EL 'DEJÁ VU' DE LAS GRASAS TRANS

 

 

La semana pasada, la Comisión de Protección al Consumidor N° 3 del Indecopi impuso una medida cautelar y ordenó el cese de producción y comercialización de los siguientes productos: Bimboletes marmoleado de Bimbo, el panetón con pasas y frutas confitadas de Bell’s y los bocaditos Cheese Tris de Frito Lay. La decisión se tomó porque esos productos contendrían grasas trans en una cantidad superior a la establecida por la normativa vigente.

La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes (Ley 30021) del 2013 constituye uno de los instrumentos de salud pública más importantes de este siglo en el Perú. Su objetivo fundamental es combatir la silenciosa epidemia de obesidad y enfermedades crónicas que azotan al país, causada –en parte por el excesivo consumo de alimentos industrializados, procesados y ultraprocesados.

La norma, entre otras cosas, se asegura que las cantidades de azúcar, sal y grasas saturadas cuyo exceso está asociado a obesidad, hipertensión, infartos cardíacos, derrames cerebrales y cáncer en los alimentos procesados y ultraprocesados se ajusten a niveles que no afecten la salud. Asimismo, regula el contenido de las dañinas grasas trans, producto agregado a muchos alimentos industrializados para aumentar su tiempo de almacenamiento.

La norma que controla el contenido de las grasas trans fue reglamentada por el Decreto Supremo 033-2016-SA, del 27 de julio del 2016. Este dispone que la industria elimine gradualmente, en dos etapas, las grasas trans de sus productos.

En la primera etapa, se dispuso que los insumos (grasas, aceites vegetales y margarinas) no deberían tener más de dos gramos de grasas trans por 100 gramos de producto sólido o 100 mililitros de producto líquido, y que los alimentos y bebidas procesados industrialmente no debían contener más de cinco gramos por cada 100 gramos o 100 mililitros de materia grasa.

En la segunda etapa, la norma estableció la eliminación total de grasas trans en alimentos y bebidas procesados que se vendan en el Perú, y se dio un larguísimo plazo de cuatro años y medio para su cumplimiento. Ese plazo venció el 17 de julio de este año.

Entonces, y de acuerdo con la norma vigente, las grasas trans no deben estar presentes en bebidas y alimentos procesados o ultraprocesados que se vendan en el Perú.

Grasas Trans

Las grasas trans se inventaron a fines del siglo XIX al bombardear químicamente un aceite vegetal líquido (de semilla de algodón, por ejemplo) con moléculas de hidrógeno, lo cual convierte el aceite en una grasa sólida.

Las grasas trans se usaron inicialmente para reemplazar el cebo animal empleado para fabricar velas y jabones. Al inventarse la luz eléctrica y disminuir la demanda de velas, la compañía Procter & Gamble (P&G) utilizó su excedente de grasas trans y lo comercializó como manteca vegetal o margarina, bajo el nombre de Crisco.

Gracias a una astuta campaña publicitaria, en la que se repartió gratuitamente un libro de recetas de cocina, P&G convenció en 1911 a las amas de casa de que debido a que los productos hechos con margarina no se volvían rancios ese producto era mejor que la manteca de cerdo o la mantequilla.

Esa propiedad fue aprovechada por la industria de alimentos para usar a las grasas trans como la grasa de elección en la elaboración de centenares de alimentos procesados. Además, por su alta resistencia al calor, se usaron para freír alimentos decenas de veces sin cambiar el aceite.

Veneno para el corazón

El primer estudio que llamó la atención sobre el impacto de las grasas trans en la salud del corazón se publicó en Gales en 1981, y en 1993 expertos de la Universidad de Harvard concluyeron que el consumo de grasas trans causaba aproximadamente 100.000 infartos cardíacos cada año en EE.UU. En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 500.000 personas mueren cada año en el mundo por las grasas trans.

Por eso decenas de organizaciones de defensa del consumidor en el mundo han luchado para que las grasas trans sean eliminadas de los productos industrializados que se venden al público. De ahí la importancia de la norma peruana, la cual no han cumplido las empresas fabricantes de alimentos.

Corolario

La historia está llena de enfrentamientos entre la salud pública y las industrias, quizá porque el objetivo de una es el bienestar de la población; y de la otra, las ganancias económicas.

Opinando sobre la decisión del Indecopi, el congresista de Avanza País Alejandro Cavero apela a uno de los dichos favoritos de la industria del tabaco de los años 70 y afirma: “La libertad es el derecho a decidir de los ciudadanos”. Eso es cierto, señor congresista, pero solo cuando la información es clara y transparente para todos, solo así, se garantiza el sagrado derecho a ejercer la libertad de elección.



Fuente: El Comercio, 05 de diciembre del 2021.