La noticia más llamativa de los últimos días ha sido el deslind del aspirante presidencial Pedro Castillo con el ideario de Perú Libre, el cual propugna cambiar la Constitución y capturar los principales yacimientos mineros y de hidrocarburos, como el de Camisea, al cual dedica especial atención.
Y es que la nacionalización del gas cusqueño, en el imaginario de Perú Libbre, permitiría triplicar el presupuesto para el sector educación, convirtiendo dicho recurso "en el pan de la educación peruana".
En vez de eso, Castillo propuso la semana pasada "no ir más allá" en la nacionalización del gas de Camisea si es que el consorcio liderado por Pluspetrol acepta destinar toda su producción al mercado interno y mostrar su conformidad "con el planteamiento de que el 70% queda para el país y el 30% se la lleva".
Onda Nacionalista
Esto es, una 'vuelta de tuerca' a la supuesta expoliación de los recursos gasíferos por parte del Consorcio Camisea, una noción distornionada por cuanto éste ya deja el 50% de sus ganancias en el país a través del pago de regalías (37,24% del valor de la producción) y el Impuesto a la Renta (30% de la utilidad), según expertos consultados por Día 1.
"Pocas personas conocen que los lotes 88 y 56 de Camisea pagan las regalías gasíferas más elevadas de la selva peruana. Con este dinero Cusco ha recibido S/. 1 millón al día desde el 2005 y ahora recibe US$ 1 millón diario", aúnta Gustavo Navarro, socio director de Gas Eergy.
Gonzalo Chávez, economista de la Universidad Católica Boliviana, anota que la repetición constante de cifras erróneas por parte de un 'líder que se victimiza' y que achaca los males de un país a las trasnacionales, constituye 'la receta perfecta' para nacionalizar los recursos minero-energéticos.
Ejemplo de ello es lo acaecido en Bolivia a inicios del prolongado gobierno de Evo Morales (2006-2019), un acontecimiento que brinda muchas luces sobre lo que podría suceder en el Perú.
"Antes de la nacionalización del gas, se decía en Bolivia que el 82% de las riquezas se iba con los extranjeros y que solo el 18% se quedaba en el país. Pero cuando uno examinaba el conjunto del goverment take veía que la proporción era de 55% a 45%. Jamás hubo la expoliación que se pregonaba", comenta Chávez.
A entender del economista, es muy difícil desmontar propagandas como esta, profundamente enraizadas en el inconsciente colectivo de muchos latinoamericanos.
Pero,¿ qué implicancias tendría la aplicación de estos conceptos en el Pe´ru?
El Costo de Expropiar
Fuentes del Ejecutivo citadas por el diario Gestión estiman que una eventual nacionalización de Camisea motivarpia una demanda internacional de US$7 mil millones por parte del Consorcio Camisea, fundamentada en las inversiones realizadas desde el 2000.
Esra no sería, sin embargo, la única manera de estimar una indemnización.
Otra forma, según el exviciministro de Energpia Luis Espinoza, consiste en analizar el flujo futuro de ganancias por la venta de gas natural y, sobre todo, de líquidos de gas natural, hasta el término del contrato de Camisea (2040-2044).
Esta ecuación arrojaría un valor nominar de más de US$ 26 mil millones y un valor presente de más de US$ 13 mil millones, asumiendo precios corrientes para el gas y el petróleo.
"Una cifra monstruosa", declara Espinoza.
Sea cual fuere el caso, el exministro de Energía y Minas Carlos Herrera Descalzi considera que la nacionalización de Camisea sería un mejor negocio para el Consorcio Camisea que para el Perú, debido al alto costo de la expropiación y al menor beneficio que el país podría obtener de un yacimiento con reservas declinantes tras 20 años de explotación continua.
"Hoy, Camisea tiene la mitad de lo que tenía cuando el contrato se firmó hace 21 años, sobre todo, en líquidos de gas natural (materia prima del gas licuado) que es lo que sostiene al consorcio", anota.
Por esta razón, Herrera enfatiza que una eventual expropiación de Camisea dejaría al Perú en un trance parecido al que nos dejó Juan Velasco Alvarado cuando nacionalizó La Brea y Pariñas en 1969: ahorcados y endeudados.
Impacto Profundo
El costo de la expropiación no es, sin embargo, el único impacto que se debe considerar en un escenario de nacionalización. Uno no menor es el riesgo de desabastecimiento de gas natural y gas licuado, como consecuencia de la pérdida de conocimiento "en cómo eficientemente los pozos con los más altos estándares internacionales", anotan fuentes del sector gasífero.
Otro punto en contra es la pérdida de credibilidad del país frente a futuros inversionistas en gas, petróleo y, sobre todo, minería.
"Las inversiones en hidrocarburos no son muchas, pero jalan a otras. Si el Perú no respeta este sector, existe el riesgo de que tampoco respete al resto. Los inversionistas lo ven así. En este escenario sus inversiones se van a ahuyentar", refiere Espinoza.
El gobierno podría verse tentando a creer, sin embargo, que ha vuelto a recuperar la riqueza de todos los peruanos y que lo vendrá será mana del cielo si sigue los preceptos del modelo gasífero boliviano.
No obstante, estaría obviando una evidencia poco conocida en el Perú, y es que la nacionalización de los recursos de hidrocarburos en Bolivia tuvo muy poco o nada que ver con el auge del gas en el país altiplánico.
Lamento Boliviano
"Lo cierto es que Evo Morales se sacó la lotería cuando entró al gobierno, porque encontró un precio del petróleo en alza y una nueva ley de hidrocarburos que fue la que motivó la captura de una mayor renta gasífera. La nacionalización no tuvo nada que ver con eso", remarca Gonzalo Chávez.
Prueba de esto es que el modelo boliviano ha colapsado desde el desplome del precio del crudo en el 2014, al extremo de que su producción de gas ha entrado "en declinación profunda y sus ductos se están quedando vacíos", apunta Álvaro Ríos, ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia.
El país altiplánico de ga pasado, en efecto, de una situación fabulosa en 2008-2014 a una muy preocupante, en la que tiene que importar todos los derivados del petróleo que consume debido a la nula exploración por parte del Estado, propietario de los recursos de hidrocarburos.
"Si no ha un cambio en el modelo, Bolivia también va a necesitar importar gas en el 2029 o 2030", advierte Ríos. ¿Es este el modelo que Pedro Castillo tiene en mente aplicar?
¿Cúal es la alternativa a la nacionalización del gas Camisea? El mismo Pedro Castillo lo ha adelantado, cuando indica que renegociará los contratos del consorcio liderado por Plus-petrol.
Al respecto, los especialistas en hidrocarburos concuerdan en señalar que es posible implementar nuevas reglas, pero sin atentar contra la competitividad de las empresas y el sector hidrocarburos.
Por ejemplo, Luis Espinoza señala que se puede empezar a negociar el precio del gas natural para que sea "un poco más bajo", lo cual no sería difícil de conseguir porque el gas seco no es la médula del negocio para el Consorcio Camisea, como sí lo son los líquidos de gas (mejor cotizados).
Por el contrario, advierte que el precio del gas licuado, debe seguir guiándose por el mercado, salvo que el gobierno acceda a devolverlo al Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles, como demanda de la Asociación de Plantas Envasadores de Gas Licuado (ASEEG).
El desafío mayor, sin embargo, es cómo masificar el gas natural en Cusco y el interior del Perú, una aspiración que no se podrá plasmar reencausando el gas para exportación hacia el consumo interno, como propone Pedro Castillo.
Si el gas no se exporta, señala Gustavo Navarro, se quedará en Lima o en Camisea, porque no existe forma de transportarlo hacia el Cusco u otras regiones debido a la falta de gasoductos (sólo hay dos, que conectan Camisea con Lima e Ica).
Esta ausencia de infraestructura, y de un fuerte mercado de consumo en la sierra, obliga al Consorcio Camisea a reinyectar el 12% de su producción de gas natural.
De allí la importancia de reemprender el desarrollo del gasoducto surperuano (SIT-Gas), pensando para llevar el gas natural a las urbes más pobladas del Ande.
La alternativa a este proyecto es la masificación del gas mediante gasoductos virtuales (camiones) una opción que ha demostrado ser poco exitosa debido a sus elevados costos logísticos y de transporte, como lo demuestra la quiebra de Naturgy, concesionario del gas para el sur del Perú, y las dificultades de Quavii en la concesión norte.
"No se puede masificar el gas natural con camiones. Para eso se necesitan gasoductos", advierte Álvaro Ríos.
Fuente: El Comercio.