Los grandes ganadores de las elecciones fueron el virus y, muy posiblemente, el catastrófico cambio climático. La democracia también ganó al menos por ahora, pues Joe Biden nos libró de un régimen autoritario al derrotar a Donald Trump. Pero este pagó una penalidad muy baja por su letal fracaso en el manejo del covid-19, y algunos republicanos electos no parecen haber pagado nada.
Un titular de The Washington Post lo pone así: "Con la pandemia rampando, los republicanos dicen que los resultados electorales validan su proceder". Y ese proceder ha sido la negación y renuencia a adoptar incluso las precauciones más básicas y asequibles como exigir el uso de mascarilla. Las consecuencias epidemiológicas de esta cínica irresponsabilidad serán espantosas.
No sé cuánta gente esté consciente de cuán horrible será este invierno (boreal). Las muertes por covid-19 tienden a aparecer unas tres semanas después de los contagios; y dado el reciente aumento exponencial en casos, que no se ha ralentizado, para fines de año estaríamos viendo miles de decesos diarios. Y recordemos que muchos que sobreviven sufren daños permanentes a su salud.
Es cierto que hay buenas noticias sobre la vacuna y parece que tendremos la pandemia bajo control en algún momento del próximo año, pero podríamos sufrir cientos de miles de muertes en el país, muchas de ellas evitables, antes de que sea distribuida. Sin embargo y pese al horrendo panorama de la pandemia, lo que más me preocupa es lo que nuestra fallida respuesta dice acerca de las perspectivas de lidiar con un problema mucho más grave y que impone una amenaza existencial a la civilización: el cambio climático.
Como muchos han subrayado, el cambio climático es un tema difícil de tratar, no a nivel económico sino político. Los derechistas señalan que tomar en serio el clima condenará a la economía, pero lo cierto es que en estos momentos la teoría de la acción climática se ve bastante benigna. El espectacular avance en las tecnologías de energías renovables facilita entender cómo la economía puede destetarse de los combustibles fósiles.
Un reciente análisis del FMI indica que un "impulso a la infraestructura verde" provocaría un mayor crecimiento económico para las próximas décadas. Pero la acción climática sigue siendo muy complicada políticamente debido al poder de los intereses particulares y a la conexión indirecta entre costos y beneficios.
Por ejemplo, es el caso de las filtraciones de metano de los pozos de fracturación hidráulica de hidrocarburos. Una mejor regulación generaría enormes beneficios, pero estos tomarían tiempo en materializarse. ¿Cómo hacer que la gente en Texas acepte un pequeño un pequeño aumento de costos ahora, cuando beneficios como una menor probabilidad de tormentas destructivas ocurrirá dentro de una década y a medio mundo de distancia? Esto nos convirtió a muchos pesimistas sobre las perspectivas de la acción climática. Pero el covid-19 indica que no fuimos suficientemente pesimistas.
Es que las consecuencias del comportamiento irresponsable durante una pandemia son mucho más obvias e inmediatas que los costos de la inacción climática. Una reunión bajo techo de gente sin mascarillas tiene probabilidad de producir un alza de contagios una semana después, en el vecindario y posiblemente entre personas que uno conoce.
Aparte que es más sencillo desacreditar a los negacionistas del covid-19 que a los del cambio climático: basta con recordarles las muchísimas veces en que aseguraron que la enfermedad desaparecería.
Así que hacer que las personas actúen responsablemente frente al virus debiera ser mucho más fácil que actuar frente al cambio climático.
Pero lo que vemos es un rechazo generalizado en admitir los riesgos, acusaciones de que reglas de sentido común como usar mascarilla son "tiranía" y violentas amenazas contra funcionarios públicos. Por tanto, ¿qué creen que pasará cuando el Gobierno de Biden intente hacer del clima una prioridad?
El único factor mitigador en torno a las políticas climáticas que puedo ver es que, a diferencia de combatir una pandemia, que consiste mayormente en decirle a la gente qué no puede hacer, debiera ser posible plantear al menos algo de la acción climática como incentivos y no como sanciones: invertir en un futuro verde y crear empleos en ese proceso, en lugar de exigir que la gente acepte nuevas limitaciones y pagué más impuestos.
Por cierto, posiblemente el principal motivo para la esperanza sea que los demócratas ganen los dos escaños para el Senado que se disputarán en Georgia. La política climática necesita ser promovida como parte de un paquete que incluya inversión en infraestructura y creación de empleos; y no será realidad si el Senado sigue siendo controlado por republicanos.
Es obvio que tenemos que seguir intentando evitar el apocalipsis climático, no es hipérboles. Aunque las elecciones no fueron sobre el clima, sí fueron en cierto grado sobre la pandemia; y sus resultados hacen difícil ver el futuro con optimismo.
Publicado por: Gestión, 18 de Noviembre del 2020.