HUMO QUE NUBLA LA VISTA

 

 

Nuestro país enfrenta una crisis significativa, tanto literal como figurativa. Los incendios forestales, que no son un fenómeno reciente, han afectado a 22 de los 24 departamentos del Perú, provocando la muerte de 15 personas, 98 heridos y cerca de 2,000 damnificados. En lo que va del año, se han registrado 248 incendios forestales debido a las altas temperaturas, la sequía intensificada por el cambio climático y la actividad humana. Dada la vulnerabilidad del Perú ante el cambio climático, se hace evidente la necesidad de invertir en prevención, detección temprana y gestión de desastres. Sin embargo, en lugar de destinar recursos a estas áreas, nos permitimos malgastar miles de millones de soles en proyectos como Petroperú, que resultan ser ineficientes.

Las repercusiones económicas de esta crisis ambiental son considerables. En el sector agrícola, se ha informado de la pérdida de miles de hectáreas de cultivos, lo que impacta negativamente en nuestra biodiversidad y en la subsistencia de muchas familias que dependen de esta actividad. También se ha perdido más de 4,000 animales y sus fuentes de alimentación. Además, hay pruebas de que el humo de los incendios forestales disminuye la productividad del ganado lechero. Otro sector gravemente afectado es el turismo, ya que los incendios dañan reservas naturales y sitios arqueológicos, especialmente en Cusco y Amazonas, lo que frena el avance del sector que emplea a numerosos peruanos en áreas como hospedaje y guías turísticos.

Sin embargo, el daño no se limita a los sectores productivos. También aumenta la presión sobre los servicios de salud, ya que la calidad del aire se ve comprometida, afectando especialmente a grupos vulnerables como niños y ancianos. Además, el cierre de escuelas o el daño permanente a la infraestructura educativa perjudica la capacidad de aprendizaje de los niños.

Una vez que se produce el daño, la atención de emergencias resulta costosa, por lo que la prevención es fundamental. Ante los efectos del cambio climático, como sequías, el Perú debe destinar recursos a sistemas de alerta temprana e infraestructura resistente que permitan respuestas rápidas y efectivas. Es crucial abordar las causas humanas que inician estos incendios, a menudo relacionadas con quemas para la agricultura o cultivos ilegales, como la hoja de coca. Asimismo, las áreas devastadas por los incendios se convierten en terrenos propensos a la minería ilegal, y deberíamos dificultar estas actividades en lugar de facilitar su desarrollo.

No obstante, la cultura de prevención y el sentido de urgencia no parecen ser una prioridad para las autoridades. Por ejemplo, en julio de este año, el Congreso redujo drásticamente el monto del crédito suplementario solicitado por el Ministerio de Economía y Finanzas para la reserva de contingencia, disminuyéndolo de 600 millones a solo 11 millones, destinando los 588 millones restantes a gastos en más de 204 municipios. La prevención no parece ser parte de la política actual.

Además, en medio de esta grave crisis, el Gobierno permitió la salida del directorio de Petroperú y decidió otorgar un rescate significativo de 1,550 millones de dólares en capitalización de deuda, así como la ampliación del plazo para sus deudas a corto plazo y 1,000 millones de dólares en garantías del Banco de la Nación. Para contextualizar, el presupuesto de este año para el programa de reducción de vulnerabilidad y atención de emergencias en todo el país es de solo 106 millones de soles. Aunque se han establecido algunas condiciones para este rescate, muchos aspectos clave de la reestructuración siguen siendo confusos. ¿Cómo se protegerán las decisiones del eventual PMO de la influencia política? ¿Se aprobará un marco legal que permita desvincular personal? ¿Se cerrarán unidades de negocio que contribuyen a las pérdidas? El rescate es generoso, pero las condiciones son ambiguas.

Mientras el Perú enfrenta esta crisis y los recursos se desvían hacia proyectos ineficientes, las señales para la inversión privada continúan deteriorándose, lo que afecta las oportunidades de empleo y la lucha contra la pobreza. Aunque existen proyectos y oportunidades esperanzadoras en el país, seguimos escuchando comentarios desafortunados de algunas autoridades que, en lugar de mostrar empatía y respuesta, parecen estar cegadas por el humo de la crisis.


Autor: Paola del Carpio Ponce. Fuente: Diario Gestión - pag.12, 19 de setiembre del 2024.