
indígenas únicos en peligro de desaparición. Además, son el hogar del 80% de la
biodiversidad mundial de plantas y animales y, por ello, su destrucción pone en
peligro la supervivencia de muchas especies. Los bosques tropicales son el caso
más extremo, debido a la gran cantidad y variedad de seres vivos y a las
deforestaciones masivas que padecen.
Los recursos forestales juegan también un papel clave en el cambio climático.
Los árboles son uno de los principales sumideros de carbono, al absorber el
dióxido de carbono (CO2). Por ello, la deforestación causa hasta un 20% de las
emisiones mundiales de CO2, una cifra similar a la generada por el sector del
transporte, según datos del Banco Mundial.