EI fin del mundo no llegará con una repentina catástrofe universal sino con una serie de pequeñas catástrofes locales, que cada vez serán más intensas y extensas. He visto una sorprendente cantidad de reclamos sobre el espacio mediático dedicado a la neblina naranja y alertas rojas en la ciudad de Nueva York. El exeditor de la revista The Atlantic, James Fallows, escribió: "Quien haya vivido en una gran urbe china o india los últimos 20 años, o en el área de San Francisco o el sur de California cuando hay incendios forestales, está pensando: '¡Lo lamentamos por todos en la asolada por el humo, Nueva York!” Y no podemos dejar de notar la atención de la prensa".
Es cierto. Pero la contaminación del aire en ciudades asiáticas fue creada por condiciones locales. En cambio, la contaminación causada por incendios forestales en el occidente de Estados Unidos fue un presagio del desastre relacionado con el cambio climático, y debió haber sido considerada como tal. El problema no es que el desastre de la calidad del aire en Nueva York (y gran parte del este del país) esté recibiendo tanta atención, sino que sus predecesores recibieron muy poca.
Es injusto que el cielo lleno de humo de Nueva York, el centro del universo mediático, sea destacado de un modo que crisis comparables en otros lugares no lo sean. Pero es un asunto menor comparado con la importancia de aprender de estas crisis, ahora que tanta gente influyente ha visto con sus propios ojos lo que está pasando. Por tanto, saquemos algunas conclusiones de este de- sastre, que ha trastocado la vida de decenas de millones y tendrá graves efectos en la salud, incluyendo un núme- ro considerable de muertes prematuras.
La mayoría de las conclusiones es vergonzosamente obvia, pero la política del cambio climático ha tratado principalmente de gente negando lo obvio hasta que el desastre ocurre (o después). Durante décadas, los científicos climáticos han estado diciendo que el calentamiento global generaría una proliferación de incendios forestales. El año pasado, un reporte de la ONU alertaba de una "crisis global de incendios forestales", pues muchas zonas boscosas se han vuelto más calurosas y secas.
El cielo lleno de humo en Nueva Yorkes una validación de la ciencia climática: los expertos no predijeron este desastre particular para la semana pasada, pero es exactamente el tipo de alteración que advertían que ocurriría. No esperemos que los negacionistas, que controlan al Partido Republicano, se convenzan.
Las teorías conspirativas sobre este desastre se han propagado como un incendio forestal: los incendios en Canadá fueron provocados por armas de energía dirigida (versión actualizada de los láser espaciales judíos); no, los ocasionaron drones del Gobierno o activistas antifascistas; o son parte de un complot para obligar a la gente a ponerse mascarillas de nuevo (debería hacerlo) y volver a los confinamientos.
Volviendo a la sensatez, es justo decir que hasta quienes aceptan la realidad climática han asumido que los impactos verdaderamente serios sucederán en el futuro. Pero ha sido claro desde hace mucho que el daño causado por el cambio climático se agravará con el tiempo, a medida que inundaciones, incendios y sequías que solían ocurriruna vez cada cien años, comiencen a presentarse cada pocos años y afecten a poblaciones más numerosas. La crisis climática empeorará mucho más, pero es un hecho que ya comenzó.
Y no existen lugares seguros. Algunos solían asumir que un planeta en calentamiento solo era malo para zonas lejanas que ya tenían altas temperaturas, por ejemplo, India o Medio Oriente y que incluso podría ser positivo para gente que vivía en climas fríos. Pero en estos momentos, Canadá está en llamas y la parte central del estado de Nueva York, famosa por sus fríos inviernos y sus nevadas ha sido golpeada tanto o más fuerte que la ciudad de Nueva York. Las cosas podrían empeorar.
De hecho, empeorarán: incluso una acción climática efectiva no será suficiente para evitar que los desastres atmosféricos se vuelvan más intensos y frecuentes durante muchos más años. La buena noticia es que por fin estamos comenzando a ver algo de acciónreal para combatir el cambio climático.
Todo indica que las recientes medidas implementadas por Estados Unidos para promover una transición energética están funcionando mejor y con mayor celeridad de la que esperaban sus proponentes. El sector privado está acelerando sus inversiones en energía limpia y hay motivos para creer que otros países se encaminarán en la misma dirección. Así que al menos existe algo de esperanza de que todavía podemos evitar una catástrofe mayúscula.
No obstante, nuestra tardía decisión para hacer algo frente al calentamiento global ralentizará en el mejor de los casos, pero no revertirá la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. En otras palabras, que el clima no mejorará, quizás empeore más lentamente. Por ende, en el futuro previsible, soportaremos desastres climáticos más intensos. Y el futuro ya comenzó.
Autora: Paul Krugman. Publicado por Gestión- pag. 22, 14 de julio del 2023.