La región de Piura enfrenta un déficit hídrico histórico, que podría ser solo el preludio de una crisis más amplia que afecte tanto al norte como al sur del Perú. Esta situación no solo compromete el suministro de agua para el consumo humano, sino también la agricultura y la generación de electricidad. Según el informe del Sistema de Monitoreo y Pronóstico de Sequías Hidrológicas (OASIS) del Senamhi, hay serios riesgos de déficit de caudales en diversas cuencas, afectando tanto a sistemas naturales como a infraestructuras clave.
Para noviembre, se pronostica una alta probabilidad de déficit en la vertiente del Titicaca, lo que impactaría varios ríos importantes, como el Ilave y el Ramis. Este déficit no solo amenaza el suministro de agua potable para las 47 de las 50 empresas prestadoras de servicios de saneamiento a nivel nacional, sino también cerca de 154,401 hectáreas de terreno agrícola y nueve centrales hidroeléctricas, que en conjunto generan 271.48 megavatios por hora. Los efectos de esta sequía serían devastadores para los recursos y la economía de las regiones afectadas.
En diciembre, la situación se complicaría aún más, extendiéndose el déficit a las cuencas de Tumbes, Chira y Chicama, y afectando la vertiente del Amazonas en regiones como Ucayali y Cusco. El número de empresas de agua potable afectadas se reduciría a 41, pero el área agrícola comprometida se mantendría en un nivel crítico, con 119,709 hectáreas impactadas. Además, el déficit hídrico comprometería la producción de energía hidroeléctrica aún más, afectando 13 plantas con una capacidad de 1,292 megavatios por hora.
El riesgo para la generación eléctrica es significativo. La sequía ya ha tenido efectos previos, como la crisis provocada por el fenómeno de La Niña y El Niño, que en 2023 llevó a una caída de 700 megavatios en la producción hidroeléctrica y un incremento del uso de diésel en un 27%. Esto elevó los costos de generación eléctrica a niveles extremos, con precios que se dispararon de los habituales $35 por MWh hasta $180. Para finales de 2024, la situación podría ser aún más crítica, con proyecciones que indican que los costos podrían subir hasta $220 por MWh si la sequía persiste.
Finalmente, los costos de generación eléctrica crecientes afectarían directamente a los clientes del mercado eléctrico. Según el especialista Rafael Laca, las pequeñas y medianas empresas serían las más vulnerables, ya que los contratos de suministro que tienen incluyen el costo marginal, lo que encarecería significativamente el acceso a la energía. Esto podría generar un impacto económico severo, especialmente para sectores industriales y comerciales dependientes de la energía eléctrica.
Fuente: Diario Gestión- pag.2, 31 de octubre del 2024.