ACCION CLIMATICA: URGENTE O IMPORTANTE

 


La idea de que “lo ambiental es importante, pero hay problemas sociales más urgentes” es una perspectiva común entre líderes políticos y empresariales. Para algunos, esta afirmación podría ejemplificar la conocida matriz de urgencia e importancia de Franklin Covey. Reconocer este enfoque refleja una sensibilidad hacia las necesidades sociales, dado que las cifras relacionadas con desnutrición, falta de acceso a salud, agua potable o desagüe son alarmantes. Frente a estos desafíos, hablar de temas como reciclaje o descarbonización puede parecer un lujo o una prioridad relegada al “primer mundo”, dejando a países emergentes fuera de la ecuación inmediata.

No obstante, esta forma de pensar podría ampliarse mediante una reflexión distinta sobre la problemática ambiental. En lugar de concentrarnos únicamente en el cambio climático como un problema aislado, podría ser útil abordar la exposición o vulnerabilidad ante sus efectos. Este enfoque permite comprender cómo la contaminación afecta directamente la salud humana, cómo la pérdida de tierras cultivables amenaza la seguridad alimentaria, cómo la degradación del territorio obliga a migraciones forzadas, y cómo la disminución de la biodiversidad compromete los recursos esenciales para la subsistencia. Tales conexiones subrayan que la crisis ambiental no es un problema ajeno o abstracto, sino uno profundamente vinculado a las condiciones de vida, especialmente en países emergentes y, dentro de estos, a las poblaciones más vulnerables.

Adoptar esta perspectiva elimina la falsa dicotomía de que lo ambiental es un problema “del primer mundo”. Por el contrario, deja en evidencia que las comunidades más desfavorecidas son las que sufren desproporcionadamente los impactos de la crisis climática, ampliando las desigualdades sociales ya existentes. Esto plantea interrogantes fundamentales: ¿qué medidas tomar y cómo priorizar entre lo social y lo ambiental?

Una propuesta consiste en medir el progreso social y ambiental con un enfoque interdependiente, como lo sugiere Kate Raworth en su modelo de economía del donut. Este enfoque permite entender cómo ambas problemáticas están entrelazadas y trabajar en soluciones integradas. Además, los países emergentes deben elevar su voz para exigir que los países industrializados aceleren la transición energética, evitando que las naciones menos responsables del problema carguen con sus consecuencias. Asimismo, es crucial identificar y atender los casos más críticos de vulnerabilidad, especialmente aquellos que ya no tienen retorno, desarrollando programas específicos para mitigar los impactos.

El verdadero desafío no es optar entre resolver problemas sociales o ambientales, sino reconocer que al abordar uno también se impacta positivamente en el otro. Solo mediante un enfoque integral será posible construir un futuro más justo, sostenible y resiliente para todas las personas.

 


Autor: Rodrigo Isasi. Fuente: Diario Gestión- pag.4, 22 de noviembre del 2024.