REVOLUCIÓN VERDE EN RIESGO


Más de la mitad del litio del mundo metal usado en baterías para vehículos eléctricos está en América Lati- na, que también posee 40% del cobre y 25% del níquel. Delegaciones de Estados Unidos y la Unión Europea han visitado la región, en parte para asegurar recursos que serán necesarios en la transición energética y para diversificar su aprovisionamiento, y no depender de China. Pero hay Gobiernos latinoamericanos que se están aficionando al "nacionalismo verde".

El 21 de abril, el presidente de Chile, Gabriel Boric, anunció planes para crear una empresa estatal para el litio y, si se aprueba, las empresas privadas tendrán que formar joint ventures en los que la estatal poseerá la mayoría del accionariado. En febrero, el presidente de México, Andrés López, promulgó un decreto que agiliza la nacionalización de las reservas de ese metal. Los Gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil y Chile dis- cuten la creación de una "OPEP del litio", para controlar los precios globales.

En parte como respuesta a los altos precios de los commodities, países como Indonesia (principal productor mundial de níquel), Kirguistán y Madagascar están asumiendo mayor control de sus recursos. Pero América Latina destaca por la velocidad con la que se está esgrimiendo el control estatal.

La consultora Verisk Maplecroft elabora un índice de "nacionalismo de recursos" que monitorea incre- mentos de regalías, demandas para producir con in- sumos locales y expropiación de activos. En su ranking de este año, México está tercero (el 2018 estaba en el puesto 98), Argentina pasó del 41 al 19 y Chile, del 89 al 70. Esto se debe en gran parte a la ola de Gobiernos electos de izquierda, que quieren hacer las cosas de manera distinta que en el pasado. Esta nueva izquier- da tiene tres metas.

La primera es elevar los ingresos del Estado y su influencia económica. El FMI estima que, para que el mundo alcance cero emisiones netas de carbono para el 2050, los ingresos de los productores de litio, cobre, cobalto y níquel podrían cuadruplicarse. América Latina controla muchos de estos recursos vitales: México es el mayor productor mundial de plata usada en turbinas eólicas y paneles solares, Brasil posee 20% de las reservas probadas de níquel, grafito, manganeso y tierras raras, y Chile y Perú producen el 40% del cobre.

La segunda meta es que los políticos tienen la esperanza de crear más empleos y oportunidades para hacer negocios. Hasta ahora, la región no ha podido producir bienes con alto valor agregado debido a su poca calificada fuerza laboral, baja inversión en I+D y un entorno regulatorio impredecible. Muchos políticos piensan que los recursos naturales deben ser usados como insumos para la industria local en lugar de ser exportados como materias primas.

Por último, estos planes son impulsados por un sentido de justicia social, y muchos políticos abrigan la esperanza de que sus medidas no solo aumentarán los ingresos sino que reducirán los conflictos. Desde el 2000, un tercio de los conflictos a nivel global relacionados con proyectos extractivos ha tenido lugar en Sudamérica, según la Universidad Autónoma de Barcelona. La propuesta de Boric contempla el uso de técnicas extractivas que requieren menos agua a fin de minimizar el riesgo de sequía, que ha sido fuente de enojo entre grupos indígenas.

Sin embargo, el nacionalismo de recursos conlleva enormes riesgos. La nacionalización tiene un pésimo historial en la región. Pemex (México) es la petrolera más endeudada del mundo, PDVSA (Venezuela) es sinónimo del colapso de ese país y Petrobras (Brasil) estuvo en el centro del mayor escándalo de corrupción en la región, Lava Jato. Además, las empresas estatales pueden carecer del acceso a la tecnología de punta que las multinacionales exhiben. Por ejemplo, la estatal mexicana LitioMx no ha podido producir el me tal a escala comercial, en parte porque sus depósitos son difíciles deextraer. ¿Cómo ha afectado esta ola de nacionalismo a la inversión? En países donde los derechos de propiedad han sido vulnerados, los flujos de capital han caído. Bolivia posee la segunda mayor reserva de litio del mundo, pero aún no produce a gran escala. El 2019, su Gobierno anuló un proyecto de inversión por US$ 1,300 millones a cargo de la alemana ACI Systems. No obstante, hay empresas preparadas para afrontar la inestabilidad regulatoria a cambio de acceso a minerales escasos, en particular, firmas chinas cuyos intereses suelen abarcar otras partes de la cadena de suministros verde.

Mientras el apetito por recursos verdes sea insaciable, América Latina tendrá suficiente poder para imponer condiciones a empresas privadas sin estrangular los flujos de inversión. Pero la gran pregunta es si su porción del pastel terminará siendo menor. Chile es un ejemplo admonitorio: las regalías del litio llegan hasta 40% (en Argentina son 3%) y las empresas tienen que vender localmente el 25% de su producción a precios por debajo del mercado. Como consecuencia, se proyecta que la producción chilena crezca 60% pa- ra el 2026, mientras que la de Australia se duplicará.



Autor: The Economist. Fuente: Gestión, 09 de mayo del 2023.