El cruce de las avenidas Salaverry y Húsares de Junín, frente al hospital Edgardo Rebagliati, es el paradero principal de La Nueva Estrella, una red de coasters de color naranja con destino final en Ancón. Como ocurre con muchas empresas de transporte urbano, esta red de 'anconeras' tiene una flota formal con unas pocas unidades adscritas legalmente, y, en paralelo, una enorme flota informal disfrazado con los mismos colores y distintivos que la empresa regular.
En el 2018, esta empresa encabezaba la lista de los mayores evasores de papeletas de Lima, con una deuda de casi S/ 8 millones. Eso sin contar lo que su flota pirata podría adeudar: una cifra, literalmente, inconmensurable. Solo la que está en la parte superior de esta página debe más de 136 mil soles en multas.
Casi todas sus unidades tienen algo en común: registran una orden de captura por deudas en infracciones y exceden los 15 años de antigüedad contaminando con humo negro toda la ciudad.
Comenzando por su paradero principal: increíblemente, frente al hospital más importante de la ciudad.
Toda Lima es como una sala de emergencias: según recientes estudios de la Universidad de Chicago, nuestra capital es la ciudad con peor calidad del aire del continente. Aquí la expectativa de vida se reduce en 4,7 años, 9 veces más que en Ciudad de México o Santiago de Chile. Cada vez que inhalamos llevamos smog a nuestros pulmones.
"Los viajes largos (en vehículos) son indicativos de los niveles altos en contaminación por la congestión del tráfico y la exposición, ya que los pasajeros o choferes terminan pasando más tiempo en las calles. La principal causa de la contaminación del aire son las emisiones vehiculares. Más de la mitad de los 611 millones de habitantes de América Latina están expuestos a niveles de PM 2,5 que exceden las pautas de la OMS", dice el estudio.
Hay preguntas que caen por su propio peso: ¿por qué esas coasters y combis viejas no están todas en el depósito vehicular?. ¿por qué nadie las detiene? La respuesta la tiene el propio Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
Seis años sin chatarreo
Hacer funcionar el sistema de chatarreo vehicular ayudaría a solucionar la mitad de los problemas de transporte público en Lima y Callao. Se trata de una cadena de beneficios con tres grandes eslabones.
El primer eslabón es la limpieza del aire. El chatarreo impediría que los autos que llevan años empolvados en los depósitos retornen a las calles de Lima o Callao, o enviadas al interior del país, a través de subastas que permiten comprarlos sin importar las condiciones de su motor, como ocurre habitualmente, y vuelvan a contaminar.
El Comercio ha denunciado que en varias subastas del SAT, los propios dueños de las combis, a través de amigos o familiares, compran sus propios vehículos que estaban internados, y encima, estos salen sin papeletas como una gran maquinaria de blanqueo de multas.
Chatarrear frenaría la impunidad en los choferes infractores, pues evitaría que las combis puedan ser recuperadas a través de fraccionamientos de pago, un cuestionado beneficio del SAT que les permite sacar por una reducida suma de S/ 4 mil una combi que fue internada por tener S/50 mil en papeletas. Es importante recordar que el SAT, brazo de la Municipalidad de Lima, es una entidad cuyo objetivo es recaudar dinero, no sancionar a los choferes. Eso explica las grandes facilidades de pago que ofrece para retirar un vehículo internado.
El segundo eslabón es la limpieza de la propia ciudad. Hasta el 2020, en la capital había cerca de 167 mil vehículos con orden de captura, pero estos no podían ser llevados a los depósitos vehiculares porque están repletos.
El Comercio ha sido testigo, en innumerables ocasiones, de que la falta de espacio en los depósitos y de grúas municipales impide que una combi o coaster con medidas cautelares (órdenes de captura) pueda ser ingresada.
El tercer eslabón es que el chatarreo promueve la formalización, pues limpiar la ciudad de trastes viejos facilita el trabajo de los inspectores para poder fiscalizar y ordenar el servicio formal.
Actualmente, toda esta cadena de ventajas que trae el chatarreo vehicular está rota.
En la mayoría de capitales de América Latina, un auto metido en el depósito por más de seis meses va directo al desguace. Aquí hay vehículos que tienen 17 años ocupando un espacio.
Seguimos en 1990
En Lima y Callao no se chatarrean combis en serie desde hace más de 6 años, lo que explica por qué estas siguen siendo el principal medio de transporte desde 1990, cuando se comenzó a liberar el mercado del transporte, arribando el Perú las primeras 15 mil combis.
En la primera gestión municipal de Luis Castañeda se llevó al desguace a cerca de mil vehículos. Con Susana Villarán fueron 3.800. Entre la última gestión de Castañeda y la actual, de Jorge Muñoz, solo se destruyeron algunas coasters esporádicamente.
Debido a la complejidad de la maquinaria que se requiere para el chatarreo, solo hay una compañía en el Perú con la capacidad operativa para este trabajo: se necesita una tijera hidráulica de 38 toneladas y otras dos máquinas de 70 y 58 toneladas, encargadas de compactar buses enteros hasta dejarlos en bloques de menos de 1 metro cúbico.
Se trata de Ferrocás. En la última licitación, fue la única que cumplía las exigencias y resultó ganadora. Firmó un contrato que vencerá este 15 de setiembre. Aún no recibe el permiso del MTC.
Su maquinaria, de fabricación italiana, podría chatarrear 360 combis al mes.
"En una jornada de 8 horas laborales, se pueden destruir entre 15 y 18 combis; entre 8 y 12 coasters o de 8 a 10 buses urbanos", sostiene Carlos Sumoso, representante de la firma.
Esta empresa ha recibido el permiso del Ministerio del Ambiente y de la Municipalidad de Lurigancho- Chosica para empezar a operar.
Sin embargo, según documentación a la que tuvo acceso El Comercio, el MTC le ha denegado la autorización hasta en tres oportunidades por temas técnicos que, según Sumoso, ya fueron subsanados.
Fuente: Gestión, 11 de Setiembre del 2021.