Apostemos por una Ley de Aguas moderna y
eficiente
Por ComexPeru
El proyecto de “Ley de Recursos Hídricos”, en discusión en el Congreso, ha sido
esperado por más de veinte años. Lamentablemente, tenemos serias observaciones
sobre los proyectos trabajados y la forma de la última aprobación, es decir,
bajo la inaceptable amenaza de un injustificado paro agrario por la poco
Representativa Junta Nacional e Usuarios de los Distritos de Riego del Perú
(JNUDRP), organización formada en los ochenta que agrupa a los usuarios de agua
para uso agrícola.
Antecedentes
En nuestro país, se desperdicia irresponsablemente el agua como consecuencia de
un arcaico sistema de acceso y uso del recurso que data de 1969: Ley General de
Aguas (Decreto Ley Nº 17752). El modelo era de propiedad estatal (el Estado
administraba y asignaba de forma directa el agua) que se volvió insostenible en
el tiempo porque estaba diseñado para un agro concentrado en pocos productores y
una administración publica de amplia cobertura. Asimismo, resulto costoso para
el Estado e ineficiente porque el subsidio estatal al servicio distorsiono sus
costos reales e incentivo un mal manejo del recurso.
Los enormes costos de la administración, sumados a las crisis económicas de los
setenta y ochenta, hicieron imposible que el Estado continuara con dicha labor,
lo que origino conflictos con los usuarios (principalmente organizaciones de
regantes), quienes se resistían a asumirlos. Por ello, el Estado les delego las
funciones de cobro de tarifas, administración y mantenimiento a fines de los
ochenta por medio del Decreto Supremo Nº 037-89-AG. Como estas organizaciones
carecían de experiencia, recursos o conocimientos técnicos, la administración
del agua continuo siendo deficiente y los precios siguieron sin reflejar los
verdaderos costos de la provisión del recurso, y en muchos sectores se abandono
el mantenimiento de la infraestructura de riesgo.
Nueva Ley de Recursos Hídricos: ¿luz al final del túnel?
Dado que han existido varias modificaciones en los últimos meses, se prefiere
mencionar los puntos mas importantes que debería incluir la ley para realmente
contribuir con el desarrollo productivo y el uso eficiente y sostenible de este
vital recurso.
Orden, planificación nacional y representatividad.
Uno de los aspectos positivos del proyecto de ley original es que consolida
todos los decretos “parche” que, a través de los años, tuvieron que, aparecer
para que el sistema imperante no colapse o sea un impedimento al desarrollo del
país (en materia minera, industrial, turística, o agrícola, por ejemplo). Es
decir, se ordenan y clarifican las “reglas del juego”.
Asimismo, se encarga a la recientemente creada Autoridad Nacional del Agua (ANA)
la función de velar por el cumplimiento de las normas y de otorgar o quitar los
derechos de uso del recurso para alcanzar un manejo eficiente del agua; esto es,
se centraliza esta función y responsabilidad. No obstante, para que su margen de
acción no este condicionado o limitado, se necesita:
- Un reglamento claro y técnico que potencie su accionar.
- Evitar politizar la junta directiva con el sobre dimensionamiento de algunos
sectores que han probado carecer de una opinión técnica e imparcial.
Se debería incluir al menos un representante del sector empresarial
improductivo.
Priorización de actividades productivas más eficientes y con mayor impacto
Es necesario que, dada la escasez del recurso y luego de asegurar la provisión
para el uso primario y poblacional, la ley priorice su utilización en
actividades productivas de mayor impacto al bienestar general y de manejo mas
eficiente. Por ello, antes de proponer una jerarquización de actividades a
priori, se deben evaluar variables técnicas como productividad, generación de
empleo, recaudación fiscal, impacto ambiental, grado de eficiencia en la
utilización del agua, entre otras, en cada proyecto.
Propiedad del agua y los proyectos de
infraestructura hidráulica
Los diferentes proyectos clarifican que no existe propiedad privada sobre el
agua en si porque es patrimonio de la Nación. Sin embargo, preocupa que l
proyecto aprobado el 1 de marzo indique que “su administración solo puede ser
otorgada y ejercida sin fines de lucro” (Art. 2º). Por mas buenas intenciones
que existan, a estas alturas, es claro que solo la participación de la
iniciativa privada, precisamente en la gestión del agua (inversión, construcción
y mantenimiento de obras de infraestructura, operación del sistema, etc.) podrá
lograr que todos los peruanos gocemos de agua potable de manera segura y
continua y que se utilice en las actividades mas productivas.
También preocupa que en el Art. 105 de dicho proyecto, se indique que en
“proyectos de infraestructura hidráulica en tierras de las comunidades
campesinas y comunidades nativas, se incorporara a estas como socios, una vez
que opere el proyecto”. Es evidente que debe existir una retribución
completamente satisfactoria por el uso de las tierras campesinas o nativas, pero
ello no necesariamente significa propiedad sobre el proyecto.
Las claves
Derechos de uso y tarifas
Se debe aprovechar este ordenamiento para “replicar” lo mas parecido a un
“mercado de aguas” que fortalecería los derechos privados sin tener que
privatizar propiamente el sistema y con precios (tarifas) que reflejen costos
reales para el manejo sostenible. Para ello, se propone:
1. La posibilidad de transferir los derechos de uso entre privados.
2. Horizontes de tiempo largos, pero determinados que generen estabilidad y
atraigan inversión (no “indeterminado” como en el proyecto actual).
3. Tarifas que reflejen los costos de la gestión del agua y los propios de su
uso, algo que hoy no existe y que el proyecto tampoco vislumbra. Todo ello
regulado por el ANA, dad la particularidad de este “mercado”.
Cifras y Datos
Para tener una idea de la ineficiencia, del modelo actual, el estudio “Mercado
de aguas: viabilidad y potencialidades de un instrumento para la reforma, de la
gestión hídrica en el Perú” (E. Zegarra, 2004), calcula que la agricultura
costeña, uno de los mayores usuarios, tiene un uso efectivo de apenas un 30% del
agua entregada; es decir, 70% se pierde en el océano, por evaporación, o
filtraciones.
El MINAG señala que un 30% de las tierras agrícolas costeñas tiene problemas de
salinización a causa del mal uso del agua en la agricultura.