¿Por qué Mickey Mouse quiere destruir la civilización? Probablemente no sea lo que los ejecutivos de Walt Disney Corporation piensen que están haciendo. Pero la compañía, junto con otras gigantes como ExxonMobil y Pfizer, estaría por respaldar un gran lobby contra el plan de inversiones por US$ 3.5 millones de millones del presidente Biden que bien podría ser nuestra última oportunidad de actuar seriamente contra el calentamiento global antes de que se vuelva catastrófico.
Los peligros del cambio climático ya no son hipotéticos. Los recientes fenómenos atmosféricos extremos alrededor del planeta como severa sequía e incendios forestales en el noreste estadounidense, huracanes más intensos, inundaciones en Europa y olas de calor en Medio Oriente, son exactamente lo que los científicos climáticos nos alertaron que sucedería a causa del calentamiento de la Tierra. Y recién es el comienzo de la pesadilla.
¿Qué se puede hacer para evitar el desastre?, muchos economistas están a favor de incentivos d eamplia base para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), tales como un impuesto al carbono. Hay un serio e interesante debate económico en torno a si realmente es la mejor medida, o si esos gravámenes serían suficientes. pero como asunto práctico, ese debate es irrelevante: impuestos al carbono, o gravámenes similares, no serán políticamente factibles en el futuro próximo.
Lo que sí podría serlo (apenas) es un conjunto de medidas más focalizadas, en particular un esuferzo para descarbonizar la generación de electricidad, que en términos económicos es un objetivo relativamente fácil, porque los casi milagrosos descensos en el costo de la energía renovable significan que ya contamos con la tecnología necesaria para reemplazar los combustibles fósiles de manera barata.
La generación de electricidad es directamente responsable de alrededor del 25% de emisiones de GEI en el país; si la electricidad se convierte en una fuente de energía limpia, abriría las puertas a grandes reducciones de emisiones en vehículos, edificios e industrias.
La buena noticia es que las propuestas de Biden proporcionarían un fuerte empuje de descarbonización. El periodista especializado David Roberts subraya que existen dos elementos principales relacionados con el clima en esas propuestas: un conjunto de multas y subsidios que otorgarían a las generadoras fuertes incentivos para dejar de usar combustibles fósiles, y amplios créditos fiscales para varias formas de energía limpia. Estas medias solo llenarían parte de la lista de deseos de los ambientalistas, pero serían de gran importancia.
La mala noticia es que si esas propuestas no se convierten en legislación, probable que pase muchísimo tiempo, una década o más antes de que haya otra chance para una normativa climática significativa. Es que es muy posible que los republicanos controlen uno o dos cámaras del Congreso luego de las elecciones del 2022. Y el negacionismo climático manda en ese partido, es improbable que deje de hacerlo hasta que la catástrofe total haya llegado, y quizás ni siquiera para entonces.
Por tanto, el proyecto d eley de los demócratas, que en las próximas semanas podría ser aprobado, o no, será efectivamente nuestra última chance de hacer algo significativo para limitar el cambio climático. Es por ellos que cabe preguntarse por qué las corporaciones estadounidenses se están movilizando en contra.
Un mejor nombre para políticos que se oponen a medidas que deberían saber son necesarias y populares sería "mercenarios". Recordemos que esta no es una habitual disputa sobre política gubernamental, que puede ser retomada en otro momento. Esta es la hora cero, y quienes no hagan lo correcto ahora, no tendrán una segunda oportunidad.
Publicado por: Gestión, 08 de septiembre del 2021.