El auténtico El Dorado, esa legendaria ciudad de oro oculta en la selva peruana, es en realidad la propia selva. Se trata de una extensa región que alberga riquezas incomparables y que, con una adecuada planificación e inversión en infraestructura, podría contribuir de manera significativa y sostenible al PIB nacional.
Un buen ejemplo de comparación se encuentra en la frontera con Brasil, en los estados de Acre, Rondônia, y Mato Grosso, donde la región amazónica genera un PIB cercano a los 80 mil millones de dólares, diez veces más que el PIB de 7 mil millones de nuestras regiones amazónicas. Uno de los factores que explica esta notable diferencia entre Brasil y Perú es la planificación a largo plazo, que incluye una considerable inversión en infraestructura ferroviaria, permitiendo que la producción llegue a las costas atlánticas y sea exportada a nivel mundial.
Ese PIB de 80 mil millones de dólares es el resultado de más de 20 años de planificación, investigación, desarrollo, crédito, asistencia técnica y leyes de promoción e infraestructura. En los años 80, Brasil era un importador de alimentos; hoy es el principal exportador mundial de soja (55%)*, café (26%)*, jugo de naranja (76%)*, azúcar (41%), carne de pollo (35%)* y carne vacuna (24%)*, gracias a una planificación eficaz que ha convertido a Brasil en el tercer exportador agrícola del mundo, con un 6.5% del mercado internacional, y con un plan para duplicar sus exportaciones para 2035.
Nuestra Amazonía tiene un enorme potencial, con la ventaja de contar con el ejemplo del modelo brasileño y aprender de sus éxitos y fracasos. Lo importante para integrar este vasto territorio amazónico es tener un sólido plan estratégico a 20 años, junto con una legislación que promueva la inversión.
Se cuestiona la justificación de construir un tren de la costa a Pucallpa debido a la falta de producción, lo cual puede ser cierto en la actualidad, pero si se despierta el gran potencial productivo de la Amazonía y se eleva el PIB regional a 80 mil millones de dólares, claramente sería justificable. Bajo la premisa de que no existe producción, nunca la habrá, y el tren tampoco. Ejemplos históricos, como la construcción de la Vía Expresa en 1966, el Canal de Panamá concebido en 1524 por el Rey Carlos I, o el primer hotel en Las Vegas, parecen ilógicos por la falta de demanda en su momento, pero hoy Las Vegas recibe 80 millones de visitantes, el Canal de Panamá transformó el comercio mundial, y la Vía Expresa es esencial para el tráfico en Lima. Estas obras visionarias hacen historia.
Un ferrocarril que conecte la selva con la costa despertaría el gran potencial productivo de nuestra Amazonía, especialmente al acceder al mayor mercado mundial, que comprende más de 1.5 mil millones de personas, más de cuatro veces la población de Sudamérica, con un gran potencial de consumo. En cuanto al elevado costo de su construcción, China necesita crear rutas comerciales globales para abastecer a su creciente población en los próximos 50 años. Una de las proteínas más demandadas por los chinos es la soja brasileña, junto con otras materias primas de la región que necesitan una salida segura al Pacífico. Solo esto justifica el interés en que las autoridades de los tres países negocien un acuerdo beneficioso.
El último ferrocarril construido en Perú fue el Ferrocarril Central, iniciado en enero de 1870, que se realizó con mulas pasando por Ticlio. Este tren permitió el desarrollo de la sierra central del país, estableciendo la fundición de Cerro de Pasco, la refinería de la Oroya, y otras industrias agrícolas y ganaderas, todo en torno a la capacidad de llevar la producción a la costa. El ferrocarril sigue funcionando hoy, transportando eficientemente la gran producción minera de la sierra central a la costa. Sin este tren, la riqueza de los Andes centrales no habría florecido al mismo ritmo, y la cola de camiones sería interminable desde la Oroya hasta Lima.
Este año, Perú es anfitrión del Foro APEC por tercera vez, coincidiendo con la inauguración del puerto de Chancay con la presencia del presidente Xi Jinping, lo que presenta una oportunidad histórica para unir esfuerzos y anunciar una obra de integración continental tan importante como el Canal de Panamá: un tren que conecte el occidente brasileño con el Océano Pacífico, despertando el importante potencial de nuestra Amazonía.
Autor: José Ignacio de Romaña., Fuente: Diario Gestión - pag.23. 05 de agosto del 2024.