TODOS LOS ECOSISTEMAS SE ESTÁN QUEMANDO

 

 

 

 

El pasado jueves se registraron cuatro nuevos incendios forestales en Cusco, uno de ellos en el Santuario Histórico de Machu Picchu. En Áncash, en solo dos días hubo siete de estos siniestros. Y en un fin de semana, Arequipa sufrió seis.

De acuerdo a la Unidad de Monitoreo Satelital del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), este año, entre enero y agosto, se identificaron 838 incendios forestales, 121 % más que el año pasado en el mismo período. En todo el mundo, en abril, las alertas de incendios se incrementaron un 13% en comparación con el 2019, año récord para este tipo de eventos.

"Nadie se está dando cuenta, pero podemos asegurar que el Perú vive una situación crítica respecto a los incendios forestales. Se puede decir también que estamos en un punto de quiebre", advirtió a El Comercio María Manta, quien es el punto focal peruano en la Red Mundial de Incendios Forestales y docente de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional Agraria La Molina (Unalm).

La especialista no duda en decir que estos siniestros han aumentado en nuestro país en los últimos años. Por ejemplo, según datos que he recabado, este 2020 en Cusco, entre mayo y junio, hubo 100 incendios más de los que normalmente ocurren en ese período, que todavía no es la época de incendios forestales como tal.

"Lo que llama la atención, y escapa de toda la historia de los incendios, es que al día en Cusco pueden registrarse entre cuatro y cinco de estos, y se trata de cifras que van al alza. Anteriormente, en un día solo se tenía un incendio", detalló la experta.

El cambio climático

En el Perú, cerca del 98% de los incendios forestales se genera por la quema deliberada de rastrojo o restos agrícolas; sin embargo, son los efectos del cambio climático los que intensifican estos eventos y los hacen más frecuentes.

"Los efectos del cambio climático ya se están experimentando en el país. Es un hecho, podemos ver cómo el viento va cambiando su velocidad. Ahora imagínese si estamos en la sierra, el viento es el que va a alimentar al fuego, y tenemos escenas de vientos extremos", explicó Manta. Asimismo, ella indica que a esto se suman los episodios de sequías, cada vez más frecuentes y severos, pues provocan que la vegetación y los árboles estén más secos y más propensos a encenderse.

El daño desencadenado

Todos los ecosistemas se están quemando, incluso los resistentes al fuego. No obstante, los pastizales, el bolso húmedo tropical, el bosque seco tropical y los matorrales andinos son los más afectados. Y esto tiene una implicancia enorme en los servicios de regulación del clima, sobre todo en la disponibilidad hídrica.

"Cuando se queman los pastos, se está quemando la esponja que va a absorber, retener y poner a disposición de la cuenca el agua de lluvia cuando el recurso hídrico escasee.

De ahí depende de la cantidad de agua que va a la cuenca del Atlántico como a la del Pacífico. Los ecosistemas tienen la función de detener el cambio del clima y la escasez de agua", señala la experta.

También es importante destacar que las cenizas producto de la quema pueden llegar a los picos nevados y favorecer en cierto grado su derretimiento.

 

 


Publicado por: El Comercio, 31 de Octubre del 2020.