UNA ALERTA, ALTA DEMANDA DE COMBUSTIBLES FÓSILES

 

 

Los hidrocarburos presagian el fracaso en el combate al cambio climático. 

 

Nuestro clima está en crisis, y sin embargo, la sed del mundo por los combustibles fósiles, una de las principales causas de la difícil situación, no muestra señales de que disminuya. Expertos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) presentaron la semana pasada una evaluación aleccionadora de la situación. La dependencia que tiene el mundo de los combustibles fósiles, advirtió, sigue siendo “obstinadamente alta”.

Las emisiones de carbono aumentarán hasta 2040, incluso si los gobiernos logran cumplir sus objetivos ambientales. Su homólogo de EU, la Agencia de Información de Energía (EIA) presenta un panorama similar. El consumo mundial de gas natural, predice, aumentará 40 por ciento en 2050.

Las proyecciones hasta ahora sobre el futuro requieren cierto grado de escepticismo, pero la tendencia subyacente es clara. A pesar de que los líderes políticos han declarado su intención de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, nuestro uso continuo de fuentes como el petróleo y el gas significa que corremos el riesgo de fracasar ante el gran desafío que presenta el cambio climático. La evidencia a favor de una acción más decisiva es cada vez mayor.

La evaluación de la AIE se produce en un contexto de incendios forestales en Australia e inundaciones en Venecia y el norte de Inglaterra.

Es difícil atribuir fenómenos aislados a concentraciones más elevadas de CO2 en la atmósfera, pero los expertos tienen claro que los eventos climáticos más extremos se vinculan a las emisiones causadas por los seres humanos. Si los gobiernos toman en serio los objetivos que se fijaron, entonces deben tomar medidas para reducir la demanda de combustibles fósiles.

Bajo el Acuerdo de París, los países se comprometieron a mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados e idealmente 1.5 grados. Los científicos del clima advierten que incluso con un objetivo de 2 grados, las emisiones globales ya deberían estar disminuyendo cada año. El año pasado aumentaron en aproximadamente 2 por ciento.

Los gobiernos fomentan la oferta de energía verde, a través de subsidios para las energías renovables, así como el apoyo para alentar la adopción de vehículos eléctricos, pero el progreso aún no es lo suficientemente rápido. 

Hay algunas señales de que se empiezan a dar cuenta de la necesidad de urgencia. La semana pasada, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) se convirtió en el primer gran banco multilateral en estar de acuerdo en eliminar gradualmente los préstamos para todos los proyectos tradicionales de combustibles fósiles, incluyendo las centrales eléctricas convencionales alimentadas por gas, para finales de 2021.

Desde 2013, el banco ya prestó 13 mil 400 millones de euros para infraestructura de combustibles fósiles, de los cuales más de 9 mil millones de euros fueron para infraestructura de gas y distribución. También respaldó el oleoducto Trans Adriático, que llevará el gas del mar Caspio a Europa.

El impacto de la decisión es modesto en el contexto más general; Pero es significativo. La presidenta entrante de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se comprometió a convertir al BEI en un “banco climático”. La decisión desafió la oposición de países como Polonia, que depende en gran medida de la electricidad alimentada por carbón. Argumenta, como lo hacen muchos gobiernos más, que el gas debería ser parte de una transición hacia una energía más limpia, un trampolín hacia un futuro renovable.

El sistema de energía actual depende en gran medida de los combustibles fósiles. Esto no cambiará de manera inminente, pero si el gas quiere mantener un papel, necesita cambiar la forma como se comporta. Se necesita hacer más para alentar la adopción de planes de captura de carbono, donde el gas se quema pero no se permite que el CO2 que se produce ingrese a la atmósfera.

El Comité del Cambio Climático de Gran Bretaña dijo que la adopción de ese tipo de tecnología será crucial para descarbonizar sectores clave, entre ellos la industria pesada. También podría desempeñar un papel en la producción de hidrógeno para reemplazar el gas natural para calentar edificios. Ni la captura de carbono ni el hidrógeno son actualmente competitivos en costos.

Hacer frente a la crisis climática va a requerir que los gobiernos sean mucho más ambiciosos en sus planes para frenar el uso de combustibles fósiles. Para algunos países será más fácil hacerlo que para otros, pero no hay un momento mejor para empezar que el presente.

 





Fuente: Milenio, 18 de noviembre del 2019.