¿DÓNDE HAY COBRE?

 

 

Durante dos décadas, Richard Adkerson (76 años) ha sido CEO de Freeport Mc-MoRan, una de las mayores productoras de cobre del mundo, valorizada en US$ 55,000 millones. Ha visto de todo, desde booms y colapsos, hasta el superciclo liderado por China, y desde fragmentación hasta consolidación en el sector. La propia Freeport ha sido pionera de algunas tendencias. En el 2007, pagó US$ 26,000 millones por Phelps Dodge, la más grande transacción minera de la historia.

Hoy, Adkerson conjetura acerca de una potencial escasez de cobre. Las presiones del desarrollo industrial en países emergentes, así como el progreso en electrificación y descarbonización como parte de la transición energética, hacen probable un fuerte incremento de la demanda por el metal rojo. La consultora S&P Global espera que su consumo se duplique a 50 millones de TM para el 2035. A menos que su cotización suba considerablemente, es poco probable que la oferta alcance.

Aparte de nuevos proyectos en marcha en Mongolia y República Democrática del Congo, no hay muchos más, señala Adkerson. Asuntos medioambientales y de derechos indígenas complican su aprobación. Es más, en Chile y Perú, que concentran cerca del 40% de la producción mundial, la minería es vulnerable a la política. El experto señala que este es un problema de oferta que no puede resolverse únicamente con dinero, aunque evita sostener que el mundo se está quedando sin el metal.

Más bien, recuerda que en el inicio de su carrera fue consultor petrolero y que un amigo suyo, el banquero de inversión Matthew Simmons promovía la teoría de que el petróleo se estaba agotando. Uno de sus clientes era George Mitchell, quien se convirtió en padre de la revolución del esquisto, la que puso en ridículo dicha teoría. Adkerson afirma que fue una lección beneficiosa y que siempre está atento al surgimiento de un equivalente al petróleo de esquisto en el negocio del cobre.

La comparación es útil. Ilustra las complejidades de la extracción del metal y da pistas sobre cómo podría superarse su carestía. Adkerson explica que la tecnología para hallar cobre no es tan eficaz como las pruebas sísmicas usadas para identificar yacimientos de hicrocarburos, porque los depósitos de cobre están esparcidos sobre vastas áreas. Se necesitan años de excavación exploratoria. Además, mucha exploración petrolera se realiza en el océano, pero la minería en aguas profundas es incipiente y ambientalmente sensible.

También hay marcadas diferencias en la producción. La minería de cobre está más concentrada geográficamente que la perforación petrolera. Si obtener una licencia para operar un pozo petrolero demora años, desarrollar una mina de cobre puede durar una generación. El premio 'consuelo' es que las minas de cobre no se agotan tan rápido como los pozos petroleras. Algunas de Freeport tienen más de 100 años.

Y ahora, las similitudes. Durante el superciclo de commodities, hasta mediados de la década pasada, ambos sectores gastaron demasiado y en vano en proyectos exageradamente ambiciosos. Actualmente, aunque han aumentado las inquietudes en torno a la oferta de petróleo y cobre, los inversionistas exigen desembolsos a los accionistas en lugar de arriesgar capital en grandes proyectos.

Pero el humor podría estar cambiando. Los altos precios del crudo han hecho que compañías como Shell y BP reconsideren el ritmo de reducción de su producción. Y los mineros de cobre están más audaces. En abril, BHP presentará a los accionistas de la australiana Oz Minerals su propuesta de compra por US$ 6,400 millones. De aprobarse, será su mayor adquisición desde el 2011.

En tanto, Freeport elevará su gasto de capital este año hasta US$ 5,200 millones desde US$ 3,500 el 2022, sobre todo para ampliar su mina Grasberg, en Indonesia. Adkerson subraya que parte de ese aumento se debe al incremento de costos, pero también detecta un nuevo estado de áni- mo en los inversionistas. "Hoy, cuando hablo con nuestros accionistas, me preguntan de dónde provendrá el crecimiento".

Hay dos posibles respues tas. La primera es ampliar minas existentes. En Estados Unidos, Freeport tiene reservas de cobre por 22 millones de TM. Demora entre seis y diez años desarrollar tales proyectos, y la actual escasez de fuerza laboral podría dificultarlo más, aunque eso es más prometedor que comenzar desde cero.

La segunda respuesta es tecnología. Adkerson dice que Freeport tiene unos 17 millones de TM de cobre residual de sus procesos de lixiviación, y espera que nuevos reactivos y técnicas operativas que usan analítica de datos recuperen algo de ese mineral de forma menos costosa que excavar una nueva mina, emitan menos carbono y afronten menos obstáculos regulatorios.

El experto no cree que esto tenga un gran impacto sobre la oferta de cobre como el esquisto lo tuvo con el petróleo. Pero mientras mayor sea la escasez percibida, más alto será el valor de las reservas de Freeporty el valor de la compañía aumentará. Casi se le puede oír frotándose las manos ante esta perspectiva.


Autora: The Economist. Publicado por: Gestión, 04 de abril del 2023.