Calzando un par de chancletas rotas amarradas por un cordón desgastado, el minero clandestino Joao Batista lleva días caminando para salir de la selva amazónica: huye de la operación de las fuerzas de seguridad brasileñas para expulsar a los invasores de la tierra indígena yanomami.
Batista, un hombre enjuto de 61 años, con la piel curtida por el sol, es uno de los miles de garimpeiros que están dejando la reserva indígena ante el despliegue de la policía y el ejército.
En este inmenso territorio protegido en el estado de Roraima (norte), los invasores son acusados de desatar una crisis humanitaria.
Contaminación
Líderes indígenas afirman que los buscadores de oro han contaminado el agua de los ríos con mercurio, destruido la selva, violado y asesinado a miembros de su comunidad, además de desencadenar una crisis alimentaria que está devastando a los 30,000 yanomamis del lugar.
Miles de mineros empezaron a huir de la reserva yanomami después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ordenara la semana pasada una zona de exclusión del espacio aéreo, impidiendo la circulación de las avionetas que usan para transportar comida y suministros.
Expulsión
El ministro de Justicia, Flavio Dino, afirmó que el gobierno está desplegando más de 500 policías y soldados para expulsar a los mineros, junto con sus cocineras, prostitutas, y otros grupos atraídos hasta la selva por la fiebre del oro.
Las autoridades esperan que para el momento en que la policía empiece a desalojarlos por la fuerza, “por lo menos el 80%” de los 15,000 invasores haya salido por su cuenta.
Como primer paso, la agencia ambiental Ibama informó que empezó a destruir bienes confiscados en las minas, incluyendo un helicóptero, una avioneta y una excavadora.
A la vez, la Policía Militar de Roraima lanzó la llamada Operación Éxodo para “intensificar” su presencia y prevenir “trastornos” con la población local durante la huida de los garimpeiros.
Fuente: El Peruano, 10 de febrero del 2023.