FALSA PROMESA

 

 

“Cuando pienso en el clima, pienso en empleos sindicalizados y bien remunerados”, dijo el presidente estadounidense Joe Biden. y “trabajo decente y la promesa solemne de que nadie se quedará atrás”. El gobierno intervendrá, el planeta se salvará y aparecerán buenos empleos. Los formuladores de políticas en los países desarrollados coinciden en que las políticas industriales que apuntan a cambiar la estructura de la economía estimulando sectores específicos tienen ventajas. La mayoría de la gente está de acuerdo en que la atención debe centrarse en el cambio climático. Pero, ¿tiene sentido combinar una política industrial destinada a promover la prosperidad en forma de crecimiento económico y creación de empleo con una política climática destinada a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y prevenir el calentamiento global? A menudo, combinar dos objetivos significa que ninguno de ellos se logra bien, por lo que habrá que tomar una decisión.

El argumento a favor de la acción climática comienza con las externalidades (costos o beneficios no creados por el productor). No hay mercado para la contaminación porque las emisiones de gases de efecto invernadero son gratuitas, por lo que hay exceso de oferta, aunque sea perjudicial. Una forma de resolver este problema es poner precio a las emisiones de gases de efecto invernadero, como hacen muchos países. Sin embargo, podría alentar la inversión para mejorar la eficiencia de la tecnología sucia, permitiendo que los combustibles fósiles obtengan una ventaja sobre la tecnología limpia. Por lo tanto, es necesario combinar el precio del carbono con subsidios para la investigación de tecnologías verdes. En un estudio publicado en 2016, Daron Acemoglu, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y sus colegas sostuvieron que en un sistema de este tipo, los subsidios harían la mayor parte del trabajo de redirigir el progreso tecnológico hacia una cantidad de energía limpia. Pero, ¿puede dicho régimen, incluso si está justificado, satisfacer el deseo político de crear empleos verdes? Consideremos el caso de las baterías de litio.

En 2019, el Premio Nobel de Química fue otorgado a los tres científicos que lo desarrollaron: John Goodenough (Reino Unido), Stanley Whittingham (EE.UU.) y Yoshino Akira (Japón). Sin embargo, ninguno de estos países domina la producción de este tipo de baterías, excepto China.

Las políticas climáticas más efectivas, los impuestos al carbono y los subsidios a la investigación son altruistas. Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, enfatiza que los retornos sociales de invertir en investigación verde son mayores que los retornos privados, y que los retornos internacionales son mayores que los retornos internos, lo que significa que las empresas y los gobiernos tienen poca tendencia a invertir. Por lo tanto, es posible que las políticas más ecológicas no creen tantos empleos. Por otro lado, las políticas ambientales que crean empleo tienen al menos la ventaja de hacer que la acción climática sea aceptable para los votantes que temen que se utilice en beneficio de otros países.


Autora: The Economist. Fuente: Gestión- pag. 23, 21 de noviembre del 2023.