El texto plantea un enfoque optimista y estratégico hacia la movilidad sostenible en Perú, destacando las oportunidades que el país tiene para liderar en la lucha contra el cambio climático. Se argumenta que el cambio climático es una amenaza urgente que exige una transformación hacia modelos de desarrollo más sostenibles, con la electrificación del transporte como una de las soluciones más viables. Se enfatiza que Perú cuenta con un potencial único gracias a su energía limpia y renovable, lo que podría mejorar su seguridad energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles. Esto no solo fortalecería la economía nacional, sino que también promovería un desarrollo tecnológico sostenible e innovador.
El autor destaca que la transición hacia la movilidad eléctrica no es una tendencia pasajera, sino una estrategia crucial para abordar problemas significativos de salud pública relacionados con la contaminación urbana. Los vehículos de combustión interna son una de las principales fuentes de contaminación del aire en las ciudades peruanas, contribuyendo a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. La adopción de vehículos eléctricos no solo reduciría estas emisiones, mejorando la calidad del aire y la salud de la población, sino que también disminuiría los costos económicos asociados con el tratamiento de estas enfermedades.
En un plano más amplio, el texto sugiere que adoptar la movilidad eléctrica tiene un impacto positivo que va más allá de los beneficios inmediatos para la salud y la economía. Se resalta la misión de trabajar hacia un desarrollo sostenible que beneficie a toda la sociedad peruana, destacando la responsabilidad compartida entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado. En este contexto, la electrificación del transporte se presenta como una vía para un futuro más saludable y próspero, asegurando beneficios duraderos para las generaciones futuras.
Por último, se subraya la importancia de la intervención estatal en este proceso de transformación. Se requiere que el Gobierno asuma un papel activo mediante políticas que faciliten la transición hacia una movilidad eléctrica, como incentivos fiscales, subsidios para infraestructura de carga y programas de financiamiento. Estas medidas, junto con la colaboración estrecha con el sector privado, son esenciales para garantizar que los beneficios de la movilidad eléctrica se distribuyan equitativamente y para acelerar el desarrollo sostenible del país.
Autor: Lorena Trelles. Fuente: Diario Gestión- pag.13, 30 de octubre del 2024.